El hospital Jujin de Tokio tiene un ala importante dedicada a la cirugía estética. Las mujeres japonesas lo visitan por múltiples razones: para estirarse la piel que no soporta más arrugas, para eliminar alguna molesta cicatriz o de plano para convertirse en otra japonesa, porque a la anterior la andaba persiguiendo la justicia.
En ese extraño arte de la cirugía plástica hay un destino, igualmente extraño, que comparten las mujeres occidentales: después de la segunda restirada facial, les quedan ojos de japonesa.
La inevitable revancha aparece, para las occidentales, cuando las japonesas se operan esos músculos del estómago que no han sabido resistir el poder de atracción de la gravedad: al segundo restión, el ombligo japonés, que es redondo, se rasga a la japonesa como los ombligos occidentales.
No todos los especialistas están de acuerdo en que el ombligo occidental es rasgado, mientras que el oriental es redondo; pero hay un gran número de japonesas de ombligo redondo, que se operan en el hospital Jujin, para tenerlo rasgado. La operación cuesta mil dólares y tiene el nombre de Hesodashi.
El móvil de estas mujeres es un asunto desconcertante: quieren tener el ombligo igual al de Madonna.
El doctor Fumihiko Umezawa, director del hospital Jujin, sostiene, después de haber practicado el Hesodashi a decenas de adolescentes que, viéndolo bien, el ombligo de Madonna (vaya momento para darse cuenta) no tiene la forma de un ojo japonés.
Para seguir con el desconcierto hay que recurrir al libro Sex, de Madonna, en donde aparecen fotografiados al detalle todos los orificios, concavidades y protuberancias de la cantante, incluido el ombligo que, efectivamente, es tan redondo como el de las japonesas.
Gutierre Tibón, en su libro El ombligo como centro erótico, ensaya sobre la importancia del ombligo en Japón y cuenta de una comedia musical titulada Tipos de ombligos japoneses, en donde aparecen --para terminar de una vez con la ilusión de estas mujeres orientales tan desorientadas-- 96 tipos de ombligos distintos. En otra parte de este libro podemos admirar la fotografía de una escultura de Nefertiti, con un obligo perfectamente rasgado (como si lo hubiera operado el doctor Umezawa) que puede funcionarles de consuelo a las japonesas: sus ombligos operados no se parecen al de Madonna, pero son idénticos al de la reina egipcia.
El misterio del Hesodashi sigue, hasta ahora, intacto: ¿por qué se rasgan los ombligos si Madonna, su ombliguista ejemplar, lo tiene redondo? Mientras el misterio se resuelve, un restaurante japonés de la colonia Condesa ha echado mano, no sabemos si de forma intencional, del nombre de la operación controvertida. Dice la leyenda pintada en el toldo: ``Hesodashi, el ombligo del sushi''.
Después de su libro Sex, Madonna ha procurado limpiar su imagen. Conviene recordar estas líneas que aparecen al principio de la obra: ``Apaga la luz. Seré tu hechicera. Tu corazón es el mago, no soy una bruja. Soy experta en cuestiones de amor. Seré tu guía luminosa, en tu hora más oscura. Voy a cambiar tu vida''. Y a continuación, para que el asunto no se preste a confusiones, se lanza con una frase que además de ocupar toda la página, no admite metáforas, ni cualquier cosa que pretenda desbordar su ruda elegancia: I'll teach you how to fuck (te enseñaré a coger).
Luego del escándalo de Sex, la cantante decidió volverse recatada y empezó a aparecer con vestidos de señora y canciones de cantante con vestido de señora; se rodeó de toreros (esos seres moralmente inclasificables) y conquistó, por la vía legal, a Antonio Banderas, ese auténtico torero de la actuación (que además resulta inclasificablemente moral). Hay que recordar que en el filme In Bed With Madonna, la cantante (que también actúa) le tira los perros al actor (que también canta); el actor la desaira y la cantante (que tan bien sabe salirse con la suya) no ceja hasta que lo engatusa y se lo lleva a Buenos Aires, de coestrella y de comparsa de su terrible Evita.
Madonna ha limpiado con tanta eficacia su imagen, que ahora se ha convertido en materia universitaria. La Universidad de Amsterdam imparte un curso en donde se analizan sus canciones y sus películas; y los alumnos de cierta universidad alemana hacen fila desde temprano para entrar a una clase que tiene el nombre de Madonna 101.
Monique Tolk, alumna de la Universidad de Amsterdam, a sus 28 años, a punto de terminar un doctorado sobre Madonna, apunta su opinión: ``como fenómeno mediático es realmente intrigante''. Según el diario De Telegraf, el curso básico abarca tres aspectos de la cantante: su calidad de símbolo sexual, su ámbito religioso y su presencia en los medios