La Jornada sábado 19 de abril de 1997

EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
A Don Manuel Ramírez Rovira

Desde mi cuarto del Hotel Miguay, veo la cúpulas del templo de Nuestra Señora de Lourdes. Una fina llovizna asperja los techos del pueblo. Si la vista no me engaña, sobre la azotea de El Imperio de los Sentidos han colocado un espectacular que avisa: ``El condón contamina. Tú, contaminas. Protege el medio ambiente: no uses condón... Y nosotros mataremos dos pájaros de un tiro. ¡Vota por Carlos Castillo Peraza!''

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Salgo a la calle con el ánimo por los suelos, porque el miércoles próximo la Cámara de Diputados aprobará la nueva Ley Forestal, con el solitario y obsecuente voto del PRI, a menos que Felipe Calderón quiera ser ante Ernesto Zedillo el mismo títere que Castillo Peraza fue ante Carlos Salinas de Gortari.

Echo a caminar, y en la esquina, bajo la lluvia que arrecia, me topo con un hombre-sandwich -el hombre más alto de Tecamacharco, como a continuación se verá-, que va y viene cargando un anuncio. Leo por el frente: ``¿Te acuerdas del Barapem, el Batallón de Radio Patrullas del Estado de México que fue creado por Alfredo del Mazo cuando gobernaba el estado de México? Miles de obreros fueron asaltados por esta corporación los días de quincena...''.

Y ahora que el hombre da vuelta, leo sobre su espalda: ``Hoy, gracias al neoliberalismo, ya no hay obreros. Sin embargo, para resolver el problema de la inseguridad pública, la ciudad más poblada del globo necesita un Batallón de Radio Patrullas del Distrito Federal... ¡Vota por Alfredo del Mazo!''

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Puesto que ya no actuaré como fray Olmedo en un espectáculo multimedia del que ya se hablará en su momento, me presento en la peluquería Un Casquete Corto, donde atienden por igual a hombres, mujeres y perros.

-Siéntese -me dice Erica, la manicurista de piel de luna y ojos de estaño-. Le toca después del french-poodle.

Tomo un ejemplar del número más reciente de Siempre! Y en la página 18 encuentro un artículo del senador José Angel Conchello, titulado: ``Gobierno sumiso y servil ante la International Paper''. Andale, me digo, esto debe saberlo de inmediato el tonto del pueblo, pues Conchello ha descubierto un ángulo no explorado de la nueva Ley Forestal.

En síntesis, que Claudio Xavier González, ``consejero clave del presidente Salinas, miembro del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, un organismo discreto (pero) más poderoso que todas las concamines y concanacos del país'', fue quien puso en contacto a míster Edward J. Kobacker, presidente de International Paper, con Luis Téllez Kuenzler, jefe de la Oficina de la Presidencia, el Joseph-Marie Cordoba del actual sexenio.

Claudio X. González, recuerda el senador Conchello, es el mayor accionista del grupo Kimberly Clark, que fabrica pañales y pañuelos desechables, ``productos que no se pueden elaborar con papel reciclado (sino) forzosamente con pasta de celulosa, es decir, necesitan aserrín, viruta'', etcétera.

Y añade Conchello, sacando una conclusión republicana: tanto Kobacker como Claudio X. González ``tienen el interés común de sembrar eucaliptos para la fabricación de papel. Si en cualquier otro país se prohibiría que representara al gobierno alguien interesado en el negocio, aquí, el Presidente designa como negociador al principal beneficiario

del cultivo de eucaliptos'' (Siempre!, número 2287, 17/04/97).

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Revista en mano, sin haberme desprendido de la melena y las barbas de fray Olmedo, llego a la óptica El Talión -sita en la esquina de Alejo Peralta y Emilio Azcárraga- y doy tres golpes en la puerta de madera. Bajo el rótulo de pintura descascarada hay una leyenda en minúsculos caracteres que susurra: ``Nuestro lema es: ojo por ojo, lente por lente''.

Es aquí donde habita la Tía Mina, una viejecita dulce y combativa que se ha transformado en protectora del tonto del pueblo desde que éste, la noche del Viernes Santo, cayó en prisión. Mientras prepara el portaviandas que en breve llevaré a la cárcel de Tecamacharco, la anciana me incita a prender la computadora y entrar en Internet, en donde, me dice, el buzón del correo electrónico de esta plana ha recibido 20 mensajes en los últimos días.

Por primera vez en mi vida, reviso esta insólita forma de la correspondencia. La mayoría de las ``cartas'' se refieren a la Ley Forestal y a la repugnancia que causa en la gente la idea del monocultivo de eucaliptos. Copio el más ilustrativo de los mensajes (sin firma, porque todavía no sé cómo preguntarle a su autora si me autoriza a publicarlo).

``Señor Avilés:

``En primer lugar, quiero decirle que soy una rabiosa `fan' de sus artículos en La Jornada... Sin embargo, también quiero decirle que empiezo a sentirme como una masoquista al buscar sus palabras para iniciar el sábado, y quedar terriblemente angustiada y deprimida el resto del fin de semana.

``La angustia llegó a niveles preocupantes con el asunto de los eucaliptos. ¿Y por qué los eucaliptos? Le cuento. Desde hace mucho tiempo, la UNAM me recibe cotidianamente con un espectáculo exuberante de tonos verdes, aromas profusos y espacios soleados, producto de multitud de especies de nuestra flora nativa; la sola llegada a este espacio privilegiado surte un efecto de bálsamo ocular y nervioso para los atormentados habitantes de esta, la `ciudad más grande del mundo'.

``De repente, el paisaje ha comenzado a sufrir cambios notorios; donde antes había verde... empecé a ver pedazos de lo que en algún tiempo fue azul (el cielo). La alarma cundió de inmediato entre la comunidad universitaria: ¿qué le estaba pasando al paisaje?, ¿en dónde estaban los árboles?, ¿quién había cometido tal atentado?

``Se nos explicó: el eucalipto, especie de árbol que no es nativa de México (no en balde teníamos a un rector que era doctor en Ecología), está afectando negativamente el control ecológico del campus; es un árbol que tiene la característica de `matar' todo lo que crece alrededor de él por la enorme cantidad de agua que absorbe, y por la cantidad de hojas que caen y que no se degradan fácilmente (lo digo en lenguaje lego, dada mi ignorancia de los términos propios de la biología).

``Remedio: cortar los eucaliptos y sembrar especies de árboles compatibles con el entorno. Esto se llama: Programa de Mejoramiento y Control Ecológico del Campus Universitario.''

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Pues bien, estimada lectora, a pesar de todo lo que usted y millones de personas en México y en el mundo puedan pensar en contra de los eucaliptos, el miércoles próximo en el Congreso de la Unión, y gracias a la mayoría legislativa del doctor Zedillo -la misma que aprobó, después de reducir a su mínima expresión, la ``reforma electoral más profunda y trascendente de la historia''-, habrá una nueva Ley Forestal que protegerá por encima de todas las cosas los sagrados intereses de los plantadores de eucaliptos.

Pero el próximo 6 de julio -tal como, hace ocho días, lo suplicó el doctor Zedillo en su discurso ante los 700 candidatos del PRI- no deje usted de votar por el Partido de la Recalcitrante Intolerancia, para que el ``gobierno'' conserve esa mayoría y continúe actuando, impunemente, contra el país.

-¿Y si aplicáramos el artículo 33 al doctor Zedillo, al doctor Luis Téllez y, ya encarrerados, al mismísimo señor Gurría? -me dice la Tía Mina, entregándome el portaviandas.

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En la aduana de la cárcel de Tecamacharco, leo un periódico de la tarde. ``El Partido de la Revolución Democrática votará contra la nueva Ley Forestal porque considera que es violatoria de los acuerdos de San Andrés y favorece el monocultivo de eucaliptos''. Y junto, hay otra nota en la que el presidente de la Comisión de Silvicultura de la Cámara de Diputados afirma que aquella no será una ley definitiva. ``Pronto habrá un nuevo Congreso de la Unión y podrá modificarla si lo considera conveniente''.

Esperando mi turno para ser palpado por los matones de guardia, veo un póster mal pegado sobre un muro: ``Libertad a la mexicana Raquel Gutiérrez, injustamente presa desde 1992 en una cárcel de Bolivia''. Y volviendo a lo mío, echo un nuevo ojo a los mensajes de Internet, que me imprimió la Tía Mina, y me detengo en uno muy pequeño, que sugiere: ``Busque los discursos que Julia Carabias Lillo, presidenta de la comisión de Ecología del Partido Socialista Unificado de México, pronunció en 1983-84 contra los eucaliptos. Y compárelos con lo que Julia Carabias Lillo, secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, dice actualmente sobre el mismo tema''.

-Next -me llama alguien.

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-Bonita semana -me dice, detrás de las rejas, el tonto del pueblo-: el Senado de la República autorizó a la Secretaría de Hacienda poner en práctica cinco medidas contra el lavado de dinero. ¿Cuáles son estas medidas? Nadie lo sabe, pero la ley se aprobó pasando por encima de la Constitución...

-Bueno -le digo-, para no hacer corajes hay que leer los magníficos artículos que Guillermo Almeyra está publicando los domingos en La Jornada, no sobre el neoliberalismo, término que él no acepta, sino sobre la globalización del capital financiero, en los que augura una crisis mundial sin precedente.

-Segundo punto -dice, sin oírme, el colérico reo-: la Policía Militar capturó a un mayor del Ejército federal por sus presuntos vínculos con el Señor de los Cielos, pero hasta la fecha nadie sabe cómo se llama el detenido.

-A la mejor no existe -supongo.

-Tercero: la señora Mireille Rocatti, quien, según ella, ``preside'' la Comisión Nacional de Derechos Humanos, declaró en Madrid que el acuerdo de San Andrés sobre autonomía de los pueblos indios no debe ser respetado. Mira -me dice el tonto, mostrándome La Jornada del martes pasado-. ``No (podemos aceptar una ley que permita) tener, por decir, retenes y fronteras en donde tú quieras entrar a una zona indígena, y a la mejor hasta visa te van a pedir...''

-La señora Rocatti ignora -le digo- que las zonas indígenas están llenas de retenes del Ejército, y que para entrar o salir de ellas, a los indígenas les piden que se identifiquen, lo cual es violatorio de la Constitución y de los derechos humanos que ella debería proteger en lugar de hacer y decir tantas estupideces.

-Es urgente -dice el tonto del pueblo- convocar a una campaña nacional e internacional para exigir que la señora Roca-tti presente su renuncia inmediata. ¡El principal deber de un ombudsman es la imparcialidad! No tiene por qué andar justificando ninguna de las acciones u opiniones del ``gobierno''. Pidamos una lluvia de cartas para que se vaya. Es inmoral que siga donde está.

Otro prisionero que nos escucha interviene:

-Jóvenes -dice-, acuérdense de Shakespeare: ``Nadie podrá decir `esto es lo peor', mientras pueda decir `esto es lo peor'. Ya lo vieron con Televisa: cuando creíamos que nada podía ser peor que Televisa, apareció Televisión Azteca.

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