En el actual proceso electoral para cambiar el Comité Ejecutivo del STUNAM he aceptado formar parte de la Planilla Alianza Democrática, para dirigir la Sección Académica del STUNAM porque considero necesario que se recupere la voz de los académicos, y que con ésta se expresen con claridad los problemas que se viven en nuestro medio y consecuentemente, poder generar las propuestas de solución que nos coloquen en el lugar de dignidad y respeto que la figura académica debe tener en la UNAM.
La situación laboral y académica del conjunto de mujeres y hombres que constituyen los profesores de asignatura, profesores e investigadores de carrera, técnicos académicos y ayudantes está lejos de ser la mejor: seguimos con más de 17 mil personas con 5, 10, 15 y más años de trabajo con nombramientos interinos, sin estabilidad laboral, lo que permite aún, especialmente en el bachillerato y en las ENEPS, los despidos indiscriminados y sin indemnización. El manejo de los bancos de horas sigue siendo discrecional y selectivo.
Los estímulos económicos han sido concebidos como un sustituto del salario, introduciendo prácticas no académicas, irritación, competencia, simulación y arbitrariedad en la evaluación y en su distribución. Proponemos redimensionar los montos convirtiendo una parte importante de ellos en salario. Para el retiro los profesores perdemos todas las percepciones adicionales y hoy no podemos jubilarnos con más de 10 salarios mínimos.
De igual manera es necesario revisar las múltiples e innecesarias evaluaciones buscando que sean pertinentes, realizadas por pares y de acuerdo a cada área, nivel, función y subsistema.
El Rector Francisco Barnés prometió durante su campaña un plan de recuperación salarial para todos los académicos. Queremos que este plan sea presentado a la brevedad. Sólo para recuperar en el año 2001 el nivel que alcanzamos en 1981, se requiere un incremento anual de 50 por ciento. Si esto parece imposible, por lo menos ésta debería ser la base para acercarnos más a un salario digno y suficiente a nuestras necesidades de acuerdo con el nivel de vida que merecemos.
Los académicos seguimos en la indefensión frente a los actos arbitrarios. Muestra de ellos es el maltrato ejercido con la complicidad de las AAPAUNAM a los profesores del CISE, del CICH y del CIT. Proponemos desarrollar desde la Sección Académica, la profesionalización de la defensa legal laboral y académica, de tal manera que cualquier académico en problemas pueda ser defendido independientemente de su afiliación.
Queremos construir un movimiento plural, que recupere las luchas de la Convergencia Académica por la Dignificación Universitaria CADU, de donde provenimos y donde militan profesores de todas las pertenencias sindicales y no sindicales, misma que obligó a las autoridades a aceptar hacer del salario y de los estímulos una sóla percepción, lo que impacta desde 1993 vacaciones y aguinaldo. Ahora hay que ir más lejos, reduciendo la importancia porcentual de los estímulos, sin disminuir el monto total de las percepciones, porque como todo programa, los estímulos pueden desaparecer de la noche a la mañana.
Hoy nos parece central proponer la realización tan pronto como sea posible un Congreso General Laboral Académico de la UNAM, sin exclusiones, abierto a afiliados del STUNAM y de otras organizaciones y a los no afiliados, donde discutamos entre todos, las vías de organización que nos permitan recuperar, no sólo la voz, sino también la gestión de nuestras condiciones de vida y de trabajo académico, hoy conculcadas.
Es necesario recuperar la palabra frente a la ausencia de información, formar redes de comunicación y de acción propositiva y solidaria, para reconstruir una alternativa de representación académica que revierta la situación desfavorable que hoy prevalece.
Que gane, convenciendo por su efectividad, la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo.
Este 24 y 25 de abril, los académicos afiliados al STUNAM tenemos la oportunidad de ejercer un voto que puede iniciar el cambio, que puede corregir el rumbo, inaugurando una defensa efectiva, una nueva cultura del trabajo y un sindicato, que sin dejar de ser de lucha, tenga capacidad de diálogo y de negociación, que lleve a cabo una profesionalización de la defensa laboral y que abra una nueva etapa de organización académica que surga, con legitimidad, de un congreso general académico que devuelva a los académicos sus propias formas de participación. No desperdiciemos la oportunidad.