La Jornada lunes 21 de abril de 1997

Héctor Aguilar Camín
¡Aguas!

¿El narcotráfico es un gran problema para México? No. La presión política estadunidense por el narcotráfico es el gran problema que tiene el narcotráfico para México.

Esa presión está a punto de hacernos cruzar una de las rayas de fuego que convirtió al narcotráfico en un infierno para Colombia. Me refiero a la anuencia del gobierno colombiano a facilitar la extradiciones de sus narcotraficantes, decisión que puso a éstos a disparar, secuestrar y a poner bombas contra el gobierno colombiano, y contra los colombianos en general, ya no sólo contra sus rivales.

Quien tenga dudas sobre la magnitud de ese infierno, lea Noticias de un secuestro de Gabriel García Márquez, el único libro violento y sombrío de un autor tocado por la gracia.

México ha hecho a Estados Unidos una propuesta para agilizar la extradición de criminales perseguidos por un país hacia el otro. No hay una lista formal de narcotraficantes extraditables, dicen las autoridades mexicanas y norteamericanas. La misma iniciativa habrá de construir esa lista a la brevedad, pues sería absurdo imaginar una reforma de los tratados de extradición sin la lista de casos y situaciones que hacen la reforma necesaria.

Respecto de su organización y de su peligrosidad pública, los narcos mexicanos tienen una diferencia esencial con los colombianos. No están alineados en unos cuantos cárteles. poderosos, como los que había en Colombia. Están fragmentados en una miríada de bandas enemigas.

A mediados del año pasado las autoridades calculaban que podría haber en México unas cien bandas de narcotraficantes rivales entre sí. Pocas cosas serían tan amenazantes para la seguridad pública como darle a esos archipiélagos violentos vocacion de tierra firme, vocación de unidad y fusión para la autodefensa. En Colombia se las dio la extradición. Aquí podría repetirse el caso.

Nada une más rápido y mejor a los rivales que un enemigo común mayor. Estados Unidos presiona y consigue. Pero los bombazos, los secuestros y los muertos serán en México, no en las ciudades americanas ni en las oficinas de la DEA.