Se demuestra en juicios penales la existencia de cárteles estadunidenses
Jim Cason y David Brooks, corresponsales/II, Washington, 20 de abril Ť Este mes, fiscales federales declararon ante una corte en Chicago que el encarcelado líder de una banda, Larry Hoover, ha encabezado durante los últimos 20 años una organización de narcotráfico altamente centralizada que involucraba hasta 100 mil personas en la recolección y distribución de más de 100 millones de dólares de cocaína anualmente con actividades desde Chicago hasta Nueva Orleans.
El juicio en Chicago de la organización de Hoover, los Gangster Disciples, junto con otro proceso en Miami el año pasado de dos capos de la droga, acusados de importar y distribuir directamente unos 2.1 mil millones de dólares en cocaína, contradice las aseveraciones de muchos funcionarios del gobierno estadunidense de que el narcotráfico en este país es principalmente una conspiración dirigida por mexicanos y colombianos y otros extranjeros.
De hecho, una investigación de La Jornada respecto a varios juicios mayores sobre drogas en este país reveló amplia evidencia de que mientras organizaciones criminales mexicanas y colombianas tienen un enorme poder en varias regiones de este país, hay grandes organizaciones de narcotráfico dirigidas por ciudadanos estadunidenses en otras partes del territorio.
Debido a que en Estados Unidos es muy difícil conseguir datos sobre el contrabando de drogas, y muy frecuentemente es información ofrecida por criminales condenados, quienes por razones legales podrían o no estar dando información correcta, los funcionarios de seguridad pública aquí señalan que no pueden describir con gran precisión las rutas del narcotráfico dentro de Estados Unidos. ``Si estuviéramos enterados de donde están, lo estaríamos deteniendo'', comentó un funcionario. Pero a partir de documentos oficiales de diversos juicios y los propios fiscales del gobierno federal, La Jornada ha logrado detectar algunos ejemplos de los que podrían ser caracterizados como cárteles en este país.
Organizaciones internacionales y sus vínculos estadunidenses
Por supuesto existen organizaciones extranjeras en este negocio dentro del mercado más grande de drogas del mundo. Con base en estos mismos documentos se evidencia que los narcotraficantes mexicanos y colombianos controlan el transporte y entrega de drogas en varias partes del país. Esta mercancía es trasladada a bandas criminales como los Crips y los Bloods, en California, o los Hell's Angels, activos en la región de Boston y Salem, Massachussetts.
Otros grupos que son cada vez más activos en la distribución de drogas dentro de Estados Unidos incluyen a los contrabandistas nigerianos de heroína y ahora cocaína, y algunas organizaciones más pequeñas con sede en las comunidades dominicanas y jamaiquinas.
Los capos y cárteles
La DEA ha identificado a ocho o nueve bandas de distribución en este país, incluyendo la de Jimmy Jiménez en Texas, que se dedica a la distribución de mariguana desde su sede hasta Chicago y Detroit; la New Zulu Nation, que trafica con crack en Filadelfia y otras ciudades del noreste; el grupo Sarah Bernhardt, que distribuye 1.5 millones de dosis de LSD mensualmente en la costa oeste, y el First Street Crew, con sede en Washington.
``Estas no son organizaciones altamente centralizadas, con un liderazgo de arriba abajo; son más bien alianzas fragmentadas de individuos o grupos'', explicó un analista de la DEA. ``No tienen que pasar sus ganancias a una cúpula; no hay una organización extremamente centralizada''. Pero lo que también es evidente es que existen organizaciones de narcotráfico encabezadas por estadunidenses mucho más centralizadas en este país.
Entre éstas se encuentra, en primer lugar, la Gangster Disciples. Un funcionario de la DEA entrevistado para este reportaje señaló que aunque el líder de los Gangster Disciples (Discípulos de Hampón), Larry Hoover, permanece dentro de una penitenciaría del estado de Illinois desde principios de los setentas, manejó una organización muy exitosa de narcotráfico desde su celda hasta agosto de 1995. Esta operación llegó a ser tan grande en un momento que tuvieron que emplear a dos gentes sólo para manejar las máquinas de conteo de efectivo en las oficinas centrales de la banda.
En argumentos ante la corte este mes, los fiscales federales en Chicago afirmaron que Hoover y sus colegas operaron durante 25 años una ``continua empresa criminal'' que distribuye cocaína, crack, heroína y mariguana y que extorsionaba a los distribuidores que trabajaban en sus zonas de influencia. ``Como parte de la conspiración, los Gangster Disciples obligaban a sus miembros a pagar cuotas, y los miembros que vendían droga estaban obligados a pagar un porcentaje de sus ganancias a la organización'', explicó el fiscal asistente de Estados Unidos en Chicago Ronald Safer. ``Este no es un grupo de hampones de la calle... es, en un sentido muy real, una forma ilegal de gobierno''.
Hace un par de semanas, un ex guardia de la cárcel declaró ante el jurado que Hoover tenía el privilegio de moverse libremente por la penitenciaría, así como de usar teléfonos y portar cuchillos, drogas y armas y recibir alimentos especialmente preparados para él. Desde su celda especial --la cual según testigos nunca estaba cerrada--, Hoover pudo llevar a cabo reuniones con sus colegas, arreglar asuntos de negocios con la droga, como la ``recaudación de impuestos'' y resolver disputas dentro de su organización.
``Cuentan con una organización centralizada, obligan a que las ganancias fluyan hacia arriba, a su cúpula, y tienen una estructura con líderes de sección conocidos como `miembros de la junta', `gobernadores', `coordinadores', y `soldados''', afirmó un analista en la DEA. ``A mí me suena como un cártel'', dijo a estos corresponsales.
Pero mientras la organización de Gangster Disciples era inusual, no es única. El juicio en Miami el año pasado contra dos capos del narcotráfico Willie Falcon y Sal Magluta ofrece otro vistazo del poder de los narcotraficantes estadunidenses. Falcon y Magluta fueron acusados por fiscales federales de haber manejado una de las organizaciones de narcotráfico de más larga vida en el sur de Florida, ya que importó 2.1 mil millones de cocaína entre 1978 y 1991. ``Cosecharon grandes ganancias y grandes recompensas'', afirmó el fiscal Christopher Clark ante un jurado el año pasado. ``El volumen de drogas que importaron abruma la imaginación''.
Ambos hombres operaban un rancho de ganado en la parte central de Florida; eran dueños de un equipo de lanchas de carrera y supuestamente utilizaron pistas de aterrizaje clandestinas en el rancho y las lanchas de poder para traficar cocaína hacia el sur de Florida. Utilizando un grupo de más de 27 narcotraficantes condenados, el fiscal federal detalló un sistema complejo de identidades falsas, casas de seguridad y diversiones sofisticadas para comercializar la cocaína. El gobierno también obtuvo un libro de ``contabilidad'' en el cual Magluta registró los detalles de las ventas de cocaína entre 1988 y 1991.
Aunque ambos hombres fueron finalmente absueltos de estos cargos, fuentes de la fiscalía insistieron que fue producto de una serie de intimidaciones a testigos (tres individuos asociados con el caso han sido asesinados y otros dos heridos), ya que la evidencia en su contra era abrumadora. De hecho, en un punto de su proceso legal ambos hombres propusieron un acuerdo con el gobierno por el que otorgarían 40 millones de dólares e información sobre 2 mil kilos de cocaína a cambio de una condena más ligera.
Claro que hay constantes pruebas de que los cárteles mexicanos y de otros países tienen el control de la distribución de cocaína y otras drogas ilícitas dentro de este país. Por ejemplo, a principios de marzo nueve miembros de una organización de narcotráfico mexicana fueron arrestados en la ciudad de Nueva York con dos toneladas de cocaína. Pero al mismo tiempo existe evidencia para sugerir que, al contrario de la aseveración oficial estadunidense de que no existe algo semejante a los capos y cárteles de México y Colombia en Estados Unidos, el comercio de droga con un valor de unos 50 mil millones de dólares en este país no se trata de una operación de franquicias controladas desde el otro lado de la frontera. Pregúntenle a Larry Hoover, Willie Falcon y Sal Magluta.