La Jornada 21 de abril de 1997

Monsiváis: ajena a la sociedad civil, 90% de políticas culturales en AL

Renato Ravelo, enviado, Guadalajara, Jal., 20 de abril Ť Las políticas culturales en América Latina, 90 por ciento de las cuales surgen de los gobiernos sin participación de la sociedad civil o los partidos políticos, se encuentran arrinconadas por el ``árbol totémico de la globalización'', que trata de mostrar que lo nacional es anacrónico en la medida que es anterior a lo global, sostuvo Carlos Monsiváis, durante la mesa dedicada al tema en el 20 Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (Lasa).

Allí mismo, el investigador Néstor García Canclini hizo un llamado de atención sobre la paralización que han provocado las políticas comunicacionales a las políticas culturales. Expuso que Latinoamérica se ha convertido en una región subdesarrollada en la producción, pero no en el consumo, rubro en el cual tiene altos índices.

En la mesa participaron también el investigador chileno Martín Hopenhayn -cuyo libro Ni apocalípticos ni integrados obtuvo el premio Lasa a un texto editado en español-, el sociólogo brasileño Renato Ortiz y el catedrático uruguayo Hugo Achugar.

La ponencia de Hopenhayn, Globalización y cultura: cinco miradas para un solo texto, consistió en un análisis crítico del fenómeno, entendido como una tendencia a la desidentidad, en lo que llamó ``la mirada posmodernista'', y desde la perspectiva de los jóvenes que asumen una especie de tribalismo.

Su quinta mirada, en sí una propuesta, planteó el reto común de las síntesis interculturales que ``no sólo se convierten en una posibilidad para practicar el perspectivismo, sino en una necesidad de ser perspectivista para evitar paranoias de identidad''.

El especialista Renato Ortiz abordó el tema de la globalización diferenciándola de lo que él llama la mundialización. ``No existe -sostuvo- una cultura global'', e inició una disertación acerca de la identidad desde el concepto de nación, como parte de la construcción de la modernidad, ``aunque paradójicamente ahora se puede ser moderno sin ser nacional''.

Hugo Achugar cuestionó la historiografía estadunidense de América Latina, que acude al pasado colonial como punto de partida, con lo que se desconoce la formación de las identidades nacionales como un espacio heterogéneo en constante formación.

Monsiváis lanzó preguntas: ``¿Qué políticas culturales de las aplicadas en América Latina funcionan? ¿Se trata de políticas basadas, en lo fundamental, en la resistencia, es decir, en un deseo desesperado de salir del acoso? ¿No estamos ante el designio de hacer de las políticas culturales una técnica de celebración del pasado que concluye o se congela en el instante en que da comienzo la globalización?''

Una vez más, agregó, ``el peso de las palabras totémicas con persistencia en el idioma de todos, en especial el de los medios masivos, que se aplica mecánica, dogmáticamente: `la globalización', sin necesidad de especificar, es lo que sigue al fin de la historia; se oye y se ve con frecuencia `nos hemos globalizado', `no se puede vivir al margen de la globalización', etcétera, lo que quiere decir más o menos: `Hemos perdido la identidad antigua para ocupar un sitio en el mercado libre y un boleto de entrada a la modernidad o a la posmodernidad'...''

Hasta hace poco, sostuvo Monsiváis, ``la americanización era símbolo de estatus de las clases medias, la utopía de la modernidad posible. Ahora es un sitio de encuentro multiclasista y, por ejemplo, la americanización le es indispensable a los jóvenes de clases populares que, americanizándose en diversos niveles, creen así exorcizar su estruendosa falta de porvenir''.

García Canclini señaló cuatro tendencias generadas por lo que llamó ``la paralización de las políticas culturales por parte de las políticas comunicacionales''. La primera de ellas es el ``atrincheramiento en el fundamentalismo nacional''.

La segunda es la ``tendencia a la exportación del melodrama, a partir del imaginario mundial de que América Latina es productora de realismo mágico''. Ejemplificó con los éxitos de Laura Esquivel e Isabel Allende, y con el dato de que más de 150 países compran telenovelas latinoamericanas.

A la tercera tendencia u opción la denominó ``insertarse en la cultura ecualizada y resistir un poco''. Esta tendencia encuentra su mejor ejemplo en el éxito de MTV, el canal de televisión de paga que transmite videos musicales, que en 10 años ha abierto cinco filiales y en el que se elimina lo discordante y se logra una ``hibridación tranquilizadora'', en la que se asume que se puede estar cerca del otro sin preocuparse de conocerlo.

Finalmente, la cuarta tendencia consiste en ``fortalecer la producción interna de los países, con el fin de encaminarse hacia una sociedad que no sólo sea consumidora, sino de ciudadanos que la recreen''.