SRE: el beneplácito de México y su postura de paz no se contradicen
De la redacción Ť Fuerzas políticas y representantes partidistas de diversos signos calificaron ayer negativamente la vía elegida por el presidente peruano Alberto Fujimori para liberar a los rehenes de la embajada de Japón, y también hubo voces que criticaron la reacción del gobierno mexicano al felicitar a su homólogo de Perú por haber puesto fin al conflicto, sobre todo por la forma en que Fujimori lo hizo.
En defensa de la posición gubernamental, el subsecretario de Cooperación Internacional de la cancillería, Javier Treviño Cantú, dijo ayer que no existe contradicción entre el beneplácito del gobierno de México por la solución de la crisis de los rehenes en Perú y la política de solución pacífica de las controversias que se proclama en el país.
A su vez, legisladores como Pablo Salazar Mendiguchía, integrante de la Cocopa, descartaron que una salida similar a la de Perú pudiera aplicarse al conflicto chiapaneco, pues ahí ``ni se desea ni se espera una salida violenta''.
Indicó que lo ocurrido en Perú nada tiene que ver con lo que sucede en México, porque allá se trataba de un grupo ``terrorista'' y los zapatistas no lo son. ``Y algo más importante: desde el primer momento del surgimiento del EZLN, el gobierno mexicano mostró gran disposición de resolver el conflicto por la vía del diálogo'', agregó.
Sin embargo, el diputado Juan Guerra Ochoa, también de la Cocopa, advirtió en Querétaro que el ejemplo de Fujimori puede cundir entre los sectores duros en México, y particularmente en Chiapas, donde ``pueden exterminar a los dirigentes del zapatismo y provocar una guerra para aniquilarlos aprovechando el poderío militar que tienen las fuerzas armadas nacionales''.
Al comparar el caso de Perú, donde fueron liquidados los miembros del comando del MRTA, manifestó su temor de que en Chiapas algunos grupos ``cada vez se sientan más tentados tanto para buscar escenarios electorales favorables como para satisfacer a los sectores vivos que optan por una salida violenta''.
Dijo que ante la serie de provocaciones existe el riesgo de que el EZLN empiece a responder, y ``por supuesto no avalamos que responda, pero tampoco avalamos las provocaciones que están buscando desatar la guerra''.
La dirigencia nacional del PAN consideró lamentable que el conflicto de la residencia japonesa en Lima se haya resuelto a través de la violencia; consideró que el hecho es producto del fracaso de las negociaciones y de que ninguna de las dos partes cedió en sus pretensiones. Agustín Navarro, director de Asuntos Internacionales del PAN, dijo que el asalto tuvo un ``éxito sin precedente'', para lo que una acción de esa naturaleza podía provocar. La muerte de un rehén muestra que fue una `'acción quirúrgica'' bien hecha, agregó.
En un comunicado enviado a la agencia Reuter, el EPR se declaró en ``disposición de combate'' en solidaridad con el comando del MRTA.
``Que no piense la oligarquía que con este tipo de acciones acallará la rebeldía y espíritu de lucha y el movimiento revolucionario del pueblo de Latinoamérica'', señaló el comandante Ricardo, jefe del EPR en Oaxaca.
El académico Eduardo López Betancour, de la Facultad de Derecho de la UNAM, declaró que los acontecimientos del martes en Lima constituyen una conducta de ``vergüenza y cobardía'' para la comunidad internacional, la cual permaneció pasiva y nunca realizó un acto suficientemente serio ni positivo para buscar una solución pacífica al conflicto. Añadió que al respaldar la acción de Fujimori, el gobierno mexicano se volvió su cómplice.
Para David Fernández Dávalos, director del Centro de Derechos Humanos, Miguel Agustín Pro, la acción de fuerza en Perú sienta un precedente de desconfianza del uso de la vía de negociación para solucionar conflictos.
En un mitin frente a la embajada de Perú en México, Asamblea de Barrios criticó el apoyo de Ernesto Zedillo a la acción emprendida por Fujimori. El grupo encabezado por Superbarrio, Gerardo Fernández Noroña y el Chupacabras repudió los métodos utilizados por algunos mandatarios latinoamericanos para ``resolver'' crisis sociales o políticas de sus países.
Lamentaron las pérdidas humanas, consideraron que por la vía de la violencia no podrán resolverse las controversias en el continente, y pidieron la salida del embajador de Perú en México.
A la entrada de la residencia, el grupo dejó 14 veladoras por cada uno de los guerrilleros muertos y pintas de apoyo al MRTA.