Javier Marías, el laureado escritor español, juega con la frase ``el revés del tiempo'', que recoge de William Shakespeare en escrito para el diario alemán Frankfurter Allgmeine Zeitung y reproducido por el periódico español El País (29/12/96). El revés del tiempo, su negra espalda, su vuelco. Se refiere a ella como esa imagen tan poética que resume casi toda la investigación llevada a cabo por la ciencia sobre el tiempo.
Una de esas expresiones que uno ``ve'' o quizá comprende al leerla por primera vez y en cambio empieza a no entenderla si se detiene a observarla y examinarla. ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué es esa espalda aunque la traduzcamos ``al revés''?, se pregunta y se contesta: el tiempo vuelto en el sentido de volver o regresar o acaso en el sentido que decimos volver una prenda de vestir para verle los pespuntes o a la trama del tejido, o bien es el tiempo ido, alejándose de su espalda. ¿Y qué es ese abismo aparecido no como cosa distinta de la espalda, sino su sinónimo o refuerzo?
Marías los relaciona con los versos de Manrique (1477). ``Pues si vemos lo presente/ Como en un punto es ido/ y acabado/ si juzgamos sabiamente/ daremos lo no venido/ por pasado''. Este no venido por pasado se entiende como pretérito en una parte, pero en otra podría entenderse como lo ocurrido. Dice Marías que lo venido, es lo no llegado, lo no sucedido, lo no existido, que no debemos seguir esperando, sino darlo por pasado e incorporarlo a nuestra vida. Y se pregunta: ¿será lo que no viene y es pasado, lo que discurría por aquella negra espalda y abismo que definiera Shakespeare?
¿No es esta acaso la mecánica del proceso onírico? me pregunto. Después del tatuaje, la cicatriz u ombligo del sueño o del texto --el sueño es una lectura-escritura-- desaparecen bajo todo género de ropajes. Es en el ombligo del sueño (``La inyección de Irma'') el lugar en que los hilos del sueño se aposentan en el ``no sentido''. ¿La negra espalda de Marías? Ahí donde la asociación libre freudiana reclama como modelo o paradigma la carta de un poeta: Schiller.
Ese ombligo incognocible --dice Freud-- donde los hilos del sentido se enmarañan haciendo imposible desenredarlos, ese centro, el no sentido, que es tanto como aceptar que la clausura de la metafísica no es hermética, sino que presenta fisuras por donde lo irracional hace su aparición --la negra espalda, el revés del tiempo.