Alejandro Brito y Carlos Bonfil
PAN: la apertura a la cerrazón /I

Tribulaciones de un moralista en campaña. En su encuentro con diversas organizaciones de lucha contra el sida, promovido por dos panistas el pasado miércoles 23 de abril, Carlos Castillo Peraza, candidato del PAN al gobierno de la ciudad de México, descubrió por fin la gravedad de la epidemia, delegó la responsabilidad de combatirla en una autoridad que promoverá leyes e instituciones adecuadas para tal propósito, habló de soluciones a partir de ``un trabajo no burocrático, voluntario, generoso, altruista, filantrópico y caritativo'', y todo esto lo hizo sin mencionar una sola vez la palabra condón, seguramente por no incluir en su vocabulario voces ``no biodegradables'', y porque se le da la absolución al pecador no a un instrumento pecaminoso que, como él ha escrito, contamina el drenaje. Ante el escepticismo de sus oyentes y las referencias al comportamiento de diversos gobiernos panistas, Castillo concluyó: ``Si mi palabra no les convence, me da mucha pena. Yo he tratado de ser franco, no estoy ocultando nada de lo que pienso y creo. Es mi palabra y creo que las cosas que he dicho en mi vida política las he cumplido siempre'' (El Financiero, 24 de abril).

A la elevación de su palabra a los altares deberá añadirse, con una voluminosa hemerografía en las manos, el recuento de contradicciones, desmentidos, rectificaciones, retrocesos declarativos de los panistas en lo que va de la campaña electoral. Si de algo convencen Castillo Peraza y su partido es del desastre de su proyecto moralista. Han fracasado, trátese de la homofobia de onda grupera de Vicente Fox, gobernador de Guanajuato (``El homosexualismo es una degeneración; como ciudadanos merecen todos mis respetos, no los va a apalear nadie, ni los va a molestar nadie. Pero mi opinión es que es un acto degenerativo, un acto contra natura'', A.M., abril, 1996) o del atraso de los ediles del puerto de Veracruz que en la propuesta de una semana cultural lésbico-gay perciben el retorno ``a la época de Sodoma y Gomorra'' (Sur, 25 de mayo, 1995), o de las disposiciones de Coll Carabias en Guadalajara --prohibición de la minifalda, propuesta de toque de queda--, o del retiro de fotos ``pornográficas'' en una exposición en Aguascalientes, o de las prohibiciones de obras de teatro. Cada que un alcalde panista abre la boca en asuntos de moral pública, días u horas después desmiente sus palabras y las atribuye a una campaña de difamación, obligando de paso a Felipe Calderón, líder nacional del partido, y a Castillo Peraza, candidato máximo, a cortinas de humo sobre la inconmesurable torpeza de sus correligionarios.

Esta mecánica irrefrenable conduce al desgaste interno y a la pérdida de credibilidad en una campaña cuyos principales puntos de debate --en todo caso los más publicitados-- han sido el uso de la minifalda, la satanización del condón, el nivel de los escotes, las fotos pecaminosas, y las buenas costumbres amenazadas después de las diez de la noche. Y le toca al choteo magnificar la caída del intento de regresarnos a ``las buenas costumbres'' de la provincia en el siglo XIX. Abundan los ejemplos: los procesos de ``rectificación moral'' del PAN en Guadalajara se transforman en material de regocijo para Jis, Trino y Falcón, tres extraordinarios dibujantes satíricos; en señal de protesta, una asociación de padres de familia lleva a sus hijos a la exposición censurada en Aguascalientes; en Guadalajara, un atribulado César Coll intenta remediar, a su manera antisintáctica, el despropósito de su llamado a toque de queda.

Por su parte, Castillo Peraza, gran inquisidor neoecologista del condón, se esfuerza en probar que no es intolerante y habla con organizaciones de lucha contra el sida para neutralizar su error mayúsculo en materia de ``condoecologia''. Pero ocurre que él no ha sido el único en escandalizarse con el condón o irritarse ante el tema del sida. Aquí destaca --momento cumbre de la intolerancia-- la conducta de los panistas que en la ciudad de Guadalajara allanaron un albergue de enfermos. Refiere la crónica: ``El domingo 13 de agosto de 1995, diez patrullas de la policía municipal rodean el local del grupo Ser Humano, AC de lucha contra el sida, para realizar ``una redada de homosexuales en plena orgía''.

Dos oficiales entran violentamente al lugar y se desconciertan al encontrar sólo enfermos y personal médico. Su desconcierto cede cuando descubren el motivo de su operativo: Taller de sexo protegido, anuncia un cartel en la pared''. (Programa Intimo, de Patricia Kelly, Radio Red).