La Jornada 26 de abril de 1997

Revelan el diálogo previo al ataque entre uno de los rehenes y el comando militar

Dpa, Lima, 25 de abril Ť ``¿Cómo está el panorama? ¿Dónde están los angelitos?'' Esas dos preguntas, formuladas a uno de los rehenes mediante sofisticados sistemas de comunicación, marcaron el martes el comienzo del asalto a la residencia del embajador japonés en Lima, tomada por un comando del MRTA.

``Ocho se encuentran jugando futbolito. Entre ellos (Néstor) Cerpa, Arabe, Tito y Salvador'', respondió el rehén en la comunicación hasta ahora inédita y publicada hoy por el semanario limeño Caretas.

--¿Hace cuánto tiempo?

--Recién cinco minutos.

--¿Tienen para largo?

--Unos 30 minutos.

--¿Y los demás?

--Las chicas en el primero (la primera planta). Dos nos cuidan. Son Coné y 22. Los otros dos descansan en el G (un dormitorio en el segundo piso).

--En QAP (alerta) por unos minutos, ¿comprendido?

--Comprendido.

En ese momento, dice Caretas, el asesor Vladimiro Montesinos comunica la situación al presidente Alberto Fujimori, ocupado en una diligencia judicial. El mandatario da la orden de ataque y los dos hombres reanudan entonces el diálogo.

--Promo (compañero en jerga militar), luz verde. Tienen 10 minutos. ¿Copiaste?

--Entendido.

--Ojo: todos ropa clara. Marcha de la marina es la señal.

--Copiado.

--A la primera explosión, protegerse y ayudar.

--Entendido.

--Ojo: escape por las ventanas de C y H (habitaciones).

--Entendido.

--Suerte promo.

--Sí, suerte.

El rehén (Caretas no lo precisa, pero se asegura que sería el vicealmirante Luis Giampietri) se quedó pensativo unos segundos y comunicó la situación a los otros 21 cautivos --fundamentalmente militares y policías-- que estaban enterados de los planes. Ellos, vestidos todos con ropa clara según las instrucciones previas, aguardaban el momento.

Algunos salieron entonces de la habitación para ir a las otras a comunicarles a los demás rehenes la novedad.

Unos ocho minutos después que terminara el diálogo entre el rehén y su interlocutor externo comenzaron las explosiones. Todo estaba consumado.

Las fuerzas de seguridad tenían un profundo conocimiento de lo que ocurría dentro de la casa gracias a los informes transmitidos por los rehenes mediante dimi- nutos micrófonos y transmisores introducidos a la casa en termos, en una guitarra y en una imagen religiosa.

Desde 18 días antes de ejecutarse la Operación Chavín Huantar los emerretistas estaban entusiasmados con su torneo interno de fútbol. Cerpa, Roly Rojas (Arabe), Eduardo Cruz (Tito) y Salvador, los cuatro jefes del asalto, conformaban uno de los equipos, con lo que todo el mando quedaba absorto en los partidos.

Con ocho futbolistas, las dos chicas mirando el partido desde la escalera y dos cuadros más dedicados al descanso, sólo quedaban dos emerretistas para controlar a 72 rehenes, en medio, además, de un ambiente de relajamiento que confirmó que el tiempo jugaba contra los secuestradores.

Los rehenes involucrados en el plan ya lo tenían todo previsto e incluso sabían cuántos segundos se necesitaban para ganar cada puerta de escape.

Mientras Cerpa y sus compañeros se dedicaban al deporte, 140 comandos del ejército, la marina y la aviación esperaban bajo la casa, en una cómoda red de túneles, la orden que finalmente condujo a la liberación, vivos, de 71 de los 72 rehenes que completaban ya los 126 días de cautiverio.