Por tercer año consecutivo, las celebraciones del día del trabajo, el próximo 1o. de mayo, serán distintas a las de decenios anteriores. En ese pasado reciente era indiscutible el predominio de un sindicalismo oficialista, domesticado y monolítico; sus jefes vivían el apogeo de su poder, gozaban de buena salud física y política y eran pieza clave, pilares, del poder político priísta.
Durante al menos 50 años, desde el sexenio alemanista, el 1o. de mayo fue una celebración obrera desnaturalizada, envilecida; un verdadero e insultante carnaval, ocasión --cada año-- para rendirle homenaje al Presidente en turno. Desde Miguel Alemán hasta Carlos Salinas, los jefes del gobierno acompañados de los capos sindicales, medio siglo presidieron en el palco central de Palacio Nacional el llamado día del trabajo, fecha conmemorativa de contenido proletario en recuerdo de los luchadores obreros, mártires de Chicago. El 1o. de mayo de 1952 se llegó hasta la ignominia de declarar obrero número uno de la patria a quien como Presidente ordenó el asalto al sindicato de trabajadores ferrocarrileros para inaugurar la época del charrismo. Ese mismo día la polícía de la capital, a un costado del palacio de Bellas Artes, llevó a cabo una violenta represión contra la columna comunista y en esa acción cayó muerto el joven comunista Luis Morales.
El predominio del sindicalismo oficialista fue casi absoluto, sólo parcialmente interumpido en algunos momentos: en 1956 por los maestros de la sección IX del SNTE; en 1958 y 59 por la insurgencia de los ferrocarrileros encabezados por Demetrio Vallejo; años más tarde por el movimiento de electricistas dirigido por Rafael Galván.
Sin embargo, hoy soplan vientos de renovación en el movimiento sindical. Simbólicamente se expresa en la forma distinta como va a conmemorarse el 1o. de mayo el próximo jueves. Fidel Velázquez y otros dirigentes por completo adictos a las políticas oficiales, abandonan el escenario del Zócalo y van a celebrar, con el Presidente Zedillo, en un auditorio cerrado; la Intersindical Primero de Mayo y los sindicatos foristas, por su parte, marcharán por las calles de la ciudad para denunciar los estragos atroces del neoliberalismo sobre la clase obrera y todos los trabajadores, y a exponer sus reclamos de cambio al rumbo económico del país.
Las nuevas posibilidades de cambio en el movimiento sindical tienen causas de fondo. Se rompió sin remedio el viejo pacto social, base de la llamada alianza del movimiento obrero con los gobiernos priístas; el modelo económico neoliberal impone a los trabajadores los mayores sacrificios; redujo --reconoce Juan S.Millán, secretario general del PRI y dirigente de la CTM-- el salario real en 70 por ciento; aumentó el número de desocupados parciales y totales hasta 11 millones, y extendió la pobreza a 40 millones de mexicanos. Se angostaron, así, las posibilidades de hacer concesiones y los márgenes de maniobra para mantener el control gubernamental sobre los sindicatos. Eso explica el nacimiento del Foro El sindicalismo ante la Nación, cuyo propósito es establecer nuevas formas de trato y negociación con el gobierno, aunque sus metas de democracia sindical son nebulosas y el forismo puede concluir en un intento de reedición del corporativismo.
Como quiera, este 1o. de mayo el Foro converge con el sindicalismo clasista representado por la Intersindical Primero de Mayo, en su demanda de rectificaciones al rumbo económico, en su rechazo a las Afores y en otras demandas centrales del movimiento obrero. De esta manera y con otras manifestaciones de renacimiento de las luchas obreras --como la demanda hecha por grupos de ferrocarrileros, de un aumento de salario y pensiones de mil pesos mensuales--, el próximo 1o. de mayo ya es diferente. Además será un aporte a la transición democrática, tan necesaria para el país, y a la cual un movimiento sindical independiente podría dar un impulso decisivo.