Versión amarillista
El amarillismo que requieren todos los medios de información, todos, para poder vender sus productos, pues finalmente es de lo que se trata, hizo que las declaraciones de Gabriel García Márquez en Zacatecas, acerca de la ortografía española, fueran caricaturizadas. Pero ni es un sinsentido ni es el primer premio Nóbel del idioma español que lo propone. Ya lo hizo antes, y lo practicó en su propia obra, Juan Ramón Jiménez. Cuando uno observa la hermosa colección Premios Nóbel que la editorial Aguilar publica en tomos a todo lujo, papel cebolla, cubiertas repujada e incrustaciones doradas, colección que no falta en ninguna biblioteca no leída, de ésas que se compran por metros y se adquieren para que hagan juego con el tapiz de los muebles, salta a la vista lo que parece una falta de ortografía imperdonable: en el lomo dorado y azul prusia correspondiente a Juan Ramón Jiménez, se lee ``Obra Escojida'', (que debería estar escrita con g, digo para quien no encuentre nada raro). El gran poeta propone escribir siempre con J el sonido fuerte y aspirado: jarro, jentil, jitano, joder, jumento, como jerga y jinete, y así lo hace en su obra. García Márquez, menos valiente, no ha predicado con el ejemplo.
Una letra para un sonido
La ortografía perfecta es la que asigna una letra a cada sonido y un sonido a cada letra. Punto y ya. Así es probable que hayan comenzado todos los alfabetos, pues resulta difícil imaginar que un pueblo invente dos letras para un mismo sonido o una letra muda sólo para complicarse la vida y la escritura y luego reprobar aspirantes a la universidad. Pero con el paso de los siglos el idioma hablado cambia más rápidamente que el escrito y comienzan las complicaciones. Tres letras del griego moderno suenan i: la iota, la ita y la ípsilon.
Pero al parecer no sonaban igual en griego clásico, pues las palabras con ita pasaron al español con e, y la propia letra la conocemos como eta. La ípsilon, dice Erasmo, sonaba como la u francesa. Ahora es un lío, pues, además, hay dos combinaciones de vocales que suenan i: ómicron-iota y épsilon- iota. Así que el sonido i tiene cinco representaciones, lo cual hace aterrador buscar en el diccionario una palabra como piitikí, con (creo) 625 permutaciones posibles. ¿No es una maravilla el español? Agradecería confirmaciones o rectificaciones del cálculo al fax 5101901.
Ortografías sensatas
Tres idiomas, hasta donde conozco, tienen magníficas ortografías, por acercarse mucho al ideal de una-letra, un-sonido: son el alemán, el italiano y el español. El peor sería el inglés, donde, como en chino, debe una aprender a escribir cada palabra, pues las mismas letras no suenan nunca igual. Pero nuestro idioma ha acumulado conflictos al perder sonidos, sobre todo en América, donde no pronunciamos la Z ni las sílabas ce, ci, y las confundimos con la S, por lo cual nos preguntamos si debemos escribir sesina o cecina o cesina o secina: todo lo cual suena idéntico en América y en algunas regiones de España, como Andalucía, donde las zetas se lanzan al azar y gusto del hablante, tanto que alguna vez escuché a un taxista decir zoy. Con todo, no podemos eliminar la Z, ni el sonido ceceado de la C sin entrar en conflicto con millones que sí hacen la diferencia, más todavía cuando resulta tan importante como en ``animal de casa'' y `` animal de caza''.
La LL y la Y
La doble ele y la ye o y griega sólo conservan sonido diferente en algunas regiones de España, por cierto no en Madrid, y en regiones de Sudamérica. Esto hace difícil su eliminación, pues algunos bolivianos, por ejemplo, hacen claramente la distinción entre ``calle'', pronunciada como ``calie'', con la i muy cerrada y rápida, y ``cayeron'', que se pronuncia igual en todos nuestros países. Es otro par de letras que no podría eliminarse sin afectar regiones y países para los que expresa sonidos diferentes
La G y la J
Pero en ninguna parte hay diferencia entre ge y je, gi o ji. Puede por tanto eliminarse una de ellas. Juan Ramón Jiménez no sólo escribe ``obra escojida'', sino ``ánjel'', ``jitano'', etcétera. Esto es, deja la J para el sonido fuerte y la G para el suave. No lleva la norma a sus últimas consecuencias, pues entonces deberías escribir ``guerra'' ya sin la absurda u muda: gerra. El italiano, más sensato, empleó para indicar ese sonido, la inútil h muda y así el apellido del Dante, que nosotros escribiríamos Aliguieri, con una u que debe declararse muda, en italiano se escribe Alighieri. Sirve así la H para no decir ``aliyeri'', como sonaría la G seguida de ie.
La H
Por supuesto la H tampoco la pronunciamos en ningún país de habla hispana, así que deberíamos eliminarla, como hizo el italiano, al que ninguna falta le hace para escribir Umberto, y en cambio la emplea para distinguir algunas palabras que suenan igual, por ejemplo o (con el significado que tiene en español) y ho (tengo). Podemos hacer lo mismo, escribir uésped, ospicio, otel, aber, y dejar la H en he, has, ha. Y hasta usarla también para escribir gherra, ghitarra, o más fácilmente: gerra y gitarra, declarando que la ge siempre suena suave.
La V
La v con sonido labiodental no existe en ningún país de habla hispana, ni ha existido jamás: de España a Chile es un sonido que no conocemos, por eso mismo es tan difícil enseñarlo cuando se estudian los idiomas que sí lo poseen, como el inglés, el francés, el italiano, el portugués y otros. Como no tiene sonido diferente la llamamos ve chica, ve de vaca, u ve. Ahora los locutores y los cantantes han puesto de moda el tratar de pronunciarla, pero es un esfuerzo artificial y da como resultado una pronunciación extraña, ajena, propia de extranjeros. Deberíamos simplemente suprimirla y escribir baca, tal y como pronunciamos.
Los acentos
Suprimir los acentos trae dificultades de lectura, como puede comprobar cualquiera que deba leer discursos escritos en puras letras mayúsculas. Las reglas son muy sencillas y se pueden resumir en dos.
La dificultad estriba en la tontería con que las hemos enseñado y cómo hemos vuelto difícil lo que es fácil.
En resumen: podemos mejorar nuestra ya bastante racional y sensata ortografía española si eliminamos la V, dejamos la H sólo para formar la CH, dejamos la J para todo sonido fuerte, la G para todos los suaves (gato, gerra, gitarra, gorro, guante), y enseñamos con más eficacia nuestras sencillas reglas de acentuación.