Iván Restrepo
Telegrama urgente
Hace tres meses, los pilotos del puerto de Cozumel enviaron al presidente de la República un telegrama urgente donde le hacían saber que la construcción del muelle Puerta Maya, contiguo al que actualmente funciona en dicha isla, se realizaba de manera incorrecta por lo que se convertiría en un peligro para el atraque de los numerosos y grandes cruceros turísticos que arriban a Cozumel.
Fue la última advertencia que los pilotos hicieron sobre la necesidad de tomar medidas técnicas que impidieran accidentes. Nadie hizo caso. No debe extrañar entonces que el pasado 4 de abril el crucero Majestic of the Seas, de 77 mil toneladas de peso y con más de mil pasajeros a bordo, al intentar atracar chocara contra un duque de alba --nombre con el que se conocen los pilotes que sirven para alargar la zona de soporte de un muelle, en este caso el de Puerta Maya. Cinco días después, otro crucero, el Stella Solaris, tuvo también problemas al atracar.
En 1993 los pilotos divulgaron un dictamen técnico en el que señalaban que entre el antiguo muelle y el que ahora se construye debía haber, mínimo, 500 metros de distancia, en vez de los 400 estimados en el proyecto. Ni siquiera se respetó esto último: el Instituto Nacional de Ecología autorizó que estuviera a 350 metros. La distancia se redujo aún más, a 230 metros por la edificación del pilote. Igualmente advertían que los fuertes vientos que se presentan en la zona y las corrientes marinas, exigían tomar medidas para evitar accidentes y permitir que las maniobras de atraque se realicen sin contratiempo. Los expertos insistieron en las dificultades con grandes cruceros, que miden en ocasiones más de 250 metros de largo y más de 30 de ancho.
Todavía recientemente enviaron una carta a los dueños del nuevo muelle, el Grupo H, en la que sugerían no colocar el citado pilote, o que lo pusieran al sur de la nueva estructura para no obstaculizar el atraque. No hubo respuesta.
Aunque los directivos de la empresa que edifica el nuevo muelle estimaron que el ``recargón'' del Majestic of the Seas fue apenas un gran susto, un riesgo que había que correr, que no hubo pérdidas materiales mayores, sólo dos personas lesionadas y muchos asustados (entre ellos buzos del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Politécnico que trabajaban en el área), los pilotos insisten en que la forma y ubicación de la obra es ``un peligroso escenario de tráfico marítimo'' por lo que urgen medidas de seguridad extremas para evitar nuevos ``sustos''.
Si esos accidentes son intrascendentes, en cambio debe preocupar a todos lo que sucede frente a Cozumel, en el corazón del corredor turístico Cancún- Tulum, el más importante del Gran Caribe. Nos referimos a Playa del Carmen, cabecera del muncipio más joven de Quintana Roo: Solidaridad lleva por nombre, en muestra clara del oportunismo y la complacencia política hacia el magno programa salinista que prometió acabar con la pobreza y conducir a los mexicanos al primer mundo. Hoy es la zona del país que más rápido crece en población y en actividades turísticas, pero a costa de graves desajustes sociales y económicos y sin mínima planeación urbana.
Lo anterior es fácilmente comprobable tanto en Playa del Carmen (que de contar hace apenas un cuarto de siglo con unas cuantas familias hoy alberga a miles), como en el resto de la franja costera de 120 kilómetros que va de Cancún a Tulum: aquí se repiten y magnifican los errores cometidos en Cancún y en otros grandes centros turísticos. Los poderosos inversionistas hoteleros, algunos con capitales de dudoso origen, hacen naufragar el ordenamiento ecológico proclamado hace tres años como ejemplar en su tipo, violan la legislación ambiental y las normas mínimas de sostenibilidad. Se impone la ocupación salvaje del territorio, la ganancia fácil, los asentamientos irregulares que conforman los migrantes que llegan en busca de empleo, las invasiones de tierra amparadas en fines electorales, la corrupción. Todo se conjuga para enraizar desajustes sociales y ecológicos más críticos cada día.
Pese a las repetidas promesas del presidente Zedillo y sus más cercanos colaboradores de no permitir un crecimiento desigual, garantizar el desarrollo sostenible y bienestar de las familias, el municipio de Solidaridad, y Playa del Carmen en particular, ejemplifican cómo el discurso gubernamental no se cumple. En cambio es visible mayor concentración de riqueza y recursos mientras avanza el deterioro ambiental.