Otro 1o. de mayo induce a la reflexión sobre el movimiento obrero organizado en México, corporativo en su abrumadora mayoría. He aquí seis tesis alusivas que presentamos a la reflexión de los lectores.
Primera: Freno mayor a la democracia mexicana está representado hoy por el movimiento obrero corporativo. La democracia en sentido amplio, como cultura y forma de vida, no puede excluir a grupos amplios del conjunto social, y menos al movimiento obrero; la mayoría de los procesos de democratización en el mundo, desde el siglo XIX, más allá de su signo específico, se han hecho en nombre de la clase trabajadora. Además, la ``integración'' corporativa del movimiento obrero al antiguo régimen --como una de sus columnas vertebrales-- impide la apertura y la flexibilidad democratizadora del propio régimen.
No habrá plena democracia en México hasta que el movimiento obrero, en sus sectores principales, cobre plena democracia interna e independencia del gobierno.
Segunda: Los casi cien años del principal dirigente del corporativismo, es simbólico en dos sentidos: primero, la resistencia de esa organización a transformarse (la longevidad del movimiento obrero controlado es única en el mundo) y, segundo, el límite biológico de Fidel Velázquez pudiera ser la señal de la renovación. Pero ¿será así?
El movimiento obrero ha sido, a lo largo del siglo, la ``vanguardia'' o ``punta de lanza'' de las luchas en favor de la democracia. En México, después de haber cumplido diversas ``hazañas'' históricas (hace décadas), el movimiento obrero, por su corporativismo, parece estar al margen de la historia del país.
Tercera: Igual que el régimen caduco que sostiene, el movimiento obrero corporativo cumplió ya ``su función histórica''. Hizo posible una acumulación nacional de capitales y, cuando fue necesario, actuó en contra del imperialismo (la nacionalización del petróleo).
El arribo del modelo archiliberal (hace 15 años) cambió radicalmente su función: de sostén de un régimen nacional soporta ahora una nueva etapa de la acumulación del capital de signo contrario: preponderancia de las corporaciones internacionales, del capital financiero especulativo, de la concentración de la riqueza, de la extensión de la pobreza extrema, del desmantelamiento de la mediana, pequeña y microindustria.
Ha sido testigo también del desmantelamiento del sector económico del Estado y de las privatizaciones, de la destrucción de una serie de servicios del Estado de bienestar y, como si fuera poco, ha debido pagar con más del 60 por ciento de su salario la aventura antinacional del nuevo modelo económico.
Los trabajadores mexicanos, gracias al corporativismo, han sufrido la ``perfecta negación del hombre'' que trae consigo el modelo económico en boga.
Cuarta: El movimiento obrero corporativo fue puntal en la construcción del Estado nacional mexicano. Ahora, a través de los fuertes controles que ejerce y que le otorgan amalgama, disciplina y mando vertical, el corporativismo ha hecho el papel de simple subordinado del capital. Ningún fin propio, ningún fin nacional, ningún fin reivindicativo en favor de la clase obrera y de la sociedad en su conjunto. El corporativismo como simple medio de férreo control sobre el movimiento obrero (férreo control que se ejerce en favor de las clases dominantes).
Quinta: El neoliberalismo y ``la nueva sociedad'' moldean al movimiento obrero de una manera diferente respecto a su condición anterior. Propician su fragmentación y desbaratan los valores de solidaridad y unión (fraternidad) que le son sustanciales. El proletariado (no sólo en México) aparece como deslavado y sin capacidad de lucha. En un modelo económico que generaliza la desocupación como estrategia, el valor de la conservación del trabajo se hace crucial. El peligro de la pérdida del trabajo acrecienta la docilidad de los trabajadores.
Este conjunto de factores, y otro fundamental: el desarrollo de la llamada sociedad de servicios, han desplazado el peso específico político del movimiento obrero hacia la sociedad en su conjunto, con muchas y variadas consecuencias que no podemos examinar aquí.
Sexta: Pese a las dificultades señaladas, hay un horizonte posible que se dibuja tímidamente en algunos países (por ejemplo, en Francia), y que podría significar el esbozo adelantado de nuestro futuro: la convergencia de luchas e intereses entre el movimiento obrero y la sociedad en general. La sociedad se proletariza y el movimiento obrero se socializa, abandona su posición exclusiva de clase para asumir luchas más generales, sociales. El apoyo, entonces, es recíproco y la efectividad de las batallas por la democracia y la justicia puede ser más efectiva.