The New York Times (NYT) publicó el pasado 31 de marzo un reportaje sobre la injerencia política de Estados Unidos en el exterior, a propósito del escándalo que suscitó el financiamiento de China a campañas de candidatos republicanos y demócratas. El periódico neoyorquino afirma que Estados Unidos está probando cucharadas de su propia sopa y da cuenta de las diversas estrategias que el gobierno estadunidense ha utilizado para intervenir de manera abierta o secreta en la vida política de otras naciones.
En el tercer párrafo de su reportaje, el NYT afirma que la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) ``fue creada hace 15 años para hacer de manera abierta lo que por décadas la Agencia Central de Inteligencia ha hecho ocultamente'', gastando 30 millones de dólares anuales para financiar partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios de comunicación en diversos países.
Después de repasar proyectos de la NED en varios lugares, el artículo del NYT señala que ``éstos son algunos de los más benignos esfuerzos estadunidenses para intervenir en la política doméstica de naciones alrededor del mundo'', e indica que tuvo acceso a esta información analizando documentos desclasificados, y memorias y expedientes de audiencias del Congreso.
Desde su creación en 1983 durante la administración del presidente Ronald Reagan, la NED ha suscitado controversia en Estados Unidos y en países donde financia proyectos de grupos locales. En los estatutos que recibió del gobierno, la NED queda definida como agencia no gubernamental. Sin embargo, casi nadie lo cree. Se da por hecho que la NED es una institución que complementa a la CIA en la promoción de los intereses geopolíticos de Estados Unidos. Liberales y conservadores estadunidenses debaten si la NED cumple o no con sus objetivos en las naciones donde opera, en tanto que la izquierda la rechaza por su carácter intervencionista.
Desde 1985 la NED ha financiado en nuestro país a grupos como la Confederación de Trabajadores de México, la Confederación Patronal de la República Mexicana y la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio. En los últimos años, la NED ha dirigido su apoyo financiero a organizaciones de observación electoral y derechos humanos.
Estas últimas defienden su relación con la NED argumentando la diversidad de los grupos apoyados por ella, el que ésta no condiciona sus planes de trabajo y la transparencia pública con que manejan los fondos que reciben. Todo ello es cierto. Pero el problema con la NED anda por otro lado: el uso político que hace de los proyectos que auspicia. Al respecto, es muy ilustrativo el reportaje que publicó La Jornada el 19 de abril sobre el financiamiento de Estados Unidos a organizaciones civiles mexicanas. Artículos similares sobre los objetivos y proyectos de la NED han aparecido en El Financiero.
Si el gobierno de Estados Unidos desea contribuir al buen desarrollo de las elecciones, puede hacerlo de manera pública y transparente, en lugar de utilizar el disfraz de la NED. Lo más apropiado sería dirigirse al Instituto Federal Electoral (IFE) para manifestarle sus planes de cooperación y observación en cuanto a las elecciones.
Con el apoyo nacional y del exterior, el IFE obtendría los fondos necesarios para garantizar la observación electoral por organizaciones civiles. Estas no tendrían ya necesidad de recurrir a agencias paraestatales como la NED, poniendo fuera de duda su independencia y credibilidad.
No obstante los problemas y obstáculos que enfrenta, corresponde a los mexicanos y mexicanas alcanzar la transformación democrática del país. Para lograrlo podremos aceptar, sin menoscabo de la soberanía, cooperación del exterior, mas no intervención abierta o solapada, así llegue con las mejores intenciones.