La Jornada 18 de mayo de 1997

Dicta un juez español prisión incondicional a Chapa tras 2 horas y media de interrogatorio

Braulio Peralta, corresponsal, Madrid, 17 de mayo Ť A las 18:30, hora local, Pablo Chapa Bezanilla ingresaba a la cárcel de Carabanchel de esta ciudad. El juez central número cuatro de Instrucción de la Audiencia Nacional, Carlos Divar Blanco, había dictado ``prisión incondicional'' tras dos horas y media de careos con el ex fiscal especial de los casos Colosio y Ruiz Massieu, de la Procuraduría General de la República (PGR).

Las primeras versiones sobre el destino del detenido indicaban que sería trasladado a la prisión de Soto del Real, pero posteriormente se confirmó que sería llevado a Carabanchel.

En el acto de sentencia estaban presentes el abogado defensor escogido por Chapa Bezanilla, Enrique Gutiérrez --miembro del Colegio de Abogados de este país--, y personal de la representación de la PGR en Madrid, entre ellos Rodolfo de la Guardia, reacio a dar cualquier informe a los medios de comunicación.

Luego del postre, la detención

Largo día el de Chapa Bezanilla en Madrid, desde que anoche a las 22 horas fue detenido en la calle Goya, en el barrio de Salamanca de esta ciudad.

Cenaba con su primo, Alberto Bezanilla, en un restaurante vasco. Inspectores del Cuerpo Nacional de Policía del Servicio de Información Exterior, apoyados por agentes mexicanos, esperaron a que primo y ex fiscal terminaran su postre. Inmediatamente después sería la detención, sin necesidad del uso de la fuerza: Chapa no opuso ninguna resistencia. Esposado, subió a la camioneta de la policía. Detrás del vehículo iba otro con personal de la agregaduría de la Procuraduría General de la República en Madrid, que encabeza José Luis Cervantes.

El detenido usaba bigote y perilla (una porción de pelo que cuelga de la barba, con la que, dicen, salió de México). No llevaba ninguna identificación personal.

La propia policía reconoció que un par de veces estuvo a punto de detenerle, sin llegar a hacerlo, como una forma de estar segura del arresto inmediato. Llevaban dos semanas de vigilancia. La operación se considera ``discreta'', sin grandes alardes policiacos. Por cierto, la policía española iba sin vestimenta oficial, con ropa de civil.

Apenas conocida la detención, ayer mismo el ministro del Interior español, Jaime Mayor Oreja, informó de todo lo ocurrido al propio secretario de Relaciones Exteriores mexicano, José Angel Gurría Treviño. (México tiene un plazo de 45 días hábiles para solicitar formalmente la extradición de Chapa Bezanilla, según el Tratado firmado entre ambos países el 23 de junio de 1995, y ratificado apenas en el Diario Oficial de la Federación de México, en abril pasado.)

A las 11 de la noche del viernes, Chapa Bezanilla ingresó a la sede de la Brigada de Información Exterior, en la calle Canillas número 53, una antigua academia de policía. Ahí pasó toda la noche, totalmente incomunicado.

Dicen que no durmió. Que se mantuvo con luz hasta la madrugada. Tampoco quiso tomar alimentos. Alrededor de las nueve de la mañana se le notificó que pasaría a juicio en la Audiencia Nacional, a la una de la tarde. Aceptó tomar un café negro, de esos cargados al estilo madrileño. A las 12:45 abandonaba el lugar para ser trasladado a la Audiencia.

Escoltado por dos agentes judiciales españoles, Chapa Bezanilla --saco a cuadros, sin corbata-- era introducido a la Audiencia Nacional por la parte trasera, en un automóvil gris plomo, marca Ford, camuflado. El reportero apenas pudo verle el rostro un instante: estaba bastante demacrado. Ya lo esperaba el juez cuarto, Carlos Divar Blanco que, al llegar a la sede de la Audiencia a la una de la tarde en punto, reiteradamente repetía a la prensa: ``Nada, no digo nada... No voy a decir nada''. Lo mismo la PGR. Y lo mismo el abogado defensor, Enrique Gutiérrez.

En la Audiencia Nacional, el ex fiscal fue sometido, primero, a un examen forense, a fin de reconocer si no fue objeto de torturas durante su detención y en su tiempo en prisión eventual. Inmediatamente después pasaría a manos del juez, quien le explicó, pormenorizadamente, todos los delitos de los que lo acusa el gobierno mexicano.

Carlos Divar Blanco se los leyó: asociación delictiva, violación de leyes sobre inhumaciones, uso indebido de atribuciones, simulación de pruebas materiales, etcétera... Nadie pudo decirnos qué respondió Chapa Bezanilla, o su abogado, Enrique Gutiérrez. Todo fue a puerta cerrada. Aunque extraoficialmente se supo que Chapa y su abogado intentaron conseguir la libertad bajo fianza, que inmediatamente se les negó.

A las 15:20, hora local, Divar Blanco dio su veredicto: ``prisión incondicional'' y a la espera de la petición de extradición del gobierno mexicano.

La PGR en Madrid tenía la orden superior de que, bajo ningún aspecto, se le dejara libre. Y en el caso de que así sucediera, inmediatamente apelar a un recurso. (Podría haber sucedido que al acusado le quedara, uno: en el régimen de ``medidas cautelares'', o sea, con arresto domiciliario. Dos: la libertad bajo fianza que, desde un principio --e incluso desde las autoridades españolas-- estaba descartada . Y tres: la prisión, tal como sucedió).

La huida de México

La Dirección General de Policía del Ministerio del Interior asegura, en un comunicado, que Pablo Chapa Bezanilla huyó de la ciudad de México ``oculto en el interior del maletero (cajuela) de un coche''. Hasta ahora nadie explica cómo llegó al aeropuerto Benito Juárez del Distrito Federal para abordar el avión directo a la terminal de Barajas, en Madrid. Y ya se especula que primero fue a Estados Unidos, en automóvil, y de ahí viajó a España. Tampoco se sabe dónde ha estado el ex fiscal desde febrero de este año.

Lo que sí se sabe es que tenía 20 días (aunque la edición nocturna de hoy en el diario El País habla de 40) viviendo en la casa de su primo Alberto Bezanilla, en la zona residencial de Villanueva del Pardillo (no Villafranca, como se informó en México), de apenas mil 500 habitantes. Es una zona que, en coche, está a 35 minutos de Madrid. En Villanueva del Pardillo vive gente considerada de la clase media a la alta; está dentro de la zona oeste de Madrid, una de las más lujosas.

Ya desde los primeros días de su llegada a Madrid, inspectores del Cuerpo Nacional de Policía del Servicio de Información Exterior tenían la ``orden de busca y captura internacional'', según el propio comunicado del Ministerio del Interior, quien señala que la ``orden de petición de extradición'' expedida por las autoridades mexicanas está ``basada en una serie de acusaciones que pesan sobre el ex funcionario'' mexicano.

El pitazo a la policía española lo habían dado autoridades mexicanas, sabiendo que Chapa Bezanilla tenía familiares muy cercanos en España.

También la embajada de México en España dio a conocer esta tarde un comunicado, aun cuando la madrugada del sábado fuentes diplomáticas negaron conocer sobre el asunto.

El boletín ratifica la decisión del gobierno mexicano de ``presentar formalmente la petición de extradición con los elementos de hecho y de derecho que sirvan de fundamento''.

Los diarios madrileños, en su edición nocturna, nada decían de los sucesos. Fue hasta la edición de esta mañana, y con informaciones desde México (las agencias Reuter y France Press, o el corresponsal en México para el diario El Mundo, Javier Espinosa), que se conoció la noticia que empezó a surgir en la televisión y la radio locales. Ningún diario lo anunció en primera plana, y el desplegado en interiores era mínimo.

La PGR en Madrid tenía la orden estricta de guardar silencio hasta que todo se hubiera consumado y se diera a conocer el asunto desde el Distrito Federal. Cumplieron con su palabra.

Ahora, sólo queda esperar la respuesta del abogado defensor del acusado, Enrique Gutiérrez, que bien podría recurrir, en el marco de la legalidad --y a toda costa-- para negarse a la extradición de Pablo Chapa Bezanilla a México. (No hay que olvidar que Angel Rodríguez, El Divino, lleva más de un año preso en Madrid --en la cárcel de Soto del Real-- a la espera de su extradición y que en México, el procurador Jorge Madrazo Cuéllar aseguró que ese trámite podría llevar de 12 a 18 meses).

Sin embargo, las autoridades españolas se notan muy sensibles en este tema, toda vez que México ya ha aceptado el primer caso de extradición de un vasco --Oscar Cadenas-- para ser entregado al gobierno de España, que lo acusa de ``terrorista'', miembro de la organización independentista armada ETA.

Carabanchel, el lugar donde ahora ``descansa'' Pablo Chapa Bezanilla es una prisión de las que se pueden considerar históricas en la vida política de un país. Lo que en la ciudad de México es Lecumberri --por aquellos sucesos del 68--, Carabanchel lo es para los republicanos españoles que sufrieron la cárcel en la época de la dictadura del general Francisco Franco. A Carabanchel ingresaron presos muchos de los intelectuales que difirieron hasta 1976 con el régimen del general Franco. En ella pasaron años de prisión intelectuales y partidarios de posiciones de la izquierda española, tanto comunistas como socialistas, anarquistas y republicanos.

Hoy, Carabanchel es una prisión con muy pocos presos, aunque se considera una de las más seguras, sobre todo por las últimas reformas que se le han venido haciendo. Su espacio innovador, acorde con los nuevos tiempos, lo han ocupado nuevas instalaciones a las afueras de Madrid: las cárceles de Soto del Real y Alcalá-Meco, consideradas de alta seguridad. Pablo Chapa Bezanilla estará aquí, en espera de su futuro.