AFICIONADOS
Elena Gallegos, enviada, Guadalajara, Jal., 22 de mayo Ť A falta de equipos, balón y público, el juego de hoy en el Jalisco fue de palabras, en el que los adversarios no lograron mover el escore.
Y así, en estos tiempos de definiciones en política y futbol, futbol y política terminaron mezclándose.
--¿Cuál es su pronóstico? --aventó la bola pensando unos en el Torneo de Verano.
--¿A qué partido le va? --remataron otros en velada alusión a los comicios del 6 de julio.
Sin embargo, Ernesto Zedillo había anticipado la jugada. Por eso, fintó (``para no perder el esférico'', hubieran narrado los cronistas): ``En tiempos electorales y deportivos no hay que hacer pronósticos exactos...''.
--Pero, ¿a quién le va? --punzó el adversario sin darse por vencido porque a fin de cuentas todavía faltaba el segundo tiempo, y como dicen los clásicos (¿del fut o del beis?), el juego no se acaba hasta que se acaba y el último minuto también tiene sesenta segundos. El Presidente no se deja driblar:
--Hay que dejar que las fuerzas actúen, tanto en las competencias políticas como en las deportivas.
En el estadio Jalisco, bajo unos toldos que se levantaron a mitad de la cancha --justo en la banda izquierda-- para proteger a los visitantes del aguacero (porque aquí llovió a cántaros) y en el intermedio del desatinado partido que Las Chivas fueron a hacer en Morelia, comenzó el otro juego: el del futbol y la política.
Funcionarios, empresarios del futbol, los stars de la selección con el cada vez más antipático Bora y algunas de las viejas (y por eso irreconocibles) glorias del futbol tapatío, habían saltado, minutos antes, a la grada que en otros --esos sí buenos-- tiempos pisaron y llenaron con su destreza los Pelé, Platini, Sócrates, Zico, Gianni Rivera Bambino de oro, y muchos más.
Al son de Guadalajara --tras su paso el mariachi rasgaba cuerdas y hacía sonar las trompetas--, que a fuerza de agua ahora sí olía a pura tierra mojada, el presidente Zedillo llegó al mismo tiempo (como lo reproducían las seis pantallas de televisión en el Jalisco) que el Himno nacional comenzó en la cancha del Morelia.
Los muchachos de Bora estallaron en aplausos, pero no por lo que pasaba en la capital michoacana sino al descubrir al personaje con el que compartirían el partido de futbol, que no político. Ahí estaban Carlos Hermosillo --¿cuántos goles le vas a anotar a El Salvador?, le dijo de paso Zedillo--; Marcelino Bernal; José Manuel Abundis; Duilio Davino, Pavel Pardo y otros. En el sillerío puesto frente a las pantallas el mandatario ocupó su lugar en primera fila
Empezaron las acciones en Morelia y las inciertas Chivas mantuvieron en ascuas a los empresarios y directivos del futbol que rodeaban al presidente. Atrás, Aurelio Martínez --tuvo sus buenas temporadas como mediocampista-- se mordía las uñas, se desesperaba, meneaba una y otra vez la cabeza. Su equipo, de plano, hoy no dio una.
Era pues el principio del desconcierto del chiverío, cuando Ricardo Méndez, gerente de la selección, le tocó en el hombro al presidente. Algo le dijo al oído. Entonces Ernesto Zedillo alzó la voz y, apoyándose con señas, soltó: Necaxa (su favorito) uno y Toros, cero.
El chiverío, gritaban los narradores de la tele, no lograba dominar la media cancha, como no logró dominar nada. Al gobernador panista, Alberto Cárdenas Jiménez, la sonrisa se le congeló y así se le quedó todo el rato. Ya a los seis minutos de la primera parte, cuando se presentía el naufragio, se había quitado el saco, arremangado la camisa y pedido una coronita. A pico de botella se la fue chiquiteando.
En el segundo tiempo hubo motivos para tomarse otra y ya. Las chivas no le atinaron a la meta por más que el árbitro les dio aire otorgándoles un larguísimo tiempo de compensación.
Todavía en el intermedio había esperanzas para que en Morelia aquello no terminara en desastre.
Fue entonces cuando en el Jalisco se escenificó el otro juego, el de la política y el futbol. ``Platiqué ayer con el presidente de El Salvador y le dije que a ver de a cómo nos toca'', les contó Zedillo a los de la selección.
``¿A ellos o a nosotros?'', preguntó Bora. ``A ellos... Yo le comenté que nos iba a tocar de a dos''. ``¿De a dos?'', terció alguien. ``Sí; dos que nosotros vamos a meter y que ellos van a recibir''. Se carcajearon los empresarios del futbol que a esas alturas ya llevaban media cajetilla y unos cuantos wiskies, nerviosos como estaban por el partido y buenos como son para los wiskies.
El Presidente siguió hablando con los seleccionados: ``Tenemos que estar en Francia ¿ehhh?'', les dijo luego que entre jugadores y directivos lo habían llenado de balones autografiados, camisetas, banderines, escudos, brazaletes (los que se ponen los capitanes de los equipos) y cuanto souvenir tienen los diferentes clubes de Jalisco.
A su lado, Salvador Martínez Garza (uno de los dueños de las Chivas), sólo hablaba, como en monólogo, de que sus muchachos se iban a recuperar en el segundo tiempo. Cuando no se recuperaron, se disculpaba señalando que les había hecho mucha falta Ramón Ramírez. El gobernador le hacía segunda. Mientras empresarios poderosos, invitados al Jalisco, como Raymundo Flores, sufrían por la afrenta en Morelia.
Pero antes de la derrota, uno de los directivos del futbol, Roberto Vergara, raudo y veloz, le prendió al Presidente, en una de las solapas de su chamarra, un escudo del Atlas. Algunos del Guadalajara como que se molestaron: ``¡Ay esos márgaras! (despectivo para los atlistas en el argot)''. Un reportero de deportes retó al mandatario:
``¿Por qué mejor no se pone un escudo del Guadalajara? El que trae es de los perdedores''.
Y así, los de los Clubes Unidos de Jalisco, ni tan unidos, hacían frente al Presidente propaganda para su santo. Hubo un momento en el que en el largo intermedio se hizo tamaña bola en torno al mandatario que el secretario de la Reforma Agraria, Arturo Warman, bromeaba: ``Aquí sí hay que cuidarse de los pisotones, porque todos estos son hombres de tacos...''
Se armó tal enredo que en el batidillo ya nadie sabía si se hablaba de política o de futbol. Por un lado Martínez y Fernando Quirarte le pedían a Zedillo una foto con la selección; por el otro, los directivos se arrebataban la palabra para ganar su atención y los reporteros lanzaban preguntas sobre partidos y favoritos de futbol y política.
Hubo un momento en que la confusión reinaba que de plano ya iban a sacar al Presidente del estadio. Como llovía fuerte, los del Estado Mayor abrieron paraguas y tomaron previsiones: ``¿Quién les dice que ya me voy? No. Me quedo a terminar de ver el partido'', les dijo Zedillo.
Ya después del medio tiempo se puso otro televisor para monitorear lo que ocurría en el Azteca. En esas --los efectos los han comprado los partidos políticos--, que aparece un logotipo del PRI y Cárdenas, Jiménez, panista al fin, no se aguantó: ``¡Ay, ésos no dejan nada!... ¡Chihuahua!
Para la pena de los directivos, el Presidente se quedó a ver la derrota. Coreó las buenas jugadas, se lamentó (las más de las veces) por las malas y al final comentó: ``Estuvieron bien los resultados para que se mantenga el suspenso'', aunque ya antes había dicho que su corazón estaba dividido (es fan del Necaxa) porque ``el favorito sentimental de todos los mexicanos es el Guadalajara''.
De todas maneras nadie adelantó vísperas, porque en estos tiempos de definiciones en política y futbol, repitió Zedillo, lo mejor es no hacer pronósticos exactos.
Marlene Santos A., enviada, Morelia, Mich., 22 de mayo Ť Morelia es matagigantes.
Primero fue el superlíder América y ayer la historia se repitió en un pletórico estadio Morelos, cuando los Ates vencieron 1-0 al Guadalajara y de paso le cortaron su impresionante racha de 18 partidos invictos. El marcador final de este duelo semifinalista se definirá el domingo en el estadio Jalisco; pero hoy Morelia festejó la victoria parcial en la Fuente de las Tarascas con cantos y gritos de ``¡cenamos birria!''.
Al minuto 53, Ramón Morales anotó el único gol del cotejo, después de que el equipo local dominó el primer tiempo, donde lo más que logró fue la mayor posesión del esférico, mientras que Guadalajara no atinó a hilvanar sus jugadas. Al 31' Cleomar Pires recibió un pase filtrado y de media vuelta sacó un potente y elevado disparo que techó el travesaño del marco defendido por Martín Zúñiga.
Al iniciar el complemento de nuevo Morelia tomó la iniciativa y tras ocho minutos ganó un tiro de esquina por el lado izquierdo. El Fantasma Figueroa peinó el balón, que pasó entre las piernas de Zúñiga, apareció Morales y sólo tuvo que empujarlo hacia la red para imponer el marcador definitivo. La afición festejó con música de banda y las banderas roji-amarillas ondearon por varios minutos.
Los Ates estuvieron inspirados y fueron por más. Al 56', Marco Antonio Figueroa marcó otro tanto tras un servicio de Jafet Soto, quien había descolgado por la banda izquierda; pero el silbante Felipe Ramos lo anuló por una falta anterior de Soto sobre Noé Zárate, decisión que fue reclamada enérgicamente por Tomás Boy, entrenador de Morelia.
Con el orgullo herido, el Rebaño Sagrado se mostró más decidido a ir al ataque y Gustavo Nápoles dejó ir una buena opción al 59', cuando quedó solo frente al portero Ricardo Martínez y no pudo rematar. Molesto, el técnico Tuca Ferreti lo relevó por Felipe de Jesús y también a Nacho Vázquez por Missael Espinoza, pero fue Manuel Martínez quien más peligro generó en el área rival.
El Matador hizo veloces arribos y al minuto 75, desde la banda derecha, envió un centro que Claudio Suárez remató ligeramente desviado del poste izquierdo del marco de Ricardo Martínez.
Las Chivas, que resintieron la ausencia de su lesionado orquestador Ramón Ramírez, terminaron arrinconando a los Ates en su propia área, pero la zaga local se amontonó bien e impidió la igualada. Y ya en actitud defensiva, Tomás Boy ingresó a Andrés Garza por Figueroa y a Emilio Mora por Cleomar.
Miguel Angel Ramírez Ť Una igualada no hubiera contrariado la lógica ayer en el Coloso de Santa Ursula, pero el portero Pablo Larios se encargó de robarle oxígeno a su propio equipo, Toros Neza, en estas semifinales. La mala salida del guardameta en la agonía del trámite ayudó al Ratón Zárate para marcar el 2-1, con el que Necaxa salió triunfante en el compromiso de ida.
El invitado indeseable, la lluvia, se presentó en el partido y la historia quedó un tanto desairada, pues ni Necaxa ni Toros Neza pudieron conmover a los aproximadamente 30 mil aficionados, como se esperaba. Ninguno lució. Los necaxistas se mostraron muy calculadores, prácticos, mientras que los mexiquenses se desesperaron con la marcación personal y no pudieron ejecutar armónicamente sus instintos de ataque.
Sí, Becerril se convirtió en la sombra del Pony Ruiz, Montes de Oca de Briseño y Vilches de Mohamed. Cuando faltaban casi 25 minutos para el final, Briseño abandonó la cancha; entonces Montes de Oca se encargó del Turco, quien el único daño que le hizo a su nuevo marcador fue agarrarle el trasero en un tiro de esquina.
La primera parte tuvo un tinte claramente necaxista. Los dirigidos por Manuel Lapuente se defendieron con propiedad y buscaron dañar al rival vía el contragolpe. Apenas al minuto 11, Sergio Vázquez aprovechó una falla del zaguero Osorio, quien no logró interceptar un servicio de Aguinaga y venció a Larios con disparo a la izquierda del portero para el 1-0.
Necaxa, que no fue ajeno a los resbalones y a las entregas imprecisas, tuvo tres buenas opciones de gol en la etapa inicial, pero Vázquez y García Aspe no definieron bien en sus oportunidades, y antes de decretarse el descanso Larios desvió un peligroso disparo de Peláez. Neza, por su parte, sólo fabricó una jugada de verdadero peligro, cuando Mohamed casi burló a todos los necaxistas y terminó mandando un tiro que pegó en el poste derecho de la meta de Navarro.
En el arranque del segundo tiempo, parecía que los mexiquenses por fin se habían puesto su cobija de magos. Al minuto 51 Mohamed le mandó un pase a Federico Lussenhoff, lo que resultó una puñalada para los necaxistas, pues fue preciso y con todas las ventajas para Lussenhoff, a quien sólo le quedó soltar el derechazo para el 1-1.
La visita se animó y estuvo a punto de ponerse adelante en el tanteador, pero Navarro rechazó un disparo de Mohamed, y después un tiro de López Meneses cimbró el poste izquierdo de la portería rojiblanca.
El encuentro se niveló, pero para desgracia de los aficionados ambos equipos empezaron a preocuparse más por defenderse. Los silbidos fueron la respuesta ante la monotonía e intrascendencia del partido. El empate parecía el desenlace, pero al minuto 83 Aguinaga mandó en profundidad al Ratón Zárate por el sector derecho; el argentino llegó hasta los linderos del área y cuando vio la alocada salida del portero Larios le bombeó el balón para establecer el 2-1. Con esto, los Toros están obligados a ganar el domingo, si es que quieren llegar a la final.