La Jornada viernes 23 de mayo de 1997

Jean Meyer
Partido Acción Nacional

De sus relativos fracasos electorales el PRD aprendió y en consecuncia modificó su estilo para mayor provecho. Los éxitos electorales, no menos relativos, del PAN lo llevaron a ejercer el poder y, en consecuencia, a modificar su estilo. Para sufrir un desgaste cuya importancia se podrá medir el 6 de julio.

Como lo dijo desde un principio, en Guadalajara, Juan José Doña, la moral pública (¡valiente concepto!) y la cultura son los dos campos en los que la administración panista se ha movido con torpeza. El PRI lo había hecho antes y lo sigue haciendo, tanto en provincia como en la capital: hace unas semanas, de repente las autoridades defeñas pretendieron obligar a las prostitutas a vestir de otro modo y, cuando no recuerdo cuál alcalde panista quiso obligar a los puestos de periódicos a esconder las revistas porno (tanto Playboy como las ``gruesas''), el PRI nacional denunció la ``hipocresía'' del PAN y prometió ``perseguir el delito para erradicarlo''. En Jalisco la mojigatería priísta tiene una larga historia: ¿Quién prohibió en los sesenta las películas De repente en el verano y Hair? En los ochenta, un gobierno del mismo color quiso ``limpiar las calles'' y lanzó duras redadas contra las del tacón y una violenta represión contra los homosexuales. El pintor Juan Soriano vio descolgar dos de sus cuadros ``inmorales'' en el Hospicio Cabañas, y Rod Stewart no pudo cantar. Esa línea siguió hasta el fin; se prohibió una campaña nacional de Conasida, pero se lanzó una ``contra la pornografía'', se cerró el bar gay Panchos, se recogieron los calendarios de la bella Gloria Trevi, no se pudo ver la película de Godard, Ave María, etcétera... En Michoacán el gobernador priísta C. Cárdenas prohibió la prostitución e impuso la ley seca en sábado y domingo.

Así que el PAN en el poder de Guadalajara, Aguascalientes, León, no inventa nada al caer en esas prácticas tan ridículas como inútiles. Por desgracia, la gente que votó a favor del PAN esperaba otras cosas y no en ese terreno. Hoy en día todo eso releva de la vida privada, del fuero interno, del libre albedrío individual. La gente espera mejor administración y democracia, lo que figura en el programa del PAN desde su fundación en 1939.

Además, por desgracia, lo que, a falta de otra palabra, tengo que llamar mojigatería, pudibundería, falso puritanismo, se mezcla con un exhibicionismo religioso también ajeno a los valores defendidos por Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, y demás fundadores del partido. El PAN, según entiendo yo, nace en el marco de la Revolución mexicana, como resurgimiento de la exigencia democrática maderista, opacada desde 1913. Nace como un partido tan ``moderno'' que aún no hemos logrado completamente la exigencia maderista del ``sufragio efectivo''. Por su modernidad misma se cuidó mucho --a diferencia de su rival y contemporáneo, el sinarquismo-- de no ser jamás un partido de católicos. Tan es así que cuando en los primeros 60 sus jóvenes quisieron incorporarlo a la internacional de la Democracia Cristiana (que iba entonces viento en popa en América Latina; Frei llegaba a la presidencia en Chile), Don Efraín, candidato panista a la presidencia y hombre de convicción religiosa, les regañó; recordó que el PAN no era un partido confesional, que contaba agnósticos entre sus fundadores así como entre sus militantes y electores. Don Efraín sabía separar los dos reinos, el de Dios y el de César, como Gómez Morín. Ellos sabían también que el campo amplio de las costumbres no releva de la autoridad pública, la cual tiene, además, tareas más urgentes que reglamentar la dimensión de las minifaldas.

No dudo de la buena voluntad de muchos de aquestos ediles, regidores, legisladores y gobernadores, pero veo que han llenado de felicidad a los enemigos de su partido y que han consternado y asustado a mucha gente de otras confesiones que estaba dispuesta a votar por el PAN. La falta de reacción o la tardanza extrema en reaccionar por parte de la dirigencia nacional es, quizá, más preocupante aún que la miopía de los responsables locales.