Las elecciones legislativas del domingo en Francia muestran que la victoria socialista, que las últimas predicciones presentaban como simplemente posible, es ahora muy probable.
1. Las predicciones
Incluso las encuestas ``confidenciales'' (que cualquiera con acceso a Internet pudo conocer) daban, hasta el viernes 23, un empate en votos entre derecha e izquierda, con una apretada mayoría en curules para la derecha. Una de las últimas encuestas publicadas, France2-BVA, predecía que la derecha tendría 302 diputados (54 por ciento). La famosa encuesta del Journal de Genve-Publimétrie del 22 de mayo pronosticaba una mayoría de derecha, con un total de 301 curules (54 por ciento). Esta encuesta se publicó porque ese diario se edita en Suiza, es decir, no está sujeto a la legislación electoral francesa, que impide la publicación de encuestas electorales durante la semana anterior a las elecciones.
2. Los resultados de la primera vuelta
Todas las encuestas a la salida de las urnas, junto con los sondeos de intenciones de voto para la segunda vuelta realizadas el domingo, aunque predicen resultados nacionales similares a las encuestas que acabo de mencionar, pronostican una apretada mayoría de izquierda en la próxima Asamblea Nacional. Siendo elecciones de mayoría, los porcentajes de votos a nivel nacional pueden no corresponder con el número de curules ganadas o perdidas. Por ejemplo, la SOFRES predice de 263 a 302 el número de curules para la izquierda, y de 242 a 272 para la derecha.
3. Una protesta generalizada
Todos los dirigentes y los voceros de los partidos políticos (incluidos los de la derecha en el poder) coincidieron el domingo en la noche en que esta votación es una expresión de la ira popular contra la austeridad neoliberal, en particular contra el desempleo y contra cualquier medida que pueda acabar con la envidiable seguridad social que tiene este país. Quienes votaron contra el gobierno votaron, también, por un cambio social, aunque no todo mundo pueda precisar los detalles de ese cambio. Este deseo se expresó tan claramente que el propio primer ministro ha empezado a hablar, por increíble que parezca a estas alturas, de que su coalición propone ``un cambio''. Algunas personalidades socialistas, como el propio Jospin y Jack Lang, interpretan el voto a su favor como un deseo popular de equilibrar con un gobierno de izquierda el creciente monopolio del poder que el equipo dirigido hace muchos años por Jacques Chirac tiene sobre las instituciones mayores del país. La protesta contra la austeridad expresada el domingo ha hecho decir a algunos analistas que Chirac perderá esta elección incluso en el improbable caso de que la ganara. La paradoja es sólo aparente, porque si Chirac ganara el domingo que viene, perdería de todos modos, porque, siendo tan fuerte la protesta contra la política económica en vigor, no podrá seguir adelante con los cambios neoliberales que pretendía ampliar y acelerar apoyado por la próxima Asamblea Nacional.
4. Los factores que pesarán
Pero la victoria socialista, aunque muy probable, no es todavía un hecho. Los socialistas tienen que resolver, durante esta semana, por lo menos un problema mayor: el fantasma comunista que vuelve a recorrer Europa. Desde la noche del domingo, los ataques de los dirigentes del actual gobierno se centraron en lo que ellos considerarían un retroceso, ``al votar por partidos del siglo XIX cuando estamos entrando al siglo XXI'', según la fórmula de Nicolas Sarcozy. El Partido Socialista necesita los votos comunistas para ganar la segunda vuelta, pero ganar esos votos le puede hacer perder otros, los de su electorado anticomunista. Todo mundo supone que tendrá que haber un pacto entre ambos partidos, aunque no cobre forma escrita, como el Programa Común de 1981. El Partido Comunista, que se opone a la moneda única europea, tendrá que encontrar la manera de apoyar a los socialistas, que son proeuropeos condicionales, sin renegar de sus convicciones antieuropeas.
Si los socialistas aseguran el apoyo del disciplinado electorado comunista, y no sucede nada inesperado durante la semana, la victoria de Jospin es la hipótesis más probable. Otro factor de peso será el Frente Nacional. Su jefe, el virulento racista Jean-Marie Le Pen, ha dicho en varios ocasiones que hará todo por evitar la victoria de Chirac y Juppé, incluso llamar a votar por los socialistas.
5. El socialismo probable
En todo caso, lo que importa es que la actitud que conduce a millones de franceses a llevar al poder a un partido que persiste en llamarse ``socialista'' muestra que la ola neoliberal no es invencible ni definitiva. Incluso si el domingo que viene no ganara la izquierda, el socialismo, que muchos supusieron muerto para siempre con el derrumbe del bloque soviético, habrá resucitado de sus cenizas, en su país de origen, diferente y mejor.