La Jornada Semanal, 1 de junio de 1997
Admirable el arte de abrir la flor del arco
Admirable el arco que es como un surco que abre los brazos al hundirse
precipicio abajo,
el Uno ultánime en el Otro,
a mano mutua
Por entre las brasas dejo este cuchillo o zarza
o puñal o daga o colmillo en el espectro de la luna
Por entre el turbio tropel de los amigos vague
a compás de un aire de mujeres
Y vague por el pecho de las doncellas y por el pecho de las nodrizas
A poco hay lepra en el camino de los muertos?,
oh aves de rapsodia
Piernas de la Tierra que lame el agua,
aguaje bajo el boscaje de cascos en la envidia, en la emperatriz nutricia
y en el hijo del palo del boscaje
Bebo en la jícara del beso
En el pozo de los cerdos
Bebo en el baile que se agita a compás por la pradera
Y Onán orinó semen en la nada
Esquirlas entre el baile y los danzantes
:
puñal en un ojo de luna
puñal como un bajel de oro puesto a arder entre fiduciarios, fideicomitentes
y víctimas a mano de Penélope
Y entre los agujeros y la red de redilas en la horca
Los sordos Las orejas de quiénes
puestas a arder por los muertos
Vanos niños al patíbulo
Vanos niños al patíbulo
Este lado de nadie está preñado de violencia,
es una sombra sin caras
ni fisiología. Nadie está a la vuelta
de la esquina -pero acecha sin rasgos,
hundido hasta la yugular en una baba
de fríos bordes.
Y cada uno se agazapa, tiembla
con un temblor de miedo humano,
con una zozobra de dinero robado,
de cuerpos heridos, de culpa
que no se puede conocer.
¿Hasta cuándo? Nadie, una vez más,
lo sabe. La noche
va tendiendo sus aros amarillos
de suciedad y sus collares
de helada transparencia
alrededor de los cuellos, actos
para la vida infame
de los ladrones y los asesinos.
* Del libro La música de lo que pasa, que pronto aparecerá en la colección Práctica mortal del CNCA.