Jorge Turner
La catástrofe política del siglo XX
(segunda de cinco partes)

En Catástrofe política y teoría social, libro de Sergió Bagú, el capítulo sobre el ``Fascismo'' es indispensable porque, a juicio del autor y diversas personalidades, su presencia fue una catástrofe política cuya derrota libró al mundo del proyecto de mil años de dominación, truco publicitario imposible de lograr pero que pudo acarrear a la humanidad un largo periodo de vida basado en el terror espeluznante. Para Bagú los peligros más graves de los que se libró el siglo XX fueron el representado por el fascismo y la posibilidad de una guerra atómica. A través de la obra, explica los tres fascismos europeos típicos --italiano, alemán y español--, sin dejar de especificar cómo siendo al principio grupos minoritarios, que levantaban consignas anticapitalistas y antisindicales, lograron apoyo corporativo empresarial y construyeron un sistema basado en el trabajo esclavo y en el terror extremo. Con ello, los fascistas siguieron la ruta más directa y segura hacia su catástrofe política.

La URSS y EU, dos fracasos distintos

El juicio sereno de Bagú se muestra especialmente cuando toca el tema del socialismo de la URSS. Empieza por explicar cómo Lenin tuvo que extraer de la realidad las formas organizativas que requería su proyecto de revolución, al no aparecer éstas en las páginas de Marx y Engels. Marx pensaba que estas formas eran de difícil pronóstico y, por ello, vagamente planteó hacia el futuro ``una confederación de comunidades de perfil igualitario''.

Aunque Bagú critica el pensamiento de Stalin --que, con una disciplina rigurosa y excluyente, se fue haciendo autocrático, deteriorando la teoría social--, reconoce los notables planes quinquenales y la positiva participación soviética en la Liga de las Naciones, en los frentes populares antifascistas, en la lucha contra el antisemitismo y en el apoyo a los países de origen colonial.

Destaca también cómo la Unión Soviética obtuvo éxitos en plazos mucho más breves que el Occidente cuando el móvil de la acción humana fue la meta de superación de la comunidad toda. En este sentido, merece recordarse la forma en que, apoyada en un sistema de distribución no mercantil, satisfizo las necesidades básicas de su enorme población. La política de apoyo a la técnica y a las ciencias --excluyendo a las ciencias sociales independientes que quedaron estancadas--, fue un elemento clave en la derrota del fascismo. Su desarrollo científico y tecnológico se constató en el desarrollo de su propia energía y bomba atómica, y en el hecho de ser pioneros en la carrera espacial.

Pero la URSS no fue ajena al paso de las generaciones --la que hizo la Revolución, la que se enfrentó al ejército alemán derrotándolo en la II Guerra Mundial y la que se desenvolvió en un mejor ambiente material--, ni alcanzó a construir una auténtica unidad política fraguada como resultado de múltiples opiniones libres.

Según el criterio de Bagú, la liquidación de la URSS no fue una catástrofe económica sino una catástrofe cultural, política y psicosocial, en donde las ciencias sociales habían perdido la capacidad de pronóstico. En la actualidad los dirigentes de las repúblicas independientes no se ocupan suficientemente del destino de los grandes centros de investigación científica, desparramados en muchas regiones del país. Se ven afectados por problemas de coordinación y de desvío de recursos hacia otras áreas. Los intereses principales se dirigen al armamento atómico y algunos vuelos espaciales. Una señal ominosa de lo que ocurrió es que ``los administradores de muchos establecimientos de la era soviética pasaron en 24 horas a ser propietarios privados''.

La cuarta muestra seleccionada por Bagú para hurgar en la catástrofe política que ha significado el siglo XX es el acontecer en Estados Unidos, primera potencia militar del planeta y gran potencia económica.