Alza en la BMV; punto vulnerable, la cotización peso-dólar: analistas
Antonio Castellanos Ť Los inversionistas en el mercado bursátil ratificaron ayer su confianza en el Programa Nacional de Financiamiento para el Desarrollo (Pronafide) 1997-2000 y empujaron al Indice de Precios y Cotizaciones a su máximo histórico número 22 en el año.
Asimismo, las acciones mexicanas que cotizan en Wall Street extendieron hoy su tendencia alcista, alentadas por el avance en el mercado local y la estabilidad del peso respecto al dólar. La moneda mexicana en su tipo interbancario spot, para operaciones al mayoreo --48 horas--, cerró en 7.9180, contra 7.9120 de la víspera.
Durante la jornada en el piso de remates, el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores ganó 57.24 unidades, equivalentes a 1.43 por ciento, para colocarse en 4 mil 60.06 puntos. El balance anual incluye una ganancia acumulada de 699.03 puntos, que representan 20.80 por ciento.
Los índices de comercio y comunicaciones y transportes también lograron niveles históricos y se colocaron en 7 mil 332.60 y 11 mil 158.71 puntos, respectivamente.
La ruta ascendente en el mercado también incluyó al Indice México, que se colocó en el nivel histórico de 268.95. La ganancia en lo que va de 1997 es de 42.45 puntos, que significan 1.34 por ciento.
Durante las operaciones se negociaron 132.2 millones de acciones, con un importe total de 2 mil 44.2 millones de pesos, de 111 emisoras de las cuales 60 fueron al alza, 29 a la baja y 22 no mostraron cambio.
A la alza estuvieron Iasasa A y B, con 17.65 y 13.64 por ciento; seguidas de Eco nominativa, con 9.30. De manera negativa se comportaron EPN A2 y A1, con 15.25 y 13.79 de retroceso, y Sidek B, con 10.91.
Los valores más negociados fueron Wings, con 21 millones de acciones; seguida de Telmex L, con 12.7, y GFB B, con 11.9 millones de títulos.
Roberto González Amador Ť Convertido en el heraldo que anuncia la llegada de las crisis recurrentes desde hace dos décadas, el cambio brusco en la cotización del peso frente al dólar se mantiene como el punto vulnerable de la recuperación económica, opinaron analistas y consultores privados.
La polémica sobre la política cambiaria seguida por los últimos dos gobiernos se ha mantenido encendida desde mediados de 1994, cuando existía en el país un sistema de bandas de flotación, en las que la moneda mexicana se depreciaba cuatro diezmilésimas por día.
Ese régimen cambiario fue adoptado el 10 de noviembre de 1991 y se mantuvo vigente hasta el 19 de diciembre de 1994, cuando una acelerada fuga de capitales hizo imposible que el Banco de México sostuviera la paridad.
El esquema consistía en dejar que el tipo de cambio flotara dentro de una banda que se ensanchaba diariamente. ``La finalidad de la banda cambiaria de amplitud creciente era dar gradualmente mayor flexibilidad al tipo de cambio, para que éste se fuera ajustando a las condiciones subyacentes de la economía'', explica un documento del Banco de México.
De acuerdo con el banco central, la flexibilidad creciente que el tipo de cambio iba ganando con el transcurso del tiempo, hacía posible que el ajuste coadyuvara más eficazmente al equilibrio de la balanza de pagos.
Precisamente a mediados de 1994 la polémica sobre el régimen cambiario cobró magnitud después de que el economista estadunidense Rudiger Dornbusch planteó la necesidad de que el peso sufriera un mayor desliz diario.
Dornbusch, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y quien entre sus alumnos contó al entonces secretario de Hacienda Pedro Aspe, sostuvo entonces que la mayor depreciación diaria del peso era necesaria para mantener un tipo de cambio competitivo y para evitar que después ocurriera una devaluación brusca.
A esas opiniones, el banco central respondió en su momento, sin citar al académico, que en las condiciones de mediados de 1994 ``el incremento del desliz parecía innecesario y, de aprobarse, quizá hubiese resultado contraproducente. Dependiendo del comportamiento de otras variables, tal medida podría haber propiciado únicamente un mayor incremento de los precios internos de bienes y servicios y, por lo tanto, mayor inflación''.
Pero no fue la única ocasión en que la política cambiaria del banco central fue puesta en entredicho.
En octubre pasado, el ex ministro de Economía de Argentina, Domingo Cavallo -uno de los economistas más convencidos en América Latina de las políticas de liberalización-, dijo durante una visita a Guanajuato que de plano el gobierno mexicano debía olvidarse del peso y, a través de un consejo monetario, adoptar el dólar como moneda de curso.
En los últimos tres meses, el tipo de cambio ha mantenido una cotización estable frente al dólar. Pero ello no ha sido obstáculo para que bloques de empresarios exportadores demanden una mayor depreciación cambiaria con el fin de mantener atractivas las exportaciones nacionales.
El Banco de México nuevamente ha defendido su política cambiaria que, a diferencia de 1994, gira ahora en torno de un régimen de libre flotación sin niveles prestablecidos .