Ante la insistencia de reporteros, Carlos Castillo Peraza tomó la iniciativa; Cuauhtémoc Cárdenas y Alfredo del Mazo accedieron luego de breve vacilación. La reunión de los tres no duró más de 20 segundos
Alonso Urrutia Ť Se resistieron hasta el final. Se sabían juntos, pero se evadían al máximo. Los flashes al acecho y el abismo político que los separaba.
Casi 40 minutos de disimulo, de incómoda convivencia obligada en aras del Día de la Libertad de Expresión.
Inamovibles, imperturbables, Cuauhtémoc Cárdenas, Carlos Castillo Peraza y Alfredo del Mazo comieron juntos, a tan sólo una silla de distancia, pero tan lejanos como lo han estado en la campaña.
Como es común, fotógrafos de varios medios no tuvieron lugar para
comer durante la celebración del Día de la Libertad de Expresión que
organizó la Asociación de Editores de Periódicos Diarios de la
República Mexicana en el hotel Nikko. Al final, un elemento de
seguridad golpeó a dos de ellos. Foto: Pedro Valtierra
Frente a ellos, medio centenar de fotógrafos aguardaban el más mínimo gesto de acercamiento, la mínima muestra pública, la foto histórica de la campaña electoral.
El panista busca romper la incomodidad con charla intermitente con fotógrafos que forcejean entre sí en pos de la mejor foto. No hay un metro entre ellos y los candidatos; apenas un espacio para los platillos.
Al fondo de la larga mesa, el ecologista, Jorge González, masculla sobre la inequidad periodística, mientras Viola Trigo padece la improvisación de su primer acto de campaña.
Su personificador es el único marcado con plumón sobrepuesto sobre el nombre de quien era el candidato originalmente invitado, Francisco González Gómez. Era el arranque de su campaña.
Pasada la ensalada mixta y la crema de chícharo, la presión de fotógrafos por la placa arrecia y Castillo Peraza toma la iniciativa: ¡Bueno, vamos a hacer la foto!
En medio de quienes aspiran al gobierno desde la oposición, la representante de la prensa del Estado, Enrique Cabrera, directora de El Nacional, es muda testigo de la invitación del panista a Cárdenas, que asiente sin esforzarse.
Más reticente, casi obligado por las circunstancias, Del Mazo duda en acercarse a Cárdenas y Castillo Peraza. Finalmente, con la sonrisa de un político se acerca.
``¡Quítese, señora!'', gritan con irreverencia los fotógrafos a la directora de El Nacional, que pasa de dique entre los políticos a obstáculo para la fotografía histórica; lo único acorde a la expectativa levantada.
No más de 20 segundos juntos que obliga al coro forzado para repetir la escena de fotógrafos que no alcanzan a disparar aún lo necesario.
Ignorados no sólo por los candidatos, sino igualmente por los medios de comunicación, el pepesista Manuel Fernández Flores continúa engullendo el espagheti, mientras Pedro Ferriz afina su intervención, un discurso tronante contra quienes en ese momento atraen toda la atención.
Casi dos horas después de la llegada de los ocho aspirantes a gobernar la ciudad, Ferriz Santacruz arremete contra el tripartidismo para luego despotricar contra cada uno:
``Se olvida que el PRD antineoliberalista anduvo proponiendo alianza con el PAN, neoliberalista, para ir juntos por esta ciudad; que el PAN y el PRI se aliaron en diversas ocasiones para legalizar el neoliberalismo en nuestro país, al que todos parecen rechazar en época electoral''.
Imperturbables y adustos, los tres grandes no acusan recibo de la andanada hasta que el trabalenguas neoliberal arranca sonrisas sarcásticas del panista y cataliza la apresurada corrección de su discurso al priísta.
Casi una hora de escucharse mutuamente sin debatir y virtualmente sin proponer.
En vísperas del final, los fotógrafos vuelven a la carga sobre los tres candidatos, en busca de una despedida que nunca se dio.
Lo que sí generó fue una trifulca con el personal de seguridad del hotel Nikko, con el fotógrafo Roberto Velázquez, quien fue golpeado cuando estaba atento a su trabajo. Minutos antes, los mismos guardias del Nikko, jalonearon y gopearon a la fotógrafa Patricia Aridjis, quien a pesar de ser mujer fue objeto de una cobarde agresión.