Es notorio el nerviosismo de algunos empresarios ante el crecimiento del apoyo ciudadano a la oposición, especialmente a la izquierda representada por el Partido de la Revolución Democrática y Cuauhtémoc Cárdenas, su candidato a la jefatura de gobierno del Distrito Federal. Tal estado de ánimo de esos hombres de la iniciativa privada los llevó el martes último a sumarse en la práctica al esfuerzo oficial por debilitar, y si es posible destruir, las posibilidades reales de victoria electoral de Cárdenas en los comicios del 6 de julio próximo. Ese significado tienen sus declaraciones alarmistas en las cuales los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial, Héctor Larios Santillán, y de la Canacintra, Armando Araujo Montaño, sugieren que pueden ahuyentarse los capitales del exterior ante el posible triunfo del candidato perredista al gobierno de la capital.
El pretexto de la toma de posición de los dirigentes empresariales fueron las críticas de Cárdenas a la nueva Ley del Seguro Social que pone en manos de administradoras privadas los fondos de pensiones de los trabajadores, así como su llamado a que de momento los trabajadores no se afilien a ninguna Afore y dejen que sus cuotas vayan a las cuentas concentradoras los próximos cuatro años, posibilidad prevista por la ley.
Las opiniones de los dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial y de la Canacintra revelan la rigidez e intolerancia de un, por fortuna, cada día más reducido grupo de empresarios ante opiniones y propuestas distintas a las oficiales; indican también una posición por completo ajena a la democracia y al reconocimiento de la pluralidad y diferencia de intereses existente en la sociedad. Estas diferencias se expresan siempre, pero con énfasis particular en tiempos de elecciones. En el proceso electoral actual, lo que está en juego no es la simpatía y carisma de los candidatos o la ausencia de estas cualidades, aunque son cuestiones importantes, así como su trayectoria política personal; se enfrentan diagnósticos diferentes sobre la situación del país y enfoques distintos sobre la conducción de los asuntos públicos.
Ciertamente, la ideología oficial compartida por algunos jefes empresariales, pretende que el modelo económico y las políticas económicas son asunto exclusivo de los estrategas del gobierno y de un reducido grupo de jefes empresariales. Pero se trata de una pretensión inadmisible pues la conducción de los asuntos económicos --estrategias, programas, pactos, reformas legales en materia económica-- repercuten positiva o negativamente en las condiciones generales de vida de la gente, en sus ingresos, empleo, educación, seguridad social para el presente y el futuro. Por eso todos los partidos políticos, abiertamente o no adoptan una posición frente a esos temas importantes, y los electores con su voto, si es libre y respetado, tienen la posibilidad de juzgar sobre la corrección o desacierto de esas políticas. Esa es una forma de ejercicio de la democracia.
De tal manera, asuntos tan importantes como el de los fondos de pensiones de los trabajadores y las Afores no podían quedar al margen del debate electoral actual. Es una cuestión de la máxima importancia; se refiere al futuro de millones de trabajadores y tiene que ver con enfoques distintos sobre la estrategia del desarrollo nacional. Efectivamente ya hay una ley sobre esa materia, pero no es un asunto concluido. Tanto no lo es que todo el poder de una publicidad abrumadora en la radio y en la televisión ha sido incapaz de convencer a los trabajadores para que se afilien a alguna Afore. A un mes de que empiecen a funcionar esas empresas, sólo 25 o a lo sumo 30 por ciento se ha afiliado a alguna de ellas.
Cárdenas sólo expresó la opinión de organizaciones sociales, de estudiosos de ese tema y la desconfianza de la mayoría de los trabajadores. Los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial debieran ser menos dogmáticos y alarmistas, atender la opinión de muchos otros empresarios y del propio secretario de Hacienda, quienes no temen que la victoria de Cárdenas aleje a los inversionistas extranjeros. En efecto, el triunfo electoral de la izquierda en el Distrito Federal y la pérdida de la mayoría del Partido Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados no se traducirá en un cambio traumático de la vida económica y social del país, aunque sí será un importante paso a la democracia y a la justicia social.