MIRADAS Ť Santiago Ramírez
Los riesgos del pensamiento científico
La ciencia, como otras formas del pensamiento, también ha cobrado sus víctimas. No se trata, por supuesto, de quienes ``dieron su vida por la ciencia'' sino, más bien, de aquellos a quien es de ciencia --o la forma científica del pensamiento-- les impidió llevar a cabo otro tipo de tareas. Max y Freud son dos ejemplos y que supongo no serán los únicos.
Resulta paradójico considerar a Freud y a Marx como victimas. Ellos, los magos de la sospecha, se encontraron, y no solamente en algún momento circunstancial de sus respectivas biografías, ante la necesidad de transformar sus discursos, en discursos científicos, en discursos acerca de cuya naturaleza naturaleza no cabía ninguna duda.
En el fondo, lo que buscaban eran las certezas que aseguraran que sus propias teorías tendrían las mismas garantías que ellos atribuían a las ciencias de su tiempo.
Sin embargo, la ciencia, tanto en los tiempos de Marx como en los tiempos de Freud, no ofrecía las garantías que uno y otro buscaban. Ese desconocimiento se transformó en obstáculo y ambos tuvieron que dejar de pensar para intentar convencer. En una palabra, dejaron de dialogar consigo mismos para dialogar con una ilusión --con la ilusión de la cientificidad-- que no tenía lugar, propiamente, en sus respectivos discursos. Dialogaban con las exigencias o con los sueños ajenos.
Hoy, muchos de los pocos que todavía encuentran algo en el pensamiento de Marx y muchos de quienes cren encontrar algo en el pensamiento de Freud, insisten en discutir si marxismo y psicoanálisis forman parte o no del pensamiento científico, insisten es tratar de satisfacer demandas que no deberían formar parte ni del marxismo ni del psicoanálisis.
No me interesa, por ahora, discutir qué se deba o qué se quiere entender por ``pensamiento cientifico''. Más bien, me parece, que la exigencia es, hoy, la de discutir --independiente de cómo se les clasifique cuál es la naturaleza del marxismo y cuál la del psicoanálisis. Es decir, cuál es la naturaleza de un ``oscuro objeto del deseo'' acerca del cual no podemos, ni siquiera, asegurar que existe.