Elba Esther Gordillo
Presente y futuro

En un mundo cada vez más complicado debido al tremendo crecimiento demográfico y al acelerado proceso de urbanización, las expectativas sociales se han vuelto más pragmáticas, más contundentes, más objetivas.

Mientras estuvimos organizados de acuerdo a los principios de la vida rural: familia amplia, espacios temporales más holgados, valores con un alto contenido de espiritualidad, el progreso fue intepretado como ese ``algo'' que se encontraba en el futuro y por el cual valía la pena realizar los sacrificios del presente.

Hoy, las expectativas son mucho más concretas y cuando se está dispuesto a invertir en la construcción del futuro se hace sobre la base de que el presente también aporte lo necesario.

A este cambio, de por sí complejo, se suman las múltiples experiencias dejadas por las crisis económicas que nos han hecho retroceder.

Una vez superada la emergencia económica, nos encontramos frente a una nueva oportunidad que estamos obligados a aprovechar.

La primera condición es hacer crecer la economía. Es fundamental emplear adecuadamente nuestras ventajas competitivas como país y como individuos, para crear los bienes y servicios capaces de ampliar la base económica, y dejar de apostarle a la economía virtual impulsada por la especulación financiera y monetaria.

La segunda condición es impedir que el inadecuado manejo de las grandes variables económicas vuelva a sabotear el esfuerzo colectivo. Han sido las fallas en el manejo macroeconómico el principal lastre que hemos tenido que pagar con tremendos sacrificios sociales.

La tercera condición es dirigir adecuadamente el esfuerzo colectivo mediante una eficaz y protagónica participación del Estado en aquellos asuntos de los cuales depende el avance real del país: salud, educación, combate a la pobreza y seguridad pública.

La cuarta condición es que los avances innegables que hemos logrado en la vida política y democrática del país, se conviertan en factor de avance y no de freno. La pluralidad, el equilibrio, incluso la alternancia, deben ser elementos de confianza, de búsqueda de nuevos consensos, de creatividad, nunca de parálisis o de fractura.

La quinta condición es hablar con verdad y definir con claridad qué podemos aspirar y en qué plazo. La credibilidad se finca, parte en los hechos que hablan por sí mismos, y otra parte en la expectativas, en lo que está por venir. Ninguna sociedad, ni aun las más avanzadas, son capaces de responder a todas las exigencias sociales; sin embargo sí lo son para convencer a sus integrantes de que lo que se ofrece habrá de cumplirse.

La adecuada mezcla de presente y futuro será capaz de reconstruir la confianza, necesaria no sólo para la gobernabilidad sino para la plena realización humana.