Palabras del presidente Ernesto Zedillo, durante el acto Para el crecimiento del campo un rumbo definido, celebrado en el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos.
Compañeras y compañeros de las organizaciones campesinas y de
productores agropecuarios:
Como siempre, me da muchísimo gusto reunirme con quienes representan a los hombres y a las mujeres del campo mexicano.
He escuchado con mucha atención lo que ustedes han expresado en esta importante reunión. En particular, es muy estimulante saber que son ustedes mismos, los productores, los que se están marcando metas muy ambiciosas para la producción agropecuaria de nuestro país en el año 2000.
También es muy importante para mí escuchar sus señalamientos y observaciones sobre la manera como deberemos avanzar en el futuro para hacer realidad esas importantes metas.
Les agradezco que hablen como lo sabe hacer la gente del campo, con dignidad y con visión, con firmeza y con amor a México. Tengan la seguridad de que sus opiniones, sus demandas, siempre serán un elemento fundamental para diseñar las políticas hacia el campo y para llevarlas a cabo.
Es mi convicción que la palabra de todos ustedes debe estar presente en cada programa, en cada acción, porque ustedes son quienes mejor conocen los problemas de nuestro campo y ustedes son quienes mejor saben de su potencial de crecimiento y bienestar.
Por eso, cada señalamiento, cada opinión, cada propuesta que aquí se ha hecho, y las que con frecuencia hacen en las reuniones que afortunadamente tenemos muchas veces durante el año, serán examinadas por la Comisión Intersecretarial del gabinete agropecuario, por el gabinete agropecuario y, por supuesto, por un servidor, el Presidente de la República, para que en la medida de lo posible, de lo racional, de lo conveniente para todos, sean tomadas muy en cuenta.
En el campo tenemos algunos de nuestros mayores retos y también de nuestros mayores rezagos. No obstante, como ustedes lo han hecho lúcidamente esta mañana, debemos reconocer que, poco a poco, pero firmemente, estamos avanzando. Los avances descritos y las perspectivas que prevemos demuestran que el campo mexicano sí tiene salida: nuestro campo tiene salida económica y tiene salida social.
En el campo hay capacidad para crecer, y para hacerlo abriendo oportunidades de progreso individual y colectivo; en el campo tenemos el potencial productivo y la energía humana para revertir la pobreza y avanzar a una vida digna para todos.
El crecimiento del sector agropecuario será fundamental para el crecimiento total de la economía nacional. A su vez, este crecimiento nos permitirá aumentar el apoyo social al campo, como ustedes con toda razón lo demandan. Nos hemos propuesto metas de producción ambiciosas pero viables; son metas elevadas pero realizables, pues responden a los requerimientos de nuestro desarrollo y a la capacidad de todos ustedes; son metas que responden, sobre todo, al compromiso que mi gobierno tiene con el campo y a los esfuerzos que podemos sumar y redoblar.
Conseguir una producción de 37 millones de toneladas de granos básicos y oleaginosas en el año 2000 significará adelantarnos una década a las previsiones históricas formuladas apenas a principios del año pasado. Esa es una meta ambiciosa, como ambiciosas son las otras metas que todos ustedes han expuesto, pero que --reitero-- son viables, son realizables y las vamos a alcanzar.
Gracias a la confianza que tenemos en nuestro campo, gracias a la alianza que hemos forjado y gracias al esfuerzo de todos ustedes probaremos que esas metas son realizables.
Lograremos esas metas sumando apoyos transparentes a los productores: en primer lugar, los apoyos de Procampo, que sólo en este año serán de 7 mil 593 millones de pesos y cubrirán 14 millones de hectáreas.
Seguiremos avanzando con los programas de nuestra Alianza para el Campo, que este año cuenta con 2 mil 417 millones de pesos de recursos federales, incluyendo la parte correspondiente a la Comisión Nacional del Agua.
Seguiremos avanzando con apoyos claros a los productores de granos básicos para la comercialización de sus productos, como maíz, trigo y sorgo. A ello, tomando en cuenta el gasto de Aserca y de Conasupo, destinaremos alrededor de 3 mil 500 millones de pesos a lo largo de este año.
Uno de los principales objetivos de la alianza es la capitalización de las unidades de producción. Para lograr nuestras metas de producción será fundamental seguir extendiendo la infraestructura agrícola y aprovecharla cada día mejor.
Continuaremos las obras de irrigación para ampliar la frontera agrícola y mejoraremos --esto es fundamental-- la tecnología del aprovechamiento del agua para preservar los depósitos subterráneos y, por supuesto, obtener mayores productividades.
Proseguiremos la transferencia de la operación y administración de los distritos de riego a los usuarios, hasta completarla en el año 2000.
Paralelamente, apoyaremos el mejoramiento de la infraestructura hidráulica a nivel parcelario y mantendremos el Programa de Uso Eficiente del Agua y Energía para reducir los costos de producción.
Intensificaremos la construcción de caminos rurales, así como su mantenimiento, con uso intensivo de mano de obra, para contribuir a generar empleos temporales allí donde tanto se necesitan.
Aumentaremos las fuentes de financiamiento para todos los productores; así, este año están a su disposición cerca de 57 millones de pesos, 30 por ciento más que el año pasado.
Mantendremos para el campo, como hasta ahora, las tasas más bajas del mercado financiero. Con el Programa de Apoyo a los Deudores del Campo se ha beneficiado a 590 mil productores, que representan 66 por ciento de la cartera susceptible de atención.
Apoyaremos igualmente la capitalización, la modernización y la consolidación de las uniones de crédito, y daremos apoyos para que éstas apliquen esquemas semejantes al Finape que fortalezcan su viabilidad.
Dar seguridad jurídica a todas las formas de tenencia de la tierra reconocidas legalmente es un acto de justicia y es también un requisito indispensable para lograr un crecimiento económico sostenido en el campo. La seguridad jurídica en la tenencia de la tierra fortalece tanto a la propiedad privada como a la propiedad social y permite a los productores aprovechar las diversas formas de asociación con inversionistas.
Quiero reiterar que este año concluiremos el rezago agrario y que, con el trabajo de ejidatarios y comuneros, concluiremos el Procede antes del término de mi gobierno. De hecho, la mitad de los 27 mil 218 ejidos que existen en el país ya han sido totalmente certificados. Hoy más de un millón de ejidatarios cuentan con los documentos que amparan sus parcelas.
Un problema agrario que hemos arrastrado hasta ahora es el de la urbanización irregular de los terrenos ejidales. Por eso, en el marco de la nueva legislación agraria estamos poniendo en práctica en todo el país el Programa de Incorporación de Suelo Social al Desarrollo Urbano, conocido como PISO.
Con este programa seguiremos trabajando para que los terrenos ejidales que reúnan las condiciones de vecindad, de cercanía a zonas urbanas, sean incorporados ordenadamente a ellas. Lo haremos procurando un firme respeto a la vocación agrícola de los terrenos, velando por el beneficio de los propios ejidatarios y sin que sea una carga para el erario público.
Con este programa seguiremos trabajando para que los terrenos ejidales sean una fuente de ingreso cuando estén en el potencial de convertirse en urbanos para los ejidatarios y que no sean explotados por los especuladores, por los intermediarios.
En el campo es indispensable lograr nuestras metas productivas respetando, al mismo tiempo, nuestros recursos naturales. Una demanda creciente de nuestro tiempo y una exigencia de nuestros hijos es que la producción agropecuaria en verdad respete a la naturaleza. Un compromiso urgente que hemos asumido y que sabemos cumplir es frenar y revertir el deterioro ambiental en el campo.
Por eso, en los últimos dos años se han constituido 13 áreas naturales protegidas, lo que hace un total de 97. Además, están en operación seis programas de desarrollo regional sustentable y ya se están programando 21 más.
En materia forestal hemos puesto en marcha dos programas y avanzamos intensamente en otro ya establecido para el aprovechamiento sustentable de nuestros bosques.
Mantenemos el Programa Nacional de Reforestación, dedicado a la plantación intensiva de árboles adecuados a cada región. Dentro de este programa, durante 1997 se plantarán 340 millones de árboles en el país.
Hemos iniciado un programa, que estoy seguro que será muy exitoso, que promueve la asociación entre propietarios sociales e inversionistas privados para desarrollar plantaciones forestales.
Adicionalmente, ya se está aplicando un programa para el desarrollo de bosques nativos que beneficiará a 12 millones de mexicanos, principalmente de comunidades indígenas.
Ustedes, amigos campesinos, amigos productores, están demostrando que nuestro campo sí tiene salidas, y que los mexicanos sabemos diseñar y aplicar los instrumentos para cumplir nuestras metas productivas y para sentar las bases firmes del crecimiento económico en el sector rural.
Los mexicanos no buscamos el crecimiento por el crecimiento mismo; el crecimiento no es un fin, sino un medio; el crecimiento económico es el medio seguro para que las personas y las familias del campo y la ciudad tengan las oportunidades que merecen para labrarse una vida digna.
Sólo el crecimiento nos dará los empleos que necesitamos.
Sólo el crecimiento nos dará la inversión para aprovechar cabalmente el potencial del campo.
Sólo el crecimiento nos dará más recursos para más apoyo social a quienes viven en el campo.
Sabemos que no podemos esperar a ese crecimiento para apoyar a quienes más lo necesitan. Por eso, en todo momento nuestra política económica ha tenido un firme, muy firme compromiso social.
Nuestra política económica tiene y seguirá teniendo una clara orientación social. Ese compromiso, esa orientación se reflejan en que los pasados dos años y medio se ha logrado que cerca de cuatro millones de mexicanos que no tenían ningún servicio de salud ahora cuenten con un paquete básico de 12 servicios esenciales.
Ese compromiso social se refleja en que la mayor parte de los 19 millones de despensas anuales que se dan a las familias más pobres se distribuyen en el campo.
Ese compromiso social también se está traduciendo en que hoy están recibiendo educación 3.8 millones de niños y jóvenes que habitan en zonas muy pobres y aisladas en el campo, 2.2 millones más que en 1994.
De igual modo, la telesecundaria está aumentando más que nunca. Este año atenderá a más de 763 mil estudiantes.
Entre 1995 y 97 los recursos dedicados a combatir la pobreza en los municipios rurales aumentaron 55 por ciento.
Además, con los programas de empleo temporal para las zonas con mayores índices de pobreza, este año se generarán más de 90 millones de jornales en beneficio de un millón de personas, principalmente en el medio rural.
A lo largo de 1997 se otorgarán préstamos a la palabra a 580 mil productores de temporal, que trabajan alrededor de 1.4 millones de hectáreas de alta siniestralidad.
En conjunto, los apoyos que con toda justicia y razón otorga el Gobierno de la República al sector rural, tanto productivos como para impulsar el bienestar social, son superiores a los que recibe cualquier otro sector del país.
No hemos aguardado al crecimiento pleno para dirigir apoyos al campo. En todo momento y aun en las circunstancias económicas de mayor prueba, mi gobierno ha apoyado y seguirá apoyando al campo.
Tenemos una clara responsabilidad con el campo mexicano. Una responsabilidad social que asumimos y cumplimos al lado de ustedes. Es una responsabilidad social que hoy y cada día de mi mandato habremos de cumplir, porque el campo es donde se medirán nuestro progreso y nuestra justicia social.
Compañeras y compañeros:
La política agropecuaria del Estado mexicano ha dejado atrás el paternalismo y el populismo, porque nunca solucionaron los problemas, nada más los evadieron y con ello los hicieron más graves.
Ahora, en cambio, trabajando con ustedes y aplicando apoyos efectivos estamos creando las condiciones para que su propio esfuerzo sea el sustento de su propio progreso.
El desarrollo de México debe comprender el desarrollo del campo y condiciones dignas para quienes viven en él y de él.
Ahora, gracias al esfuerzo de todos los mexicanos podemos proponernos un crecimiento económico que promedie cinco por ciento de aquí al año 2000.
Ahora podemos proponernos que en ese lapso el crecimiento genere un promedio anual de un millón de empleos.
Como ustedes muy bien lo expresaron, tenemos los programas y las condiciones para que el campo crezca y ofrezca más oportunidades productivas a sus hombres y a sus mujeres.
Nos falta mucho por hacer, pero estamos en el camino correcto para que el destino del campesino ya no sea la pobreza, sino la dignidad; para que el destino de nuestras tierras ya no sea el abandono, sino la productividad, y para que el destino del campo mexicano ya no sea la marginación, sino el bienestar.
No hay, no puede haber triunfalismo en relación con el campo. Pero hoy tenemos buenas bases para la confianza.
Con la fortaleza de nuestras instituciones, con la organización y la capacidad de todos ustedes, con nuestra unidad y nuestra perseverancia el campo mexicano saldrá adelante y saldrá adelante bien. Ese es el compromiso que compartimos, y esa es la tarea que juntos cumpliremos.