Jesusa Rodríguez y Elena Poniatowska
Cuicuilco
Cuicuilco sigue siendo el espacio arquitectónico más hermoso de la ciudad de México. Situado al sur, frente a Villa Olímpica, contra esquina de Perisur y al lado de lo que fue la fábrica de papel de Peña Pobre, la pirámide de Cuicuilco es una de las más antiguas del continente y el único paisaje arquitectónico que conserva en nuestra ciudad las cualidades extremas del arte mesoamericano.
El grupo empresarial Carso, encabezado por Carlos Slim, como lo escribió Patricia Vega el 14 de junio en La Jornada, ha iniciado las obras de un desarrollo inmobiliario colindante con la zona arqueológica de Cuicuilco. Cabe aclarar que en la esquina de San Fernando e Insurgentes este predio privado colinda con un monumento arqueológico llamado La Pirámide Circular de Peña Pobre, construída con la misma técnica que la de Cuicuilco. Hoy se encuentra asfixiada entre San Fernando e Insurgentes.
¿Por qué no es un parque nacional? ¿Por qué se permite que haya un predio privado con un edificio de seguros y un proyecto de centro comercial en medio de dos pirámides? ¿Por qué nos empeñamos siempre en destruir el patrimonio arqueológico de los mexicanos? Si condenamos a los conquistadores en el pasado por destruir nustra cultura, ¿por qué permitimos que lo hagan ahora no sólo con saña sino con conocimiento de causa?
Cuicuilco es la más hermosa terraza con vista a los volcanes. Sus límites reales son al sureste el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, al suroeste la cordillera del Ajusco. Si bien el hermoso largo al norte es hoy esta mancha de asfalto y cemento aún se conserva esta bóveda circular que arropa al ser humano y lo hace reconocerse como parte del infinito Universo. Pocas obras arquitectónicas logran integrar a la bóveda celeste. A pesar de la agresión circundante, a pesar de los edificios, a pesar del Periférico, a pesar de la basura visual de los anuncios comerciales, a pesar de que la ciudad la ha ido sitiando, Cuicuilco todavía triunfa sobre la mezquindad del entorno.
Decía el gran arquitecto Piranesi que un edificio debe diseñarse para cuando éste sea una ruina. Cuicuilco es una arquitectura viva después de 4 mil años de antigüedad. El arquitecto Teodoro González de León ha diseñado una torre que altera violentamente el concepto de horizontalidad que rige Cuicuilco. Pensamos que todo lo que se haga alrededor de Cuicuilco debe estar ordenado por el principio de horizontalidad que esta obra maestra propone. La torre de Teodoro González bloquearía el panorama hacia el Ajusco y destruiría la armonía circular entre la pirámide y las montañas que circundan la cuenca de México.
El afán mercantilista todo lo corrompe y lo denigra. No estamos en contra de que la ciudad crezca, pero no queremos que crezca a costa de la aniquilación de nuestra herencia. Teodoro González puede hacer su torre en otro lugar, Carlos Slim su centro comercial en otro, pero han escogido dañar uno de los asentamientos humanos más antiguos del continente.
Exigimos que el predio de Carlos Slim sea expropiado y convertido en parque nacional, que la pirámide gemela de Peña Pobre sea rescatada, que se apoyen los trabajos de excavación del Instituto Nacional de Antropología e Historia y que de esta experiencia se originen leyes que frenen la voracidad de los empresarios y den facultades para que se legisle en materia visual porque no hay jurisprudencia aplicable a ``visuales''.
Más que nunca, la ciudadanía está dispuesta a defender lo que le partenece. Mientras que los centros comerciales manejados por mercachifles desaparecen o son clausurados, caen como chatarra, Cuicuilco seguirá siendo de todos los mexicanos hasta dentro de muchos miles de años.
Urge una reunión con artistas plásticos, académicos, científicos, intelectuales y todos los interesados en el caso, autoridades del INAH, de la delegación y los constructores y arquitectos del proyecto para discutirlo de frente a la sociedad.