Oscar Camacho Ť Logrado el objetivo de reventar al PAN, y
con un PRD que a pesar de su crecimiento aún está lejos de ser un
peligro en la contienda por la gubernatura, la lucha de los priístas
de Sonora en el actual proceso electoral ha sido, principalmente,
entre ellos mismos.
En esa lucha, los priístas se reagrupan: unos en torno del saliente gobernador Manlio Fabio Beltrones y sus aspiraciones de continuar su carrera política en el gabinete zedillista; y para otros, aquellos que ven al beltronismo como una especie en extinción, la opción es Armando López Nogales.
De acuerdo con un análisis del comité de campaña priísta, el PRI ``tiene asegurada'' la gubernatura, no así la mayoría absoluta del Congreso local, en tanto que avizora una ``cerrada'' disputa con el PAN y el PRD por las siete diputaciones federales.
En la más reciente encuesta que el CEO realizó en Sonora, cuyos resultados dio a conocer el 29 de mayo, la tendencia del voto favorecía a López Nogales con 39.3 por ciento, mientras que al panista Enrique Salgado Bojórquez se le otorgaba 24.6 y al perredista Jesús Zambrano 14.3 por ciento.
Enfrentados a la posibilidad de perder la gubernatura ante el PAN, los priístas cerraron filas y se disciplinaron en los procesos internos de selección, en los cuales la dirigencia hizo de lado la consulta a las bases y se fue por la vía de formar consejos políticos para que ahí se decidiera a los candidatos. Lo cual le sirvió para evitar los conflictos surgidos de la inconformidad que se produce en los aspirantes que no quedan y terminan abandonando el partido o amenazando con el clásico voto de castigo.
Buscó además cubrir las cuotas tradicionales a los sectores y así pudo salir en aparente unidad de sus procesos de selección de candidatos a ediles y diputaciones.
Las fricciones más fuertes, sin embargo, se dieron en las altas esferas, donde no deja de mencionarse el hecho de que el operador político de Beltrones, Roberto Sánchez Cerezo, único secretario de Gobierno que ha durado los seis años en el cargo, no fue ubicado en ningún puesto de elección. Con burla, a Sánchez Cerezo se le sitúa en el lugar número 15 de la lista por la sucesión en la rectoría de la Universidad de Sonora.
Fuerte ha sido también la pugna por la designación del diputado Alfonso Molina Ruibal como coordinador de campaña de López Nogales, y no han faltado razones a los críticos de Molina, quien a lo largo de la campaña ha ido de error en error, ni a algún priísta cercano a la Secretaría de Gobierno o a la dirigencia estatal, que ha calificado a Ruibal como el ``principal enemigo de López Nogales''.
Pero también con algunos empresarios ha tenido problemas el equipo del candidato priísta, y de manera especial se menciona que los más importantes beltronistas, encabezados por la familia Mazón y los Gutiérrez, se negaron al principio de la campaña a aportar recursos económicos.
La causa, se decía entre priístas, radicaba en que López Nogales le fue impuesto a Beltrones desde el centro del país y que no tuvo más remedio que aceptarlo, con las presiones encima de uno de los hombres más cercanos al presidente Ernesto Zedillo, Liébano Sáenz.
Empero, esa aparente incapacidad de Beltrones para colocar a un candidato más cercano a él que al centro del país parece haberla asimilado el actual mandatario local, cuya mano se ha dejado sentir a lo largo de un proceso que, teóricamente, es hoy controlado por órganos electorales ciudadanizados.
Organos en los que, señala la oposición, se encuentran funcionarios de clara tendencia gobiernista y priísta.