A mediados de enero, el presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, recibió dos cartas procedentes de los Altos de Chiapas: una, del obispo de San Cristóbal, don Samuel Ruiz García; otra, del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, suscrita por el abogado de ese organismo, Federico Anaya.
Ambos textos -de uno de los cuales hay una copia en poder del tonto del pueblo- exhortaban al IFE, a través de su máximo responsable, a impulsar una campaña especial para promover la cultura democrática en Chiapas, y favorecer la realización de los comicios del 6 de julio, sobre todo en la zona norte (Palenque, Tila, Sabanilla, etc.), azotada desde 1995 por la guerra de las bandas paramilitares de ``Paz y Justicia'' contra las comunidades zapatistas.
Sin embargo, tal vez porque no estaba legalmente obligado a hacerlo, Woldenberg no respondió a estas misivas, pero tampoco informó de su existencia a los siete consejeros ciudadanos, que con él integran el Consejo General del IFE, incurriendo en una omisión que por la propia naturaleza del asunto debe ser explicada, pues de lo contrario despertará suspicacias.
El proceso electoral en Chiapas -el tonto del pueblo lo demostró en esta página la semana pasada- está en manos del gobernador Julio César Ruiz Ferro, contra cuyos designios el IFE nada puede. Esto, que de suyo es grave, lo es más todavía porque Ruiz Ferro ha sido, y sigue siendo, un hombre de confianza de Raúl Salinas de Gortari, con el cual trabajó en Conasupo durante la época de la leche radiactiva importada de Irlanda.
En estos días, mientras un cateo policiaco a la casa de la familia Díaz Ordaz revela nuevos indicios sobre las actividades ilícitas de Raúl Salinas de Gortari -al mismo tiempo que aumentan los
crímenes vinculados con el caso Conasupo, que el régimen se niega a investigar-, en Chiapas crece la militarización en la selva. A primera vista, no hay relación directa entre los hechos. Pero...
Sólo esta semana, el Ejército introdujo una dotación de 3 mil soldados más en el municipio de Altamirano. La semana pasada, el general Enrique Cervantes Aguirre, secretario de la Defensa, viajó dos veces a Chiapas, en medio de un clima de tensión creciente, en el que, esto debe subrayarse, no han intervenido, ni de palabra, ni mucho menos de obra, los mandos o las tropas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
La tensión obedece a los movimientos de una sola parte, pero ésta, la gubernamental, no es monolítica: dentro de ella actúan el gobernador Ruiz Ferro, los ex gobernadores Patrocinio González Garrido, Elmar Setzer Marseille y Absalón Castellanos, y bajo el manto de éstos, los latifundistas, los talamontes que saquean la selva Lacandona, los traficantes de alcohol, prostitutas y drogas, y los grupos paramilitares al servicio de todos ellos, que podrían estar pensando en una provocación de terribles consecuencias en el momento preciso.
Pero si en Chiapas -es una mera suposición- la redoblada presencia del Ejército, hoy por hoy, se explica por la necesidad de impedir una maniobra violenta del salinismo contra el EZLN, en Europa la interpretación es muy distinta. El periódico Il Manifesto, de Roma, que el sábado anterior publicó íntegro el comunicado del subcomandante Marcos a los participantes de la gran marcha contra el desempleo en Europa, hace dos días, en un reporte sobre la situación chiapaneca, dijo que en las cañadas se vive en ``peligro de guerra''.
En el hotel Agua Azul, de Ocosingo, se alojan desde hace varios meses -le avisan al tonto del pueblo por Internet, y yo muevo mis contactos y lo confirmo- 30 o 40 individuos de aspecto inequívoco. Altos, fornidos, con el pelo muy corto, pasan la mayor parte de la mañana en la alberca o jugando basketbol por ahí, pero si alguien se los pregunta, no tienen empacho en declarar que en realidad son guardias blancas, aunque están al servicio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, como ``constructores de caminos''.
Si alguien pensó que el gobernador Julio César Ruiz Ferro es un genio, porque al nombrar a los consejeros ciudadanos más dóciles e incompetentes para el cargo, creó un mecanismo ideal para controlar las elecciones en Chiapas, vea lo que hizo el gobernador de Campeche.
Como presidente del Consejo General del Instituto Electoral del Estado (IEE, sucursal campechana del IFE), el excelentísimo Jorge Salomón Azar designó a Juan José Casanova Isaac, a quien antes de conferirle semejante responsabilidad le había entregado la rectoría de la Universidad de Campeche, quizá porque además de ser un hombre de usos múltiples, Casanova Isaac es primo de Manuel Alfaro Isaac, jefe de asesores del gobernador.
Bajo el mando de Casanova, y por instrucciones del propio gobernador, quedaron así las siguientes personas: Nelly Buenfil Montalvo, hermana de Edilberto Buenfil Montalvo, candidato del PRI a diputado local por el sexto distrito de Campeche; Aída Esmirna, ex directora de la escuela Preparatoria número Uno de la ciudad de Campeche, en la época en que Casanova era rector de la universidad; Mercedes Ruiz Ortegón, notaria pública cuyo prestigio se nutre de sus buenas relaciones de negocios con los priístas de la entidad; Gonzalo Bojórquez Ruiseño, dentista afiliado al PRI y director del posgrado de Odontología de la Universidad de Campeche.
Por último, los otros dos consejeros que, siempre en busca del justo equilibrio, Salomón Azar eligió porque tienen vínculos con la oposición, responden a los nombres de Carlos Huitz Gutiérrez, que fue propuesto por el Partido de la Revolución Democrática, y Gloseo Moreno Chin, que simpatiza con el Partido de Acción Nacional.
Todas estas buenas personas decidieron que, el próximo 6 de julio, los campechanos votarán en dos casillas distintas y distantes: en una para gobernador (o gobernadora) del estado, y en otra para diputados locales y federales. Ante el peligro (cada vez más lejano) de que Layda Sansores, candidata del PRD, obtenga la mayoría de los sufragios, los consejeros ciudadanos acataron las instrucciones de Salomón Azar, para promover el abstencionismo obligando a la ciudadanía a formarse en dos colas, después de buscar dos mesas de votación, lo que por otro lado pone, a los partidos que compiten, en el predicamento de duplicar el número de sus representantes electorales.
¿Hay en verdad condiciones reales para llevar a cabo el proceso electoral en Chiapas? Esta semana, los consejeros ciudadanos Jaime Cárdenas Gracia y Emilio Zebadúa concluyeron su tercera visita del año a las zonas de conflicto en la entidad. El reporte que debieron haber presentado ayer por la tarde a sus colegas del Consejo General del IFE, y al propio Woldenberg, señala que los problemas se dividen en tres categorías.
En San Juan Chamula, como es ya una vieja tradición, las autoridades religiosas del municipio no sólo no permiten que sea colocada la propaganda de otros partidos distintos al PRI, sino que el clima imperante allí es a tal punto oprobioso que nadie, entre los ciudadanos seleccionados para ello, se atreve a fungir como representante de casilla de
los partidos adversos al PRI.
En la zona norte, existe mayor confusión y los conflictos son más agudos, porque los voceros de ``Paz y Justicia'' han salido con la novedad que sus huestes no votarán en el distrito que comprende al municipio de Tila, porque el candidato impuesto por el PRI no es el que ellos deseaban. Al súbito abstencionismo de este grupo, se suma el que hace tiempo filtraron las comunidades zapatistas que no se sienten reflejadas por los abanderados del PRD.
Por último, en las cañadas de la selva los consejeros ciudadanos se encontraron con una conmovedora respuesta de la población civil que apoya a los indígenas rebeldes: ``Nosotros no vamos a votar en ninguna elección que organice el gobierno, mientras no se cumplan los acuerdos de San Andrés''.
Pero mientras el gobernador y los capos del priísmo en Chiapas insisten en que las elecciones en aquellas tierras serán tan limpias y ordenadas como si ocurriesen en un cantón suizo, las bases del zapatismo en Europa dan los últimos toques a una gran campaña de solidaridad con el EZLN, que este fin de semana principia en Venecia con la inauguración del Festival Internacional de los Pueblos, en honor de los zapatistas, que se prolongará hasta mediados de julio, en la misma semana que arrancará en las ciudades más importantes de la península ibérica el segundo Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.
Y a todo esto, por las aguas del Caribe navega hacia las costas de Veracruz el velero francés, de 12 metros de eslora, llamado El sueño absoluto, que con sólo cuatro tripulantes a bordo zarpó hace algunas semanas del puerto de Tarifa, en Andalucia, y después de atravesar el Atlántico por la gracia de Neptuno y de los dioses del viento, llegará a nuestro país de un momento a otro, cargado de mensajes de paz de los niños europeos.
El nuevo rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, debe echar de menos a Rafael Cordera Campos y a Ricardo Becerra, porque durante la administración de José Sarukhán ambos destacaron como operadores diligentes en aquellas actividades, poco gloriosas por cierto, destinadas a frenar el activismo de los jóvenes universitarios ante problemas tales como el de los miles y miles de aspirantes rechazados cada año, o la justa lucha pacífica del EZLN.
Hoy, mientras Cordera funge como coordinador de asesores de José Woldenberg, y Becerra como su asesor personal, Barnés de Castro incurrió en dos graves equivocaciones al tratar de distinguirse como duro entre los duros.
Por una parte, suspendió por seis meses al dirigente estudiantil Inti Muñoz Santini, a quien responsabiliza por haber cometido actos de vandalismo el pasado 10 de junio, durante un concierto de rock organizado en apoyo a los indígenas zapatistas de Chiapas. El problema para el nuevo rector consiste en que, según testigos de calidad, a la hora de los disturbios Inti Muñoz estaba en clase de ciencias políticas con el doctor Octavio Rodríguez Araujo, hecho que marca la segunda gran pifia policiaca de Barnés. La otra, sólo un día antes, se produjo cuando sus agentes expulsaron a la estudiante Ruth Ortega mediante una notificación falsificada. Y todo, subraya el tonto del pueblo, todo en una misma semana.