Miguel Covián Pérez
Fidel, la CTM y el PRI
Murió don Fidel Velázquez y el país ya no será el mismo después de este suceso que, no por esperado, deja de ser lamentable. No sólo como dirigente obrero, sino como político de primer nivel dotado de cualidades excepcionales para influir en el ejercicio del poder, fue uno de los constructores del México posrevolucionario.
Solamente quienes conocen la historia reciente del país a través de las superficialidades de la anécdota, la deformación de los clichés o las simplificaciones teñidas de un leve barniz científico social, podrán seguir minimizando la colosal tarea que Fidel Velázquez cargó sobre sus hombros durante más de medio siglo o cuestionando su forma de realizarla y el sentido que imprimió a sus resultados.
Fidel Velázquez edificó una estructura de defensa y promoción de los derechos e intereses de los trabajadores capaz de adaptarse a los vaivenes pendulares del sistema político mexicano, sin permitir que los objetivos fundamentales de la lucha social fueran postergados por imperativos secundarios del gobierno en turno. No fue un dogmático y por eso sus estrategias pueden parecer fluctuantes. Esa fue, sin embargo, su principal virtud: su congruencia en lo fundamental y su adaptabilidad en lo accesorio.
Fue el único interlocutor de los presidentes de la República más poderosos que el país ha tenido de cinco décadas para acá, capaz de decir no y de establecer condiciones para otorgar su anuencia. En el logro de las conquistas legales e institucionales alcanzadas por los trabajadores en ese lapso, subyacen los criterios y los dispositivos estratégicos de la CTM y su fuerza organizada. ¿Fue o no necesario fundar el Congreso del Trabajo, como garantía de unidad, cuando nuestro sistema económico y de relaciones laborales se actualizó, instituyendo la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, la correspondiente al Reparto de Utilidades y el Infonavit? Sin la capacidad de cohesión del liderazgo de Fidel, jamás se habrían reducido los rezagos de nuestra realidad respecto de la letra de la Constitución.
El charrismo sindical fue una invención denigratoria de fuerzas coludidas para mellar el filo de la sagacidad con que el dirigente de la CTM cortaba las ataduras con que aquéllas pretendían maniatar su capacidad de acción. Fue un aliado imprescindible de casi una decena de gobiernos, pero nunca actuó en los hechos como un incondicional.
La participación organizada de la CTM como fuerza fundamental del PRI ha sido etiquetada como ``corporativismo'', a la vez que se le atribuye la función instrumental de intercambiar claudicaciones en el campo laboral, por posiciones políticas. Se olvida que la decisión de adherirse al partido gobernante es anterior al liderazgo de Fidel Velázquez; fue ampliamente expicada en el Congreso cetemista de 1938 y correspondió a la concepción que tenían del partido el presidente Lázaro Cárdenas y sus principales ideólogos. De no haberse mantenido y consolidado esa participación, el PRI habría devenido en un partido de la burguesía, desde mucho tiempo atrás.
Murió Fidel Velázquez cuando continuaba al frente de la central obrera a la que se debe en gran medida la estabilidad política y el consecuente desarrollo económico que México ha tenido en toda la segunda parte de este siglo. Permanencia en su puesto, no porque fuera un enamorado del poder ni un adicto a las posiciones de mando. Asumió hasta el último minuto el cumplimiento de una responsabilidad de gran relevancia para la tranquilidad del país, aun ejercida en términos simbólicos.
Ha muerto un anciano de espíritu indomable que merecía, sobre todo, respeto. México ya no será el mismo. No creo en los hombres insustituibles, pero conozco lo suficiente los fenómenos y procesos del poder y es por ello que abrigo la certeza de que, incluso los enemigos y detractores de ese admirable mexicano hoy desaparecido, mañana mismo comenzarán a comprender de qué magnitud y trascendencia era la función que tuvo a su cuidado y el lugar que ocupaba como una de las piedras angulares del sistema político que, pese a todo lo que se piense y se diga, nos ha dado paz, independencia y progreso.