La Jornada domingo 22 de junio de 1997

Elba Esther Gordillo
Don Fidel

Un nombre, un hombre, una época... Don Fidel Velázquez fue eso, era eso, y hoy que se nos ha adelantado en el viaje seguro que todos tenemos que emprender, nos vienen a la mente miles de imágenes del hombre que colaboró en la construcción del México de hoy.

Trabajador en el sentido más amplio y generoso del término, hombre de ideas y de ideales, supo construir un esquema que respondiera a los intereses del México contemporáneo, imagen característica de la institucionalidad.

Don Fidel, el líder visionario de una época que supo aglutinar en su proyecto conjunto a los trabajadores, no sólo en aspectos de beneficios económicos y de seguridad social, sino también en la generación de espacios para que sus compañeros fueran copartícipes en la construcción del modelo de desarrollo nacional, ya con cargos de elección popular a nivel municipal, estatal o federal, o bien en tareas de la administración pública, su visión era formar líderes, dar oportunidades, abrir espacios. El compromiso de quienes recibían la oportunidad era cumplir la función, crecer en la formación y contribuir a generar nuevos modelos en la relación del trabajo y del país ante los nuevos retos que se presentan día con día.

Don Fidel, el político que supo ser símbolo de la institucionalidad, hombre conocedor de las entrañas del poder y de la naturaleza humana, personaje congruente con su pensar y hacer. Constructor de un poder real de la política de equilibrios.

Don Fidel, el hombre, generoso en sus afectos, formal en su trato y en sus compromisos, leal con sus amigos, firme en sus convicciones; esposo y padre amoroso.

De Don Fidel se ha escrito mucho. Más queda por escribir. De su obra, la historia sabrá colocarla en el justo lugar que le corresponde.

Del México que sigue sólo podemos decir que hay y habrá quienes estén dispuestos a continuar con proyectos y obras, con liderazgos de nuevas prácticas políticas, con instituciones democráticas capaces de convertir las nuevas aspiraciones individuales y colectivas en expectativas realizables por las que vale la pena luchar, conscientes de que tiempo y circunstancia son divisas en la valoración que se debe hacer de quienes deciden asumir sus retos.

A Doña Nora su esposa, a sus hijos y nietos, mi más sentido pésame por tan irreparable pérdida.

Descanse en Paz.