Arturo Huerta G.
Los banqueros y el programa económico

Los banqueros están preocupados por el Programa Económico Alternativo que presenta el PRD y han pedido un debate para su discusión. Los banqueros deben estar más preocupados por analizar la política económica actual, por ver su fracaso para configurar condiciones de crecimiento sostenido y del porqué no ha superado los problemas de insolvencia financiera y de inestabilidad del sector bancario, en vez de cuestionar planteamientos de política económica que tratan, por medios diferentes, de superar los problemas económicos del país.

Los banqueros y el gobierno se aferran a una política económica que ha sido causa de la crisis y de los problemas que afronta el sector bancario. No quieren cambio alguno en la política económica. Siguen apegados al superávit fiscal, a las políticas contraccionistas fiscal y crediticia y de salarios y a la estabilidad nominal del tipo de cambio para reducir la inflación, como si éste fuera el principal problema de la economía. No se dan cuenta de que dicha política es la causante de la contracción del mercado interno y, por lo tanto, de las ventas y de los ingresos de las empresas y de los individuos; de ahí el porqué de los problemas de las carteras vencidas y de la inestabilidad del sector bancario.

Asimismo, dicha política está aumentando las presiones sobre la balanza de comercio exterior, pues pasan de nuevo a resultar más baratas las importaciones que la producción nacional y, además, los problemas de acumulación de las empresas están restringiendo los ingresos tributarios del sector público, lo que compromete el superávit fiscal. De tal forma, la política económica no beneficia a las empresas ni a los banqueros, ni configura condiciones macroeconómicas para el crecimiento sostenido, pues pasa a generar déficit en el sector externo y en las finanzas públicas, que repercutirán en mayores presiones sobre el tipo de cambio, la tasa de interés y los precios, además de frenar el crecimiento económico alcanzado en los últimos meses, evidenciando el carácter temporal de los logros alcanzados por dicha política.

Además del carácter cortoplacista de la política económica, está su alto costo. La finalidad de la política predominante es mantener la estabilidad cambiaria nominal (la relación peso-dólar con un deslizamiento por debajo de la inflación) para valorizar al capital financiero, para incentivar su ingreso al país y poder así financiar el contexto de economía abierta y el pago del servicio de la deuda externa. De tal forma, se sigue en el esquema de una economía inserta en el proceso de globalización para favorecer al capital financiero, a costa de aumentar nuestro endeudamiento externo y de aplicar políticas económicas contraccionistas que desquician las condiciones de acumulación de las empresas, lo que afecta su capacidad de pago de las obligaciones financieras, así como su capacidad de crecimiento productivo y de generación de empleos bien remunerados.

Los banqueros y el gobierno se empecinan a defender una política económica cuyo fracaso se ha encargado de demostrar la propia realidad, porque no genera un crecimiento sostenido para todos y sí, por el contrario, nos lleva a mayor endeudamiento externo, a depender en forma creciente de la entrada de capitales, a mantener y acentuar los problemas de insolvencia y de inestabilidad del sector bancario. Los señores del dinero deben preocuparse más por que se dinamice el mercado interno y se mejoren los ingresos de las empresas y los individuos, para que éstos tengan capacidad de pago y puedan aumentar sus depósitos bancarios, para que los bancos tengan más liquidez y a menor costo, para que puedan flexibilizar los créditos e impulsar una dinámica sostenida de la economía. Ellos deben de aceptar que la política económica actual ha resultado incapaz de alcanzar tales objetivos y por lo tanto mostrar interés y preocupación por estudiar otras propuestas de política económica para encarar la problemática que afronta el país.

El país se nos va. Cada vez pertenece más al capital extranjero. El propio sector bancario, que estaba protegido por la Constitución para que perteneciera a nacionales; ya se modificó la ley para permitir la participación del capital extranjero en dicho sector. No obstante que los banqueros nacionales han visto perder posiciones frente a la banca internacional, insisten en mantener la política económica que ha llevado al capital nacional a subordinarse en forma creciente al capital extranjero.

Ello refleja que hay falta de dignidad en los señores del capital y del gobierno; hay falta de proyecto de nación, pues su política económica no genera condiciones endógenas de acumulación y crecimiento, sino que nos lleva a depender en forma creciente del capital externo, obligando a que el programa se supedite más y más a las condiciones de valorización de su capital, a costa de relegar la esfera productiva y los objetivos de los nacionales