Marco Rascón
El eje central es Cárdenas

A Valentín Campa

La clase política llora la muerte de Fidel Velázquez, no la clase obrera. Fidel se adelantó a lo que acontecerá el 6 de julio, porque con él también se fueron la promesa de los votos cautivos, la firma de los pactos económicos antisociales, los topes salariales, el control histórico sobre los trabajadores que lucharon contra el binomio CTM-Estado, que se impuso al conjunto de los sindicatos, los contratos colectivos y la participación obrera por más de cuatro décadas.

Fidel Velázquez fue una causa del atraso del movimiento obrero mexicano, su gremialismo, su economicismo, su subordinación a los intereses de una burguesía parasitaria y subsidiada y de un Estado cada vez más doblegado a los intereses del exterior. Ya en decadencia, durante el salinismo y la integración económica, justificó que los ``bajos salarios de los trabajadores mexicanos eran un asunto de soberanía'' para hacer competitiva la fuerza de trabajo de México frente a Taiwan, Singapur y los paraísos salariales de la globalización, logrando récord mundial en salarios bajos (menos de 2.5 dólares al día).

Fidel Velázquez era el vocero e interlocutor de la violencia del Estado, y dejó una amenaza nunca desmentida: sólo con violencia nos quitarán el poder.

A este símbolo hoy le rinde homenaje la clase política, sabiendo que de la fuerza surgen también grandes debilidades, y que de su ausencia, la vejez extrema de sus sustitutos cercanos, la falta de liderazgo y autoridad de los más jóvenes, podrían alentar una reanimación política de los trabajadores, sometida con estabilidad al paso entre el nacionalismo revolucionario y el liberalismo social; entre el estatismo corporativo y la economía de libre mercado. La insurgencia sindical de los 70, que fue uno de los momentos más importantes en contra del control cetemista, terminó en derrota histórica cuando planteaba Rafael Galván a Echeverría que la alternativa era ``cambiar la base social de apoyo del Estado'', estrategia que se tradujo a partir de 1977 en la derrota que costó otros 20 años de sometimiento y confusión política e ideológica, pues la lucha por la independencia sindical se transformó en una demanda de la unidad a toda costa ``con el Congreso del Trabajo''. Este error hizo de la vida natural de Fidel Velázquez, la vida política de la organización obrera en el país que, aunada a los nuevos criterios del neoliberalismo, desvalorizó al trabajo como principal factor de riqueza, sustituyéndolos por el comercio y la especulación financiera y, por ende, debilitando históricamente el peso de los trabajadores en el nuevo modelo: ser trabajador, dentro del neoliberalismo, se convirtió en un concepto peyorativo.

No sólo se va una época con Fidel, sino parte importante del priísmo, la cultura del inmovilismo, la corrupción, la despolitización de los trabajadores y muchas mentiras. Fidel Velázquez y Emilio Azcárraga fueron piezas fundamentales para el control político e ideológico sobre el que descansó una estabilidad y un orden favorables a la clase política, a la alta burocracia y al presidencialismo paternal y autoritario. Con ellos, muere también el régimen.

Antes del deceso de Fidel, el priísmo ya había entrado en descomposición; a partir del crimen de Colosio y de Ruiz Massieu las viejas reglas dejaron de operar y fueron sustituidas por el crimen para disputarse, entre neoliberales y dinosaurios, el Ejecutivo y el control del Legislativo, entre neoliberales y dinosaurios. Vienen muriendo en las urnas y ante el empuje de la sociedad, que revirtió los métodos del miedo, y a partir del 6 de julio se proyecta una nueva insurgencia cívica.. En este momento, la figura de Cárdenas frente al derrumbe del viejo régimen, se agranda y se levanta, pues la ''modernización'' del régimen priísta, ya no puede seguir obstruyendo la necesidad de una revolución económica, social, educativa, cultural que necesita México para ejercer con plenitud su soberanía y que es la que representa Cárdenas, no solo como futuro gobernante en la capital, sino como la referencia del México profundo. Ante la falsa ilusión de entrar al primer mundo, por la vía de la integración subordinada, la muerte del priísmo en las urnas abre la necesidad de la liberación del movimiento obrero, los campesinos, los movimientos populares, los empresarios, los intelectuales, los maestros, los estudiantes, a un nuevo pacto social. La figura que cataliza la crisis del régimen es indudablemente Cuauhtémoc Cárdenas, quién se perfila no solo como el futuro Jefe de Gobierno, sino como la figura central para unir y desarrollar el proceso hacia una revolución democrática y donde la revolución social, sea la que conduzca, la profundidad de esta. En el vuelco que esta a punto a dar el país, no esta ya la posibilidad de un ''pacto de transición'' cupular y arreglado, sino que las urnas hablarán y dirán el rumbo, sin equivocarse.

PD.- Restauranteros, artistas y vecinos de la Condesa con Cuauhtémoc Cárdenas. Miércoles 25 a las 15:00 horas en Michoacán y Atlixco.