La Jornada Semanal, 29 de junio de 1997
Guionista de Alain Tanner, autor de un libro definitivo sobre Picasso y de numerosos ensayos sobre el arte de la mirada, John Berger es uno de los principales novelistas de la lengua inglesa. Sus obras más recientes son el drama El último cuadro de Goya y la novela Hacia la boda, ambas publicadas por Alfaguara. Ofrecemos una de las piezas que integran su libro más reciente, Photocopies, en el que ofrece retratos rápidos e indelebles de sus seres queridos.
Hay una pintura de Jack Yeats que muestra a una mujer montando a pelo, una amazona de alta escuela, con su caballo de pura sangre, hablándole a un payaso que está sentado en una caja cerca de la entrada a la carpa mayor. Se titula: Esa gran conversación tuvo lugar bajo la rosa.
Cuando Jack Yeats era muy viejo, pasé una noche con él en Dublín. Una noche inolvidable de relatos y de whisky. No se lo pregunté entonces, porque no sabía que necesitaría hacerlo, pero treinta años después (él tendría 125 años hoy) imagino que estaría de acuerdo en que tomara prestado su título para el trayecto de un viaje en autobús.
Fuera de temporada, entre Dublín y Derry sólo hay dos autobuses al día. La carretera cruza el hombro derecho de Irlanda. En diciembre, cuando tomamos el autobús, había una lluvia ligera, y los muros de piedra y el ganado en los disparejos campos estaban empapados. Acomodados en nuestros asientos, chupábamos pastillas de menta y leíamos periódicos parisinos del día anterior. Ella subió en Castleblaney. Caminó por el pasillo cargando una bolsa de plástico y tomó asiento en uno de los lugares vacíos.
La noté a causa de su rostro y de lo inusual de su expresión. Me recordaba, no un animal, sino el dibujo de uno. Tal vez del león que se convirtió en el acompañante de Marcos, el evangelista. A veces ese león tiene una expresión que, simultáneamente, es sonriente, herida y un poco burlona.
El autobús arrancó. Ella nos escucha hablando en francés y, después de un rato, se voltea y nos pregunta:
¿De dónde son?
Es rolliza y de estatura baja, de manera que tiene que asomarse por el pasillo para poder vernos detrás de su asiento.
Ustedes no nacieron aquí, continúa, ustedes son extranjeros.
Sus ojos son inesperadamente brillantes y azules.
Así que van a Derry, continúa, y yo voy a Omagh. ¿Están de vacaciones?
Trabajamos en Derry con unos actores.
Yo también voy a estar en una obra de teatro. ¿Por qué no vienen y se sientan conmigo?
Se mueve de manera que el asiento junto a ella queda libre. Me siento a su lado y me dice que su nombre es Kathleen y le pregunto en qué obra actúa.
Un cuento de Navidad. Mi primer papel, cuando era muy pequeña, fue de niño Jesús. Hace dos años interpreté a Lady Macbeth.
Muy diferente, digo, muy diferente. ¿De modo que quieres ser actriz?
Probablemente fue entonces que calculó que yo era un poco estúpido.
Voy a ser peinadora.
¿En Omagh?
No. En Omagh estoy en la escuela. Estuve en casa durante el fin de semana. Tengo dieciséis años. ¿Pensaste que era más grande?
Un poco.
Suele suceder.
¿Tienes hermanos y hermanas?
Somos cinco pero tenemos padres diferentes. Ahora mamá vive con Bill. l es más joven que ella y ella está embarazada.
¿Nacerá pronto el bebé?
En abril. Me llevo bien con Bill, es muy sencillo. También yo estoy embarazada.
Entiendo.
El mío nacerá en mayo.
¿Las dos tendrán a sus bebés en el mismo hospital?
Sí, así será. Nos caen bien las enfermeras del lugar. Y quién sabe, tal vez las fechas estén mal y los tengamos al mismo tiempo.
¿Tú y tu mamá?
Sí.
¿Y el padre, el padre del tuyo?
No quiere al bebé. ¡Deshazte de él!, me dijo. No iba a hacerle caso. ¡Quiero a nuestro bebé y voy a quedarme con él! Así que me dejó. Ahora vive con mi más antigua amiga.
No es muy fiel, digo.
¡Ay! Apenas tiene diecisiete, pobre niñito. Pero yo tengo al bebé y estoy feliz. Quiero tener muchos hijos. ¿Puedo mostrarte la tarjeta de cumpleaños que compré para mi hermana?
Encuentra un sobre en su bolsa y me lo entrega.
Mi hermana va a estar furiosa porque no le compré un regalo. Yo quería comprarle un libro. Tal vez el último de Roddy Doyle. Pero no tenía dinero, así que sólo le quedará sonreír por mi tarjeta, ¿no es cierto? ¡Pero anda, ábrela!
En la tarjeta hay una fotografía de una rosa blanca y bajo de ella las palabras: ``A Deirdre con cariño, de Kathleen.''
Mi hermana se queda en casa. Es diez años mayor que yo y nunca sale. Acaba de escribir un libro.
Le ofrezco a Kathleen una pastilla de menta.
Me mira con sus ojos brillantes bajo las pestañas entornadas. ¿Te molestaría si fumara?
Le señalo el vientre.
Pone su mano sobre mi brazo para tranquilizarme. Ya sé, me dice, voy a dejar de fumar al final de esta semana. La heroína del libro de mi hermana se llama Annie. Es violada y queda embarazada. El hombre, que es suficientemente viejo como parecer su padre, la tira por las escaleras deseando que aborte. Ella se queda tirada y finge estar muerta, y cuando él se inclina sobre ella lo agarra -puedes imaginarte de dónde- y jala y jala hasta que él aúlla. En ese momento uno de los amigos de él entra por la puerta principal y ambos deciden-
¿Eso fue lo que le pasó a Deirdre?
¡Por Dios! ¿Qué te hace decir eso? No, no. Su padre, que no es el mío como ya te dije, se metió con ella cuando era pequeña, pero eso es todo, nada más. La tragedia de Deirdre es que es sorda. No puede escuchar nada. Es sorda como una tapia.
¿Nació así?
Fue un accidente automovilístico. Yo estaba en California en esa época.
¿En California?
Tenemos una plática magnífica, ¿no es cierto?, dice ella. En un lugar llamado Lodi, a unos ochenta kilómetros al norte de Oakland. Dos más y llegarás a Derry.
Levanta la tarjeta de la rosa para que la veamos una vez más.
Esta tarde voy a lavarme el pelo. ¿Crees que debería dejármelo crecer un poco?
Podrías.
No, dice ella y mete la tarjeta en la bolsa del asiento frente a ella, el cabello largo es demasiado caluroso en verano. ¿Cuál es tu color favorito para las rosas?
El rosa, creo.
Quiero que estés a gusto. Te aparté de tus amigos y tal vez no les guste. No tienes que quedarte, Johnny.
Juega con la tarjeta de cumpleaños.
En la escuela comparto una habitación con Sheila. También ella está embarazada. Así que tenemos un arreglo: un día yo hago todo para ella, y al día siguiente ella hace todo por mí. Hoy le toca a ella hacerse cargo. Así que me lavaré el pelo y veré qué hay en la tele y luego me aprenderé mis parlamentos. Interpreto al Espíritu de la Navidad pasada.
En ese momento se da unas palmaditas en la panza. Su mano es regordeta, con las uñas mordisqueadas.
Creo que el próximo año no voy a actuar. Tendré que cuidar a mi bebé. ¿Te gustaría escuchar mis primeras líneas?
Adelante.
``Admite apenas un roce de mi mano allí -coloca su mano cerca de mi corazón- y serás conducido por mucho más que esto. Ahora tu labio tiembla_ ¿y qué es eso en tu mejilla?_ estas no son sino sombras de las cosas que han sido_''
El autobús se detiene ante la reja de una cabaña en un camino solitario y una pareja de ancianos desciende, ayudándose mutuamente con sus compras. Tras de la reja su perro intenta saltarla.
Kathleen y yo no hablamos durante diez minutos.
También yo soy sorda, dice al poco.
Oh, vamos, le digo.
No como Deirdre, sólo soy sorda de un oído y tú estás sentado del lado bueno. De hecho, tengo un aparato para oír pero no lo uso.
¿Otro accidente automovilístico?
No. Una noche de viernes hace un año estaba borracha y una vagoneta me atropelló. También me rompió el brazo.
Se sube la manga de su suéter de lana y me muestra un verdugón a la altura del hombro.
Si es hombre lo llamaré Kevin y si es mujer, Sara.
¿Cuando te hicieron el ultrasonido no te dijeron si era niño o niña?
No quise saber. Me gustan los misterios. ¿Te gustan los nombres Kevin y Sara?
El autobús se detiene dos veces en Omagh y en la segunda parada Kathleen se levanta, toma la tarjeta de la rosa de la bolsa del asiento frente a ella y camina por el pasillo sin decir una palabra.
La miro subir un camino empinado hacia un edificio que podría ser una escuela. Parece cansada.
¡Sheila!, le dirá a su amiga, ¡conocí a un extranjero en el autobús y le conté las historias más fantásticas que se me ocurrieron!
¿Y te ha creído?
Y Kathleen asentirá con su rostro sonriente y herido y ligeramente burlón.