Eugenio Clariond Reyes-Retana es, desde hace unos días, presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, que reúne a la aristocracia empresarial del país. Su hermano Benjamín, gobernador interino de Nuevo León, navega a dos aguas: entre los compromisos políticos que ha adquirido con el PRI, su partido formal, y el apoyo implícito a su primo Fernando Canales Clariond, candidato del PAN al gobierno del estado.
No sólo por su participación protagónica en la política y en los organismos empresariales ha adquirido notoriedad la familia Clariond Reyes-Retana/Canales Clariond; también porque su empresa, IMSA, cotiza ya en la bolsa de Nueva York y en la de México. En su número de mayo, la revista Expansión pondera el crecimiento de IMSA. Su ingreso a la bolsa le permitirá capitalizarse y con ello cubrir pasivos y afirmar su posición en el mercado internacional.
Los propietarios de IMSA se han topado con problemas, pero no tan graves e insuperables como para obstaculizar su ascenso económico y político. Ante la crítica de Luis E. Todd, candidato del PT al gobierno de Nuevo León, en el sentido de que esa empresa había sido favorecida por el ex presidente Salinas de Gortari (fue en el sexenio pasado cuando el gobierno le vendió Aceros Planos, antigua filial de la Fundidora Monterrey y hoy unidad clave de su producción), Eugenio Clariond, su presidente, negó que así hubiera sido. Aún más, argumentó que con Salinas había perdido ``muchos millones, y no de pesos, sino de dólares''.
La pérdida no impidió que sus utilidades netas registraran un incremento de 465 por ciento en 1996 con respecto a 1995 ni que, de su bolsa, Fernando Canales Clariond se pudiera costear una cuantiosa campaña política. Campaña que puede darle, por lo cerrado de la competencia con Natividad González Parás, el candidato del PRI, un eventual triunfo electoral.
Un triunfo de esa naturaleza --limpio y por lo tanto legitimado como pudiera ser-- resultaría adverso para la democracia. La democracia que no es sólo, como lo propusieron los panistas, la simple alternancia en el poder: la democracia sin adjetivos,<> como la llamó Enrique Krauze. Pablo González Casanova hizo entonces su crítica: una democracia sin adjetivos es una democracia sin sujetos. ¿Qué quiso decir con eso?
En un texto que todo mundo interesado en la política debiera leer, titulado Las encrucijadas de la democracia moderna, José Luis Tejeda explica ampliamente la crítica de González Casanova. A la democracia se la ha querido definir tendenciosamente, dice, por su aspecto procesal y no por su contenido ni por su finalidad. Así que con la existencia de por lo menos dos partidos, elecciones limpias y alternancia en el poder es suficiente para que haya democracia. No importa que quien detente el poder no sea el pueblo, la mayoría, sino sus opuestos: la aristocracia del dinero, la oligarquía empresarial en nuestro caso.
Aristóteles se sorprendería al ver que la oligarquía puede ser la titular de la democracia, que puede haber una democracia oligárquica. Este engendro, que nació con el capitalismo, y que por muchos años fue disfrazado y atenuados sus efectos en nuestro país por efecto de la revolución de principios de siglo, es posible. El dinero puede manipular la necesidad y la ingenuidad de las masas momentáneamente convertidas en electorado y enajenar sus conciencias. Fueron convencidas --un ejemplo-- por Nelson Rockefeller de que él las representaría en el gobierno de Nueva York. Irritadas por los golpes que les ha asestado el régimen priísta, podrían pensar que un submúltiplo mexicano del magnate estadunidense haría otro tanto.
En Nuevo León ya supieron los deudores --la mayoría de la población-- lo que un gobernante panista cobijado con los colores del PRI puede intentar, como en vano lo intentó no hace mucho Benjamín Clariond Reyes-Retana: tomar medidas para que los bancos (de algunos de ellos es socio) despojaran, mediante juicios sumarios, de sus viviendas a quienes no habían cubierto lo debido en hipoteca. La popularidad que le atribuía la prensa local forjadora de encantos personales se volatilizó en ese instante.
Si el ensayo de Nuevo León tiene éxito, ahora bajo los colores del PAN, ya podríamos elevar a himno la frase de Luis XIV: ``Todo para el pueblo, pero sin el pueblo''.