La Jornada miércoles 2 de julio de 1997

Bernardo Bátiz
Balance preliminar

El proceso político que llegará a su punto culminante el próximo domingo, ha sido causa de diversos cambios cualitativos en la política del país, con independencia de los resultados electorales que conoceremos muy posiblemente la noche misma de ese día. En mi opinión, algunos de estos cambios importantes son los siguientes:

a) El nuevo Consejo General del IFE, integrado por ciudadanos, está trabajando con gran independencia por lograr que el proceso electoral sea transparente, equitativo y creíble, todo ello con un esfuerzo adicional, debido a las estructuras ejecutivas impuestas o heredadas de otros tiempos y que por esta ocasión tuvieron que tolerarse.

b) Se rompió el esquema bipartidista impulsado por los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, especialmente por este último, que compensó el apoyo recibido del PAN, dándole a los principales dirigentes de ese partido una especie de ``segundo partido oficial'', con derecho de picaporte en Los Pinos, Gobernación, Hacienda y otras dependencias del gobierno

La irrupción del PRD y sus aliados, rompiendo esa ronda que se pretendía exclusiva, deshizo los planes de quienes ya veían las futuras elecciones como una calca de las de nuestros vecinos norteños: mucha publicidad, muchos ``creativos'', muchos globitos, lucecitas y serpentinas en la competencia de dos partidos coincidentes en casi todo.

c) Han participado más y más abiertamente los medios, eludiendo en buena medida el tradicional control oficial y, salvo algunas penosas excepciones, se han comportado plurales e imparciales hasta donde esto es posible en México.

En este terreno, creo que quienes deben ser reconocidos por su amplia participación son ``las bases'' de los medios, reporteros, fotógrafos, cartonistas y comentaristas.

d) Se derrotó el gradualismo. Los avances que se dan en este proceso electoral, van más allá de los pequeños pasos acotados y engañosos que en otros momentos se daban ``para acercarnos a la democracia'', y demuestran que ésta tiene más fuerza que quienes pretenden ponerle diques a su avance y diferir indefinidamente su arribo.

El gradualismo demostró ser una forma mentirosa de ``avanzar'' sin moverse del mismo sitio, soltando un poco las amarras cuando la presión aumentaba y recogiéndolas en el momento en que la fuerza popular se replegaba; la llave que abre y cierra la intensidad y el momento de los cambios graduales, pasó de las manos del presidente a las de los votantes.

e) Las campañas han constituido en el fondo, más allá de notas de color e incidentes, un debate alrededor del modelo económico; dos partidos, el PAN y el PRI, son proclives al liberalismo capitalista y uno, el PRD, critica este resurgimiento de la política de libre mercado y propone un sistema alternativo de dirección de la economía por un Estado democrático y la promoción del sector social de la misma, olvidado por el último gobierno, pero con raíces en la Constitución y en la historia de México.

f) Finalmente, durante esta campaña, de alguna manera se humilló a la soberbia: la tradicional, de quienes orgullosos de sus títulos de doctores y maestros obtenidos en el extranjero planeaban más PRI para los próximos veinte años, y la de quienes ya se sentían en los cuernos de la Luna, cogobernando primero con Salinas y después con Zedillo, e imponiendo su ``triunfo cultural''.

Parece que quien surge con gran fuerza es el pueblo mismo que sabe identificar a quienes están efectivamente de su lado.