La Jornada miércoles 2 de julio de 1997

Luis Linares Zapata
Radiografía de un sentir

El panorama político que emerge tras la radiografía que las encuestas tomaron del país es alentador. Y lo es porque por vez primera en largos años, la correlación de las fuerzas actuantes en la nación parece que tendrá su fiel reflejo en lo electoral. Después de las expulsiones y agandalles que se dieron con penosa frecuencia en el ámbito público, las aguas fueron buscando sus cauces para darle a México el ansiado rostro democrático que tendrá de aquí en adelante. Todo indica que el jalón final de la dilatada y costosa transición parece un suceso ya decidido por la sociedad.

Si los resultados del domingo entrante logran algo parecido a lo que se ha captado en los numerosos sondeos --la mayoría de ellos coincidentes con lo que se palpa por distintos medios--, la resultante principal de todo el proceso será el asentamiento de un nuevo actor político: el PRD. Pero más que ese partido como tal, lo trascendente será la emergencia clara de la corriente de centro izquierda que tanto se presagió. Ella será el fenómeno determinante de la actualidad nacional por varias razones. Una, porque logrará hacerse del gobierno de la gran ciudad de los mexicanos.

No sólo se levantará con el triunfo a secas, sino que éste será indiscutible y arrollador, entre un 45 ó 50 por ciento del total. Pero además aparecerá --si el escenario descrito en los estudios de opinión captó el pulso del electorado-- como una fuerza de consideración para formar la Cámara de Diputados. Obtener un 25 por ciento o más de los votos y las curules, dará al PRD y a la fuerza que lo impulsa una sólida palanca de negociación e injerencia en todos los vericuetos del poder.

Si a ello le puede agregar una gubernatura (Campeche), que disputa con realismo, y concretiza el avance en la competencia por las de Sonora, Colima, Querétaro y San Luis Potosí en algo más de un 15 por ciento, entonces pasará a ser, sin duda alguna, el molde que delineará, de aquí en adelante y para el 2000, los contornos y el contenido de la lucha por el poder.

El PAN tampoco estará en desventaja si asimila su tropiezo en el DF y se apalanca con los triunfos que puede alcanzar en dos gubernaturas (Nuevo León y Querétaro), al tiempo que se consolida en las restantes como un contendiente de peso. Pero más que ello, tendrá que darle sentido y uso adecuado a su factible como cercana primera minoría, si logra desplazar de ella al PRI. El mandato así descrito, de materializarse buscará con ansias las interpretaciones debidas. Una, la de profundidad, tendrá que ver con sus compromisos efectivos con la sociedad de hoy. En particular con los grupos rurales, los indios, los marginados, los trabajadores urbanos, las mujeres, los discapacitados, y respecto de los cuales mantiene una insondable distancia y hasta indiferencia.

Otra de sus vertientes de recomposición pasa por la búsqueda y definición de posturas y programas nuevos, así como replantear aquéllas que acarrea desde su fundación y que el desarrollo de México trastocó hasta convertirlas en anclas inaceptables o poco atractivas si pretenden ser una opción para el 2000.

El PAN requiere llenar los enormes huecos de su visión del mundo y delinear un modelo económico con detalle y fundamentos. Por último, abrir y multiplicar sus ralos o cerrados procedimientos de captación de militantes y selección interna, que le impida recaer en candidaturas como la de Castillo o Diego y que le permita, cuando ello sea requerido, llenar las plazas públicas.

El PRI no tendrá la nueva oportunidad que ha buscado sin mudar su oferta, arreglar prácticas oscuras o recomponer sus desavenencias internas. Los contactos que debía sellar con el ánimo de los mexicanos se le escaparon anudados por los compromisos con las élites financieras de dentro y fuera del país. Sus dirigentes y cuadros medios, profundamente desorientados por el rechazo que fueron encontrando en la sociedad, y ya sin el aura y las certezas de la modernidad, buscarán, llenos de furia, a los depositarios de su derrota. Hay que recordar que el electorado le retiró al PRI y a su coalición de gobierno su apoyo en el 88. Se toparon con los votantes en el 91 y 94 por la manipulación del miedo colectivo, por el fraude y la inequidad conocida. Pero quizá fueron los mismos tropiezos del PRD para entender que no era revancha lo que buscaban los mexicanos sino seguridades para un porvenir digno; o las endebles propuestas del PAN las que prolongaron también un esquema de poder que ahora llega a su fin.

Muchos de los actores de estos tiempos aciagos y titubeantes son los mismos, lo que cambió es el talante y la paciencia de la sociedad. Los que la atendieron serán los ganones, pero para seguir siéndolo habrá que auscultarla con gran sensibilidad y con los mejores instrumentos disponibles.