Como todos los años, la Semana Cultural Lésbico-Gay ha tenido lugar en el Museo Universitario del Chopo y sus numerosas actividades se iniciaron con la inauguración de la exposición erótica que esta vez llega a su décimaprimera versión. Hace pocos meses apareció el libro Diez y va un siglo que recoge y documenta tanto las semanas como las exposiciones anteriores.
Una exposición como ésta debe verse bajo los dos aspectos que la justifican. Por una parte, como un apoyo a la causa de la dignidad de la minoría homosexual, agredida y zaherida por sociedad y autoridades. En ese sentido es importante la presencia no sólo de artistas que hacen explícita su preferencia sexual, sino de muchos, algunos con amplio reconocimiento en el medio artístico, ajenos a ese aspecto pero reiteradamente dispuestos a sostener los derechos de los gays. Pero la muestra no se justificaría sino tuviera una calidad suficiente.
La del Chopo se ha convertido en la gran exposición erótica de México y como tal en un acontecimiento esperado y necesario en la escena mexicana. La Universidad, al albergarla con generosidad en uno de sus espacios más vitales, muestra que es terreno de apertura y de libre expresión.
Apreciar la exposición actual y comparar con el libro que da cuenta de las anteriores permite advertir un proceso paulatino hacia una superación. La capacidad de convocatoria del Círculo Cultural Gay, apoyado indudablemente en los resultados de las semanas de años anteriores, es un hecho evidente. Cada vez la comisión de selección tiene un trabajo mayor para deslindar lo que debe quedar entre lo mucho que se recibe. A la fecha se ha convertido ya en un motivo de justo orgullo para artistas jóvenes el estar presentes en la expo del Chopo.
En la actual exposición, dedicada en su centenario al poeta Carlos Pellicer, están presentes artistas que ya son habituales en ella, como Nahum B. Zenil con un tríptico en homenaje a Enrique Guzmán, ¡Oh santa bandera!, que agrega un punto a la fuerza y delicadeza de su obra; o las refinadas y también terribles esculturas de Reynaldo Velázquez. Francisco Toledo, Irma Palacios, A. Salazar, Francisco Castro Leñero, Luis Carlos Barros son artistas que suelen estar presentes en la muestra y cuya obra, de alta calidad, también ahora puede verse.
Oliverio Hinojosa presenta esta vez un políptico, como retablo, de gran calidad de su dibujo, con cuidadosos toques de color. Rubén Castillo hace un experimento con grafía escrita al revés, De la Garza presenta un monumental óleo, y Luciano Spanó uno de sus abarrocados desnudos.
La sección de fotografía resultó no muy amplia, pero de indudable calidad, con obras que van desde Slim (actualmente expositor en el Chopo) hasta el mismo Mapplethorpe. La escultura está bien representada, y no falta, como es costumbre, el arte-objeto. El pequeño homenaje que suele hacerse tiene esta vez obras de Chucho Reyes.
Como en alguna otra ocasión, en ésta hubo un amago de censura sobre la obra de Zenil, por parte del público, pero felizmente pudo resolverse de manera adecuada. Debemos tener presente que la exposición del Chopo es y ha sido una voz contra la censura y un voto claro por la libertad de expresión