La Jornada martes 8 de julio de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Tabla de resultados:

El PRI perdió el histórico control de la Cámara de Diputados, lo que llevará al país a una etapa parlamentaria nunca antes conocida en la que se multiplicarán los acuerdos y las alianzas con las otras dos fracciones principales (PAN y PRD).

Una de las consecuencias inmediatas será la cancelación de la Presidencia de la República como fuente esencial de iniciativas de ley de virtual aprobación obligada.

Otro punto que desarrollará la nueva pluralidad camaral será el de la estricta revisión de las cuentas públicas ejercidas por las autoridades y la elaboración consensada de los presupuestos de gastos.

El Senado, que estuvo expuesto a la recomposición democrática sólo en una cuarta parte, seguirá dominado por el priísmo y se constituirá en una especie de garante de la estabilidad política y de los intereses priístas y gubernamentales.

La gubernatura del Distrito Federal se convertirá en la principal plataforma de observación y lanzamiento político de quien desde ahora se ha convertido en un virtual candidato presidencial para el año 2000.

Cárdenas tendrá, además, la gran ventaja de contar con la Asamblea de Representantes y la diputación federal de la demarcación a su favor. A diferencia de otras experiencias, en las que el recién llegado al Poder Ejecutivo enfrentaba legislaturas adversas, Cárdenas no tendrá ese problema.

Por otro lado, a diferencia de la rijosidad con la que trató el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari al perredismo, el actual mandatario Ernesto Zedillo parece dispuesto a mostrar a los mexicanos el raro espectáculo de la convivencia política respetuosa en lo institucional pero distanciada en lo partidista.

De las dos gubernaturas ganadas por el PAN, destaca el nivel de los priístas perdedores.

José Natividad González Parás, hombre de cercanía nunca negada con José Córdoba Montoya pero jugador actual con la camiseta del grupo de Emilio Chuayffet, en cuyo ámbito era subsecretario antes de llegar como candidato a Nuevo León a remontar el descrédito y la catástrofe creadas por Sócrates Rizzo.

El otro perdedor es Fernando Ortiz Arana, hombre del sistema, político de carrera completa, líder de las cámaras federales, presidente nacional del PRI, presunta carta del priísmo auténtico para enfrentar el intento luego triunfante de llevar a Ernesto Zedillo a la candidatura suplente de Luis Donaldo Colosio, político seguido y perseguido --a título propio o por encargo superior-- por los hombres de Bucareli, quienes siempre buscaron cobrarle aquel movimiento fallido y eliminarle como posible aspirante presidencial para el 2000.

Cabe recordar que en la lista de quienes le han acompañado en la persecución política, Fernando Ortiz Arana puede anotar a César Augusto Santiago, quien sobrevivió hasta la 17 asamblea del PRI por insistencia de Santiago Oñate, pero cuya suerte estaba echada desde que se le acusó de promover por fax el reclutamiento de firmas de presidentes estatales priístas para apoyar al queretano en la búsqueda de aquella candidatura presidencial.

Otro damnificado fue José Murat, cuya cercanía con Ortiz Arana le fue cobrada en aquel episodio vergonzoso en el que el michoacano Genovevo Figueroa fue impuesto como líder de la llamada Cámara alta cuando los senadores priístas decían que iban a votar por el oaxaqueño, hasta que de Bucareli llegó la orden en contra.

En Campeche, el PRD mostrará el grado de compromiso institucional al que le habrá llevado el reconocimiento de los triunfos en el DF y en un alto número de diputaciones. Layda Sansores pretende vertebrar un movimiento de resistencia civil que no embona con los aires conciliadores y de antimovilización que reinan en el PRD. Es previsible que Andrés Manuel López Obrador busque llevar con cuidado a una cuneta de descanso el vehículo desbordado del sansorismo, para mantener al PRD en el nuevo perfil pacífico al que los triunfos en otras latitudes le obligan.

San Luis Potosí se reinstala en el estado de excepción que durante años fue su norma. Mientras las tendencias y los resultados fluyen y se consolidan a nivel nacional, en aquella entidad se entrampan los resultados electorales y se alienta la idea de que el presunto triunfo original priísta sería ilegítimo. Las pugnas internas del PAN definirán aquí el grado de confrontación que se elija, pues Vicente Fox es el virtual padrino del candidato Marcelo de los Santos, y Diego Fernández de Cevallos podría darse por apaciguado con Querétaro.

Sonora y Colima reportan triunfos priístas. El gobierno de Manlio Fabio Beltrones ha sido golpeado con frecuencia por acusaciones como las de vinculación con el narcotráfico, y el candidato priísta de Colima, Fernando Moreno Peña, tiene una historia política asociada con las peores andanzas universitarias. En todo caso, parece ser que en esta entidad un recuento más riguroso del voto panista todavía podría impedir la continuidad de una historia de mediocridad y cacicazgos.

Otro enfoque

Podemos analizar los resultados electorales a partir de los reacomodos y redefiniciones a la vista.

El presidente Zedillo abandonó la postura de activista en favor del PRI y reasumió el carácter, peligrosamente abandonado durante largas semanas, de presidente de los mexicanos y de jefe de Estado.

Humberto Roque Villanueva es un instrumento político inservible y desgastado.

La mímica y las secreciones verbales que pretendieron golpear a la oposición tuvieron resultados adversos.

Sus declaraciones posteriores a la elección le mantienen en un casillero insostenible, ajeno a los niveles mínimos de civilidad política que requiere este momento de transición.

Roberto Campa Cifrián es otro caso de siniestro político. Tal como ya lo adelantó él mismo, ningún dirigente podría seguir en su puesto después de una catástrofe como la vivida el pasado 6 de julio.

En ambos casos, convendría tomar en cuenta que su reacomodo o eventual elevación política sería una nueva bofetada a la inteligencia colectiva, pues quien decidiera promociones o premios para ellos estaría mostrando públicamente que sus excesos y torpezas no eran iniciativa propia sino acciones de una estrategia compartida.

El PAN perdió volúmenes de votos y piezas codiciadas como la gubernatura del DF, pero mantiene una presencia nacional importante y ganó posiciones menores pero contabilizables.

El gran perdedor es Carlos Castillo Peraza, con su pésima relación con la prensa y su increíble capacidad de despilfarro político.

Diego Fernández de Cevallos gana la gubernatura de Querétaro y tiene el camino abierto para la contienda presidencial venidera. Vicente Fox también se declara listo para empezar la carrera presidencial y anuncia que a fines de 1999 estaría pidiendo licencia a la gubernatura guanajuatense para dedicarse de lleno a las tareas proselitistas.

En el PRD el gran ganador es Cárdenas, cuya figura caudillesca se consolida. López Obrador funcionó bien como operador y activista. A ambos les resta ahora contener triunfalismos y ambiciones de grupos y corrientes internas, y ofrecer a la población el ejemplo de un buen gobierno, en el primer caso, y de una sensata conducción partidista, en el segundo.

Por su importancia decisoria, es de mencionar que el grupo del estado de México perdió dos gubernaturas (Distrito Federal y Nuevo León), cobró venganza en Querétaro y ahora está en todas las quinielas políticas en cuanto a presuntos cambios en Gobernación y al acecho de los que se dieran en el PRI.

Astillas: Es de justicia destacar, de entre la vorágine informativa, el trabajo serio y profesional que realizó Televisa, tanto con Jacobo Zabludowsky, cuya actitud liberada de prejuicios contra el PRD fue notable, como de Ricardo Rocha, Julieta Lujambio, Luis Acevedo y Rodolfo Guzmán... El subsecretario de Hacienda, Martín Werner, hace esfuerzos desesperados para ganar este año el codiciado Roque de la administración pública: ``El PRI sigue siendo el partido más poderoso del país'', dijo ayer don Martín, quien seguramente amaneció leyendo los periódicos de antier.

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