León Bendesky
Muchos resultados

Aparte de los resultados de las elecciones del 6 de julio, se han dado a conocer otros referidos al desempeño de la economía. Si el factor económico fue relevante en la decisión de los votantes en las urnas, es conveniente considerar ambos bajo la lente del entorno poselectoral. El programa de ajuste y estabilización económicos del gobierno ha seguido su curso firme basado especialmente en una estricta política antinflacionaria y el apoyo del crecimiento productivo en el sector exportador.

Para el mes de junio, el Banco de México reportó un crecimiento del nivel de los precios de 0.89 por ciento. Con ello está cumpliendo las metas de inflación mensual que podrían llevar el registro a una tasa cercana a 15 por ciento previsto por el gobierno para todo el año. La inflación se está controlando mediante el mantenimiento de condiciones restrictivas en el mercado, es decir, evitando un exceso general de la demanda. Para ello el banco central administra la cantidad de crédito disponible, lo que se expresa directamente en el costo del dinero. Hoy, y a pesar de que se ha reducido durante los últimos meses, la tasa de interés efectiva para contratar un crédito bancario es del orden de 32 por ciento anual, el doble de la inflación. Las condiciones del mercado que enfrentan las empresas son incompatibles con este costo ya que no pueden conseguirse tales rendimientos para las inversiones productivas. Los bancos comerciales están hoy otra vez muy activos promoviendo créditos al consumo, en un marco en el que los ingresos de la población no se han recuperado y muchos siguen endeudados como resultado del anterior periodo de euforia especulativa. El circuito financiero no está adecuado a las funciones de promover la inversión productiva y eso sigue siendo una limitación efectiva para la reanudación del crecimiento extendido de la economía y, sobre todo, de la posibilidad de finalmente lograr que se sostenga.

El otro pilar del programa económico son las exportaciones. El señalamiento de este indicador es el favorito de los miembros del gobierno y se repite constantemente. Hasta el mes de mayo se registró un superávit de alrededor de mil 800 millones de dólares. Sin embargo, las exportaciones están creciendo ya a una tasa francamente menor que las importaciones y entre éstas últimas, las que corresponden a bienes de consumo, son las más dinámicas. El valor del peso frente al dólar hace que las importaciones de bienes de consumo final sean más competitivas, desplazando así a los productos nacionales. Mientras tanto, en el caso de los bienes intermedios usados para producir, éstos corresponden a un comercio que realizan entre ellas mismas las grandes empresas trasnacionales, como ocurre con las industrias automotriz y electrónica que concentran la mayor parte de la exportación manufacturera del sector no maquilador. Esta dinámica exportadora tiene cuando menos dos rasgos que deben señalarse. Es difícil que el sector de las empresas exportadoras arrastre al resto de la economía hacía el crecimiento, ya que no están dadas las condiciones fiscales, financieras ni de política industrial para que esto suceda. Esto significa que la expansión productiva tiende a concentrarse en unas pocas actividades y empresas, en tanto que no existen en la política económica los detonadores del crecimiento del resto de las actividades relacionadas directamente con el mercado interno. Por otro lado, las condiciones propias de la producción exportable son tales que no contribuyen a la expansión del empleo en los términos planteados por los programas de desarrollo del gobierno.

El énfasis en las exportaciones está desviando la atención del problema fundamental de esta economía y que es su estructura productiva. La economía mexicana puede crecer a tasas de 5 por ciento anual en los próximos años, tal vez hasta el final del sexenio, con base en la exportación. Seguiremos oyendo el argumento de lo relevante de ese sector y del modo en que crece el comercio total del país, asociado con la apertura y la firma del TLC, pero este mismo proceso no está articulado de modo tal que fortalezca la estructura productiva del país y corre el riesgo de convertir al sector exportador en un chipote en una cabeza que tiende a desprenderse del resto del cuerpo.