Pobres, 80% de jornaleros en AL y el Caribe: BM
Martha García Ť El conflicto en Chiapas es un ``llamado de atención'' para recordar a los gobiernos que las ``zonas rurales explosivas'' aún perduran en el continente, advierte el Banco Mundial (BM) en su estudio El campesino pobre.
El organismo destaca en su análisis que 80 por ciento de los indígenas en América Latina y el Caribe (por lo general concentrados en el campo) son pobres y más de la mitad están en extrema pobreza.
Sin embargo, puntualiza que indígenas o no, los campesinos en esas condiciones son trabajadores sin tierras en zonas granjeras comerciales o pequeños granjeros en áreas productivas marginales y de bajo nivel de comercialización.
En varios países, agrega, la alternativa de sobrevivencia para este sector es el cultivo de materia prima para el tráfico de drogas, en tanto que muchos de estos campesinos reproducen su vida y pueblos en regiones de frágil equilibrio ambiental.
Dentro de ese panorama, el BM subraya el descuido de los gobiernos hacia el medio rural cuando se desestima su aportación a las economías latinoamericanas, junto con otras razones políticas como el poderío de las ciudades frente al campo.
La institución financiera registra a la agricultura en esta parte del continente con menos de 10 por ciento del producto interno bruto, aunque Bolivia, Honduras, Haití, Nicaragua y Paraguay o Brasil mantienen al sector como una buena fuente de exportación.
A pesar de ello y de la percepción de la pobreza como un fenómeno urbano (70 por ciento de citadinos viven en zonas marginadas), en la región entre 10 y 20 por ciento de la población, ``los más pobres'', viven sobre todo en zonas rurales.
Con base en estos datos, el BM alerta sobre el frente político, las protestas y la violencia en Chiapas (México) y Santiago del Estero (Argentina), que ``pueden ser vistas como un llamado de atención'' a los gobiernos de la región.
Pero la advertencia del Banco Mundial va más allá al considerar que ``el campesino pobre sigue siendo una fuerza potencial móvil capaz de proveer una base social importante para futuros populismos de este lado de América''.
El organismo aclara que los esfuerzos para abatir la pobreza entre los campesinos son por lo general en ramos extragrícolas, y considera que la agricultura todavía tiene un papel fundamental en la reducción de la marginación social y económica del sector.
De igual forma, es optimista porque ``con el tiempo se esperan contribuciones positivas de los ajustes macroeconómicos y la liberación del mercado, los cuales han estado desarticulando las estructuras que han discriminado a las zonas rurales''.
En ese proceso, reconoce los ``costos severos'' para los agricultores expuestos a la liberación del mercado y amenazados por las tasas de cambio elevadas, combinadas con la tendencia adversa de los precios reales en el mercado internacional de los productos agrícolas.
También señala la débil posición del sector agropecuario para responder a la liberación por la ``aversión para profundizar el proceso de reforma'' y el impacto negativo de las leyes sobre la tierra y el trabajo, en empleo y la productividad.
En el texto, publicado originalmente en inglés en la revista del BM Monthly Issues y traducido para la edición de Estudios agrarios, la institución destaca las posibilidades de emprender correcciones a ese olvido oficial. Sugiere dar eficiencia a recursos mediante programas de desregulación, descentralización, privatización, mercadeo y restructuración institucional, toda vez que en el subcontinente existen estructuras burocráticas centralistas con demasiado personal de alto nivel y agencias públicas débiles.
Sobre la propuesta precisa el alcance real en zonas viables de desarrollo agrícola, en contraste con las áreas pobres en donde se requerirá ``mayor focalización en el mejoramiento del acceso a la tierra, el agua y el capital''.
En el documento reproducido por la revista de la Procuraduría Agraria (número siete, correspondiente al segundo trimestre de este año), el Banco Mundial reconoce que enfrentar la pobreza del campo requiere intervenciones claves por parte del banco y gobiernos.
Su lista incluye una reforma agraria basada en el mercado, aplicable donde la distribución de tierras es severamente desigual, y un desafío mayor: llevar la tecnología a los productores pobres, soslayados permanentemente por lo que llama ``la red de extensión oficial''