En 1974, el INAH publicó El libro de Chan K'in, de Robert Bruce, documento lingüístico, religioso y literario fundamental para penetrar en la tradición y el pensamiento de los mayas lacandones. Durante casi 40 años, Bruce fue amigo y discípulo del viejo Chan K'in, el To'hil o autoridad religiosa y política de los lacandones de Nahá, Chiapas. Cuando lo conoció, Chan K'in tenía 60 años. Una fotografía de 1959 muestra a Robert Bruce con el cabello largo y la ropa tradicional de los lacandones, sentado a horcajadas en una hamaca y tecleando una máquina de escribir portátil. La fotografía aparece en la contraportada de Lacandon dream symbolism, que publicó en 1979.
En El libro de Chan K'in hay algo más allá del conocimiento de las genealogías divinas de los antiguos y actuales mayas: hay la construcción literaria de ciclos, versos, cantos, entonaciones, que hacen de esta obra un monumento paralelo a la otra que los mayas conservaron en lengua kiché: el Popol Vuh. Ambas obras pueden iluminarse una a otra, ambas provienen de una misma fuente milenaria que brota en distintos puntos pero aporta la misma corriente subterránea y cristalina.
Robert Bruce nació en enero de 1934, en Oklahoma. Visitó por vez primera la selva Lacandona en 1953, antes de concluir su licenciatura en antropología, y desde ese momento quedó quizás marcada su vocación y su vida. Regresó a México para efectuar estudios de posgrado en lingüística y se especializó en la gramática del lacandón. En 1957 conoció a Chan K'in, que ya sabía del interés del joven estadunidense por la lengua y por los dioses de los lacandones. El viejo To'hil decidió confiarle lo que él sabía y conservaba de la genealogía de los dioses mayas quizás por varios posibles motivos: uno, por el conocimiento que de la lengua maya alcanzó a tener Robert Bruce y por la devoción que ante el idioma y los dioses mostraba; otro, porque temió que no se conservara la lengua precisa que protege la memoria de los dioses; otro, acaso por heredar más allá de los lacandones una tradición que no debía perderse con él.
Conocí a Robert Bruce en Cuernavaca. Nos presentó el antropólogo estadunidense John Anderson, que asiste a los seminarios que imparto en el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades de Morelos. Robert me dijo con sencillez: ``Yo nada más soy amanuense de Chan K'in''. John Anderson me había advertido que para Robert Bruce la religión y la lengua lacandona formaban una sola unidad, y que las consideraba el más auténtico remanente de los mayas antiguos. Quizás el descubrimiento analítico más agudo y trascendente de Robert Bruce se encuentra en el prólogo de El Libro de Chan K'in: ``Lo que aquí queremos hacer notar es que existen términos del lacandón, como de otras lenguas mayances, que sencillamente no se prestan al proceso que nosotros, los occidentales, concebimos como `la traducción', pues no se trata de un significado, sino de varios, y al optar por `el sentido más idóneo' (según el criterio del investigador) se pierden otros, quizás más importantes, y el análisis queda defectuoso''.
Desde 1983 he estudiado los rezos sacerdotales mayas de Yucatán y hace dos años publiqué un libro con mis primeras observaciones sistemáticas en la Universidad Autónoma de Yucatán. Pero en El libro de Chan K'in y en la obra de Robert Bruce se vislumbra la magnitud de la teogonía maya y la relación que el pensamiento religioso establece con los niveles más profundos de la lengua. Con Chan K'in parecían permanecer las viejas palabras puras de las que nace el maya de la península y, sobre todo, reconocerse a través de ellas a las entidades invisibles que siguen custodiando el mundo de los mayas.
El 21 de marzo de este año lo visité en Yautepec, Morelos. Me acompañaron John Anderson y un sabio conocedor de las medicinas tradicionales, Stanley Millet. Nos recibió en la casa de Sigrid Dichtl, su amiga cercana. Conversamos algunas horas y allí presencié, en vivo y en el momento, la ``traducción polisémica'', la reflexión de la lengua que puede conducir a la comprensión de las facetas de lo sagrado que laten en el rezo maya. Es una forma de entender o descubrir lo que sugieren los nombres sagrados. Es una enseñanza que en muchas culturas se ha abierto paso o se ha mantenido. Una forma de reflexión o meditación sobre la lengua y lo sagrado a la que no es ajena la mística judía. Una tradición universal que también mana, limpia, secreta, en las tierras mayas.
Hace tres semanas supe por John Anderson que Robert Bruce había fallecido. ``Se fue'', dijo. Su salud, ciertamente, se había deteriorado mucho en los últimos meses. Dejó varios materiales inéditos o inacabados; entre ellos, un diccionario lacandón-español y español-lacandón, descripciones y análisis de ceremonias de renovación de incensarios, notas de trabajo de campo y una biografía de su amigo y maestro.
El viejo Chan K'in había concluido sus días a mediados de diciembre del año pasado, a una edad aproximada de cien años. Cinco meses después, el 2 de mayo de este año, Robert Bruce siguió el mismo camino. Sacerdote y amanuense, sacerdote y escriba, han emprendido un nuevo ciclo. Estas líneas son, quieren ser, un agradecimiento y un saludo profundo a sus fructíferas y generosas vidas.