Ahora que Felguérez exhibe en el Museo Tamayo me parece oportuno continuar con el tema de ``Ruptura'' porque no está proyectado realizar una memoria de las sesiones que se realizaron en el Palacio de Bellas Artes. A quienes asistieron a la del martes y no a la primera puede resultarles útil lo que aquí digo. Ojalá alguno de los participantes en ella se ocupe de resumirla. En 1975 me encontraba en mi segunda y larga estancia como estudiante (aunque también como docente) en la Facultad de Filosofía y Letras. Mi tesis de maestría --que en buena medida versa sobre lo que después llamaríase Ruptura-- la asesoró Felguérez. Ese año realizaba sus investigaciones computacionales con Meyer Sasson desde Harvard. Guardo una de las cartas que me dirigió, escrita en el 118 de Charles St. Boston, el 26 de enero de 1976. Entreveraré sus decires, con los míos.
``Cuando te he platicado de nuestras luchas por imponer el arte moderno en un momento en que el país era en materia de arte profundamente nacionalista y encerrado en la Escuela Mexicana, te digo lo cierto. Pero nuestra lucha fue más bien ideológica contra aquellos que desde sus puestos burocráticos trataban de impedir cualquier otro tipo de arte que no fuera el que ellos hacían''. Se refiere a situaciones que acontecían aproximadamente entre 1954 y 1962. ``Sin embargo ahora veo que desde otro punto de vista fue todo lo contrario, si la mayoría de nosotros empezamos nuestro aprendizaje hacia finales de los cuarenta, fue a principios de los cincuenta que se iniciaron nuestras pretensiones de profesionales del arte y a mediados de esa década ya todos nosotros, muy jóvenes aún y principiantes, tuvimos la suerte de estar en galerías''. Juan Soriano estaba con Inés Amor desde 1947, pero la espléndida serie sobre Lupe Marín (1962) la presentó en Misrachi. Fernando García Ponce exhibió con Inés Amor y los demás en otras galerías. En la Proteo lo hicieron Vlady, Enrique Echeverría (el tema eje de mi tesis), Vicente Rojo, Mathias Goeritz... En la de Antonio Souza exponían Gerzso, Lilia Carrillo, Von Gunten. En 1959 Toledo tuvo allí su primera exposición capitalina, hubo muestras de Juan Soriano, de Felguérez, Tomás Parra y de otros que como el jovencito Xavier Esqueda no se asimilaron a la Ruptura.
``Desde nuestras primeras exposiciones tuvimos crítica en contra y a favor. Muchos escritores empezaron a apoyarnos: Octavio Paz, Diego de Mesa, Ramón Xirau, Jomi García Ascot, y Juan García Ponce sobre todo. También contamos con críticos que tenían columna en periódicos como Margarita Nelken (que a mí no me apoyó), Ceferino Palencia y Crespo de la Serna. Justino Fernández hizo la presentación para mi primera individual en el IFAL. Así que más suerte no pudimos tener. Te puedo contar que el Estado también empezó a ocuparse de nosotros desde temprano. La mayoría participamos en el Salón Nacional de 1958 en Bellas Artes''.
Ese salón se efectuó en las reacondicionadas galerías del ``Bastión de mármol'', antecedente inmediato del MAM. Se trata del Museo Nacional de Arte Moderno y en la muestra a la que Felguérez se refiere participaron tirios y troyanos. No así en la Primera Bienal Interamericana de Pintura y Escultura (la única de los ``modernos'' que participó, hasta donde sé, fue Cordelia Urueta), Tamayo se negó porque no se le consultó de antemano; el premio de la Bienal a un pintor mexicano se lo llevó Francisco Goitia con el Tata Jesucristo, un cuadro algo sobrevaluado, icono sacro de la Escuela Mexicana, realizado ¡en 1927! Entre dicha Bienal y la segunda (1960) Miguel Salas Anzures, jefe del departamento de Artes Plásticas del INBA, cambio de postura gracias a su asistencia a la Bienal de Sao Paulo y a su matrimonio con la pintora abstracta Myra Landau. Por lo cual la segunda de las bienales interamericanas (1960) tuvo otra tónica y participaron los rupturos, así como Tamayo. José Luis Cuevas no lo hizo porque ese año Siqueiros fue detenido. ``No puedo participar mientras haya un colega bajo rejas'', aseveró.
Poco después Salas Anzures fue destituido de su cargo. En 1961 la representación mexicana para Sao Paulo estuvo integrada por Ricardo Martínez, Cordelia Urueta y Juan Soriano, invitados oficialmente desde el INBA. Los demás se vincularon con Salas Anzures para crear algo así como un museo itinerante que hasta donde sé, no prosperó. En 1975 Felguérez habría de obtener el Gran Premio de Honor en la Bienal de Sao Paulo.
``La forma en que el otro grupo se defendía consistía en llamarnos extranjerizantes, vendidos a la OEA, al imperialismo, pero como ves no sirvió ese tipo de ataque. Los defendían sus portavoces: Antonio Rodríguez y Raquel Tibol. Ya ves que con el tiempo Antonio es ahora el más vanguardista de los críticos (1976) y Raquel está entre las dos aguas''.
De hecho Tibol escribió un artículo largo, ``Nuevos cimientos para el arte en México'' en Diorama de Excelsior a finales de 1970, ocupándose de varios rupturos. Dos años después lo haría exclusivamente sobre Felguérez a propósito de La montaña sagrada, de Jodorowsky, presencia importantísima de la que poco abordamos en la primera sesión sobre ruptura.