ASTILLERO Ť Julio Hernández López
El Partido de la Revolución Democrática está mostrando, en muy breve tiempo, una preocupante incapacidad para convertir la aplastante victoria electoral lograda en el Distrito Federal el pasado 6 de julio, en hechos políticos concretos que marquen distancia de las prácticas priístas repudiadas en las urnas y que apunten hacia cambios políticos de fondo.
Hay cuando menos tres acontecimientos altamente significativos: la designación de Cuauhtémoc Cárdenas Batel como miembro del grupo de enlace para la recepción del gobierno capitalino; el mayoriteo de la corriente clientelar y corporativista de René Bejarano para imponer a Martí Batres como coordinador de los diputados locales perredistas, y la fiebre sin decoro en busca de acomodo laboral en el próximo gobierno metropolitano.
Asuntos de familia
El primer episodio, el de la designación de Cárdenas Batel, regaló a los adversarios del cardenismo la oportunidad de la crítica con sustento pero, además, ha generado una genuina corriente de rechazo al ejercicio patrimonial de la política y a los criterios grupales para la toma de decisiones trascendentes.
Entre otras cosas, por el rechazo a esas concepciones políticas emblemáticas del priísmo fue que el PRD logró la aplastante votación en su favor del pasado 6 de julio. Votar por el PRD fue votar contra la familia Salinas y su apoderamiento de los espacios de poder, particularmente el caso del llamado hermano incómodo y contra el ejercicio de la función pública concentrada en unos cuantos personajes que durante más de 15 años han formado la llamada familia feliz.
Por ello, la decisión con la que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano inauguró el largo recorrido que le llevará a la silla que hoy ocupa Oscar Espinosa Villarreal fue simbólica y trascendentemente equivocada, a pesar de la puerta de salida que anoche ofreció Cárdenas Batel al pedirle a su padre que lo releve de la responsabilidad causante de impugnaciones.
Equivocada no sólo por la huella que dejará el desenlace de este episodio filial, sino, además, porque el grupo de enlace en sí carece de sentido incluyente, e impide mandar a los ciudadanos un mensaje esperanzador en el que el nuevo jefe de gobierno del Distrito Federal se abstuviera de recurrir a su grupo casi personal y, por el contrario, con un espíritu por encima de las fidelidades partidistas, presagiara una administración con perfiles diversificados en su origen y especializados en sus adscripciones.
Mayoriteo, maximato, inconformidad
La elección de Martí Batres como coordinador de los diputados locales perredistas del Distrito Federal, fue simplemente un acto de expropiación de las disímbolas voluntades sufragantes del 6 de julio en favor del grupo de René Bejarano, a quien la arrasadora cosecha de curules de mayoría le dejó sin la de representación proporcional, en cuya lista iba en un aparentemente cómodo segundo lugar. Para elegir al coordinador de la descomunal fuerza camaral perredista en el Distrito Federal, no se tomaron en cuenta ni experiencia legislativa ni cualidades mayores que las de la pertenencia a la Corriente de Izquierda Democrática, que desde 1993 controla la vida política perredista en la capital del país.
Así, en la ríspida elección de Batres, se escucharon los señalamientos de diputados locales que, sin mencionarlo, se referían indudablemente a Bejarano: ``que no exista un Córdoba detrás del cargo de coordinador'', ``ya basta de maximatos que pretenden dirigir al partido imponiendo a sus juniors en los cargos'', ``no a un partido dentro del partido'', ``existió un abierto mercadeo de votos ofreciendo hipotéticos cargos en el DDF''...
Sin embargo, la lógica del mayoriteo se impuso y Batres recibió 21 votos a favor contra 12 abstenciones y cuatro negativas a votar. En busca de una solución consensada, antes habían retirado sus candidaturas los otros cuatro contendientes, pero Batres y su grupo se mantuvieron inflexibles, ante lo cual Javier Hidalgo se sostuvo como candidato sólo para forzar una votación e impedir la idea de que la elección había sido por consenso. Ya electo, Batres rindió protesta frente a Antonio Padierna, cuñado de René Bejarano.
Chambismo
En la transición de oposición a gobierno, el Partido de la Revolución Democrática sufre hoy la feroz embestida de quienes por servicios prestados a la causa creen llegado el momento de comenzar a cobrar réditos.
De pronto han aparecido especialistas en todo que buscan a como dé lugar un acomodo proporcional a la talla que se asignan ellos mismos y a los méritos presuntamente ganados en campaña.
En ese jaloneo interno se tiene a la vista el organigrama y sus huecos a llenar, más que el proyecto de gobierno que se debe llevar a cabo y los problemas naturales y artificiales que enfrentará.
Los riesgos de la decepción
Beneficiario claro de la voluntad popular manifestada el 6 de julio, el PRD tiene, más alla de su propia vida interna, la grave responsabilidad de entregar buenas cuentas a las esperanzas de cambio depositadas en su cuenta política.
Tropezar en el camino de la democratización sería entendible y natural, sobre todo si se tiene a la vista el hecho de las piedras que los adversarios de manera obvia colocan y colocarán, pero el fracaso de la opción perredista de cambio podría producir un retroceso altamente dañino en los niveles de participación política popular y abriría un flanco de recuperación ansiado por los segmentos duros del priísmo que saltarán de gusto ante cada falla de Cárdenas en especial y del PRD en general.
En ese contexto, ese partido necesita prudencia, madurez y altura de miras, no sólo para su muy propio beneficio, sino del proceso de transición a la democracia que a todos nos corresponde cuidar.
El impactante peso del volumen de votos recibido necesita un entendimiento claro de su significado y una traducción cuidadosa de su sentido en hechos políticos sólidos, congruentes, íntegros, pues de otra manera se estaría incumpliendo el deseo de cambio y de mejoría por el cual millones de mexicanos sufragaron en las pasadas elecciones.
Astillas: Antonio Ortiz Salinas es hijo de Antonio Ortiz Mena, a quien los hermanos Salinas de Gortari llamaban tío... Según Crónica, Armando López Fernández, otro miembro del grupo de enlace, es primo político del jefe electo de gobierno, pues está casado con una sobrina de la señora Amalia Solórzano viuda de Cárdenas, y fue asesor de Maximiliano Silerio Esparza en la Confederación Nacional Campesina y de Irma Cué en la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI...