Es plausible la determinación de Cuauhtémoc Cárdenas Batel de renunciar al equipo de enlace que prepara el cambio de la administración de la ciudad de México, al cual había sido incorporado por su padre, el jefe de gobierno del Distrito Federal electo el pasado 6 de julio. Al responder así con rapidez a las críticas provocadas por su nombramiento, pone punto final a este episodio. Pero eso no puede evitar el raspón político provocado por esa designación, cuyas repercusiones negativas no fueron debidamente previstas, ni tomaron en cuenta la sensibilidad de la sociedad.
Las protestas y acusaciones de nepotismo contra Cuauhtémoc Cárdenas, el jefe de gobierno electo, han corrido a cargo principalmente de sus adversarios políticos del PRI, PAN y algunos jefes empresariales. Es natural. Estas fuerzas van a aprovechar cualquier oportunidad para ejercer presión sobre Cárdenas; lo someterán al más severo escrutinio y crítica de sus actos, sobre todo si éstos son o parecen desacertados, pues uno de sus objetivos es imponerle el mayor desgaste político posible en los próximos meses, aun antes de iniciar su gobierno y después, en los años próximos, para minar su base social y reducir su capital político.
Pero se siente también la vigilancia y control de los medios de comunicación, igual de quienes no son sus adversarios e incluso de seguidores. Esto tiene otro significado y es sano. Revela una creciente sensibilidad social frente a la conducta del partido y líderes que en el reciente proceso electoral pidieron a las y los ciudadanos su apoyo y su voto para alcanzar posiciones de gobierno o legislativas con la propuesta de iniciar una etapa de cambios políticos y conductas en todos los órdenes. En el futuro será indispensable tomar seriamente en cuenta la actitud vigilante de los sectores más conscientes de la sociedad, que de esa manera, entre otras, participan en la renovación democrática de la vida política del país.
Si lo de Cárdenas Batel fue un episodio pasajero, aunque tiene su costo, la elección del coordinador de la fracción del PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, motivo también de comentarios críticos, revela la existencia de problemas de fondo preocupantes por su gravedad. De no ser superados en plazo breve, tendrán repercusiones negativas diversas en el trabajo de ese grupo y consecuentemente en las labores de la ALDF, pues el del PRD es el grupo dominante en ese órgano. Provocará como consecuencia desmoralización e irritación, así como desprestigio del partido por el cual en las elecciones recientes en la capital del país sufragó casi uno de cada dos votantes.
La elección de Martí Batres, democrática formalmente, estuvo presidida y determinada por los grupos de interés (que no corrientes políticas y de opinión) predominantes en la vida interna del PRD, al menos en el DF. Por su propia naturaleza, la visión y los intereses de esos grupos son estrechos; no reflejan ni la composición social ni la pluralidad y diversidad de enfoques existentes en el partido. Es preciso un cambio, pues si predominan esos intereses en la actividad del grupo legislativo, éste tendrá dificultades grandes en el trato con los grupos de otros partidos presentes en la ALDF, no podrá satisfacer las expectativas de cambio despertadas en los ciudadanos durante la campaña y en los comicios recientes. Podría fracasar en su cometido y arrastrar en su fracaso al PRD y a toda la izquierda.
El peso grande de esos grupos de interés sólo es posible en las condiciones de un partido como el PRD, con débil organicidad; y alcanzar ésta no es fácil: requiere convencimiento de su necesidad, esfuerzo sistemático y tiempo, y éste no sobra. El PRD ya es un partido de gobierno en muchos municipios y lo será en la capital del país a partir del 5 de diciembre. Sus responsabilidades son grandes y si quiere pasar la prueba, necesitará esclarecer bien su nueva situación y actuar enérgicamente para superar los problemas que pueden frenar su avance. En todo esto será determinante la participación de la base del PRD ajena a los grupos, así como la actitud crítica y de vigilancia cada día más desarrollada de los electores que sufragaron por este partido.