En Desprende las estrellas (Un- hook the stars), primer largometraje de Nick Cassavetes, se percibe en la temática y en el manejo de actores la huella de John Cassavetes, padre del cineasta y a su vez realizador clave en el cine estadunidense independiente de los años 60 y 70, autor de obras tan notables como Shadows, Faces y Neurosis de mujer (A woman under the influence). Para afianzar todavía más el parentesco artístico, Nick ofrece el estelar de su cinta a su madre, Gena Rowlands, actriz fetiche y esposa de John. Una historia de familia, la persistente expresión artística de los Cassavetes, es trasfondo de otra historia de familia, la que describe la discreta crisis emocional de una viuda. Mildred (Gena Rowlands), y su manera de sobreponerse alternativamente al acoso sobreprotector y al reclamo rencoroso de sus dos hijos, Ethan (David Sherill) y Ann Mary (Moira Kelly).
En el centro de la trama, la aparición de J. J. (Jake Lloyd), hijo pequeño de Mónica (estupenda Marisa Tomei), una vecina al borde de un ataque de histeria por su reciente separación conyugal. Entre J. J. y Mildred se establece una relación afectiva que en más de un aspecto guarda paralelos con la descrita en la película Kolya. El niño es detonador del súbito cuestionamiento existencial de la protagonista, una mujer madura que luego de una crisis pasajera, recobra la autoestima y una vigorosa sensación de autonomía.
Las apariciones fílmicas más recientes de Gena Rowlands incluyen el primer episodio de Noche en la tierra, de Jim Jarmusch, 1991, y La Biblia de neón, del británico Terence Davies (película de 1993, todavía sin estrenar en México). En Desprende las estrellas su actuación es sobria, y aunque algunos episodios son poco convincentes, como su breve relación con un camionero franco-canadiense (Gérard Dépardieu), sus confrontaciones con los demás personajes revelan, por parte del director, un sentido agudo de la observación sicológica y marcan una distancia con el melodrama familiarista hollywoodense, tipo Magnolias de acero o Casi una familia. Es evidente que Nick Cassavetes no consigue superar o igualar el talento de su padre, su excelente revisión crítica del melodrama (Love streams, 1984, y Opening night, 1977, ambas cintas con Gena Rowlands), pero hay episodios en su opera prima -como la oposición de una pareja yuppie, Ethan y su mujer, y la desaforada y alcoholizada Mónica, de condición obrera- en los que se percibe un notable manejo de la comedia y una dirección muy hábil de los actores, así como una buena recreación de atmósferas domésticas, algo cercano a los Interiores (1978) de Woody Allen.
La relación de Mildred con el niño J. J. pone al descubierto el carácter posesivo, tierno y chantajista, en ocasiones imperioso, de la viuda, ofreciendo de paso las claves para entender las reacciones de sus dos hijos y suponer lo que pudo ser la vida familiar dos décadas atrás. En esta delicada incursión de Nick Cassavetes en el mundo interior de una mujer madura, y en la elección de su propia madre para el papel protagónico, hay una evocación autobiográfica, acentuada por la ausencia de la figura paterna y por la propia influencia del finado John Cassavetes en la opera prima de su hijo. El resultado es una película alternadamente pasional y discreta, que no siempre acierta a equilibrar su estructura dramática. A momentos de gran intensidad les suceden secuencias morosas, innecesariamente prolongadas, que restan brillantez a la cinta. Falta en Nick Cassavetes un fuerte sello estilístico, como el que mostró su padre desde su primera cinta, Shadows (1959). Desprende las estrellas es un interesante retrato de familia y también un comentario ácido sobre el arribismo profesional y la crisis conyugal. Pero tal vez el aspecto más interesante, y que la excelente Gena Rowlands trasmite de principio a fin, es una noción de dignidad en el envejecimiento: la aceptación paulatina de la necesidad de renunciar a los demás y recuperarse a sí mismo. Esta visión agridulce, de optimismo discreto, va a contracorriente de la actitud paternalista que comúnmente reserva el cine a las personas de la llamada tercera edad. Esta es la originalidad y el vigor del primer impulso de Nick Cassavetes.