El lunes pasado leímos en ``El Correo Ilustrado'' de nuestro periódico que habíamos publicado el cuento de José Emilio Pacheco ``Tenga para que se entretenga'' sin el último párrafo. Con toda razón, el autor pidió que se incluyera el final de su relato en la sección de cartas. Pedimos una disculpa a nuestro querido amigo y colaborador y ofrecemos una explicación. El párrafo fantasma nunca llegó a nosotros. Editorial ERA nos envió las galeras del relato que terminaban pulcramente en la página 127. Después de un punto y aparte, venía una nota bibliográfica sobre Pacheco. Todo esto engrapado, como Dios manda. Para los editores era imposible saber que el envío estaba incompleto. A pesar del desaguisado, numerosos lectores han festejado las ``dos'' variantes del excelente cuento de José Emilio Pacheco. En todo caso, la versión histórica del texto aparecerá muy pronto en El principio del placer, bajo el sello de ERA.
de Ensayo Anagrama
Desde sus oficinas en Sarri, el editor Jorge Herralde nos envía unas notas para celebrar el robusto cuarto de siglo de su Premio de Ensayo. En su convocatoria, el premio incluye un importante requisito de estilo: ``el jurado preferirá los trabajos de imaginación crítica a los de carácter erudito o estrictamente científico''. En esta vena de la inteligencia creativa, se premió a Juan García Ponce (único latinoamericano que ha conquistado la presea) y se distinguió con menciones a nuestro colaborador y amigo Gabriel Zaid y a Sergio González Rodríguez, primer encargado de la redacción de La Jornada Semanal. El jurado inagural del Premio de Ensayo Anagrama fue una reunión de estrellas digna del Barcelona: Luis Goytisolo, Mario Vargas Llosa, Juan Benet, Salvador Clotas y Hans Magnus Enzensberger. Al respecto comenta Herralde: ``Una vez reunido tan rutilante jurado, me temo que se puso el listón tan altísimo que el primer premio se declaró desierto. Quizá no se hubiera premiado ni al mismísimo Harold Bloom.'' Después de esta salida en falso, el premio logró una notable autonomía de vuelo. Hasta la fecha, entre premiados y finalistas, se han publicado 47 títulos que han renovado el repertorio intelectual del idioma. Un logro adicional de Jorge Herralde es que pudo reunir a la mayoría de los premiados en Barcelona. Rodeado de los suyos, el principal editor del idioma dijo: ``casi todos están aquí, en pleno esplendor neuronal''. Nos unimos al festejo, y hacemos votos porque en los futuros premios se reconozca la imaginación inteligente de América Latina.
El tema del doble ha atravesado la literatura en sus variantes del doppelgnger, el replicante o la supercopia. Gracias a los talentos combinados de Luis Miguel Aguilar y Rafael Pérez Gay, disponemos de un nuevo método de la duplicación literaria: el hommo scriptor se ha vueltoduplex. ¿A qué nos referimos? No es raro que diversos escritores diluyan su talento en un mismo libro; en México, la novela El hombre equivocado se debió a once plumas misteriosas, y el libro fragmentario Macrocefalia a tres camaleónicos estilistas. El hommo duplex es un caso aparte; no pide el concurso de otras plumas para su literatura; lo que necesita es un diálogo fecundo, un agitado boxeo de sombra que le permita sacar lo mejor de sí mismo. Tal es el caso del volumen doble Nadie puede escribir un libro/Cargos de conciencia. Según se tome el ejemplar, se empieza con las crónicas de Aguilar (Nadie puede...) o con las de Pérez Gay (Cargos...). El recurso recuerda los viejos discos de acetato que se volteaban a placer, y algunas experiencias literarias, como la colección Cara y Cruz, de editorial Norma, o las dos novelas de El rey se acerca a su templo, de José Agustín, cuyo orden era determinado por el azar de ``apertura''. Más allá del capricho y de la voluntad de formar el dúo de Los Inseparables, Aguilar y Pérez Gay se han valido del impulso recíproco para lograr sus mejores libros (que en rigor son uno). El hommo duplex es gozosamente dependiente; requiere de la mirada y las fintas del otro para llegar a sus giros más personales; artista de la paradoja, hace que su autenticidad dependa de una presencia ajena: es lo opuesto a un mellizo, porque se parece muy poco a su compañero de destino La escritura en dupla funciona como los binomios del futbol: en el Nápoles de la gloria, nada era tan eficaz como el pase de Maradona a la punta sin nadie, donde ya se insinuaba el fantasma de Careca. Las interlíneas de Cargos de conciencia/Nadie puede escribir un libro son esas precisas jugadas al hueco. Además: un libro a dos voces que escuchan sus diferencias es la más elevada forma de la amistad literaria. ¡Dos copas para el hommo duplex!
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``No tenemos de la mosca / la voluntad tenaz.'' Dicen así los felices versos de Leduc. Y en efecto, percibimos en el vuelo de la mosca una obstinación, tosudez y terquedad ilimitadas. La alejas y vuelve y vuelve siempre, como el destino, vuelve hasta que la matas y se convierte en mártir del viejo arte de dar lata, que practica con maestría y heroísmo. Y cuando golpea una y otra vez contra la transparencia del vidrio sin comprender que no puede avanzar, su música irritante de minimalista repetitiva es humana, demasiado humana. Hay más de 60,000 variedades de moscas. Algunas son de colorido hermoso y lucidor, como la mosca tigre, la mosca gallo, la mosca flor. Entonces ¿por qué nos tocó la doméstica, esa con traje de enterrador y gracia de tanque de gas? Como te ven, te tratan, mosca gris rata. Hay moscas que adoptan a la perfección el amarillo de la avispa, porque ese animal, el más cobarde de todos, disfruta cuando le tienen miedo. La avispa, en cambio, es musculosa, fuerte y muy valerosa, tanto que los griegos antiguos creían que brotaba de la médula del caballo de guerra. Y hay que ver cómo alardea la infeliz y huidiza mosca con su coraza de guerrero frente al enemigo (y frente a amigos y conocidos). Esto también es humano, demasiado humano. ¿Qué opina la mosca promiscua, aficionada entusiasta a los más inmundos desechos, de la limpa abeja, gourmet exquisito y remilgoso? Está probado que la desprecia por su incapacidad de bajar al fuerte sabor de las deposiciones de basurero con perros muertos. Para vencer la natural repugnancia, la mosca no come nada, se da sólo a la bebida, teporocha de los insectos, de toda clase de fluidos curados que encuentra aquí y allá. Lo errático de su vuelo obedece a que siempre está borracha y avanza irresponsable y al azar, cantando boleros de cantina y pulquería con su voz característica repleta de zeta española. El maestro Bela Bartók tiene una obra llamada Diario de una mosca, debe ser para piano, pero la versión que yo tengo alguien la orquestó: una enorme orquesta sinfónica aplicada a imitar el mustio zumbar de la mosca solitaria. Y logra no sólo imitarlo, sino hacerlo dramático. Y me he preguntado si no se podría intentar imitar en palabras el vuelo de la mosca y su azaroso itinerario. ¿Cómo sería? Probé suerte y esto es lo que resultó: Allá va la mosca, en el aire sustentada, arriba, sin red protectora, volando en vuelo de helicóptero, perfecto símil, tardos los dos y grises, sólo difieren en peso, en el aire, atléticos, allá va, regresa, hace un esguince y sube, sube un poco, la mosca odia la distancia más corta, siempre en zigzag azaroso y protector, hay que decirlo, siempre en peligro, jugando timbiriche, pero en el aire, ya está aquí, ya está allá, toda ella ojos, un ojo que vuela, cerca o lejos, no mucho, los alcances de la mosca nunca fueron grandes, incansable, pelotita con alas, rebotando en el aire, solitaria como héroe de western, va y viene, se va y vuelve, hija prógida no deseada, pero, eso sí, terca, obnubilada y esclava de sus pasiones, ya está aquí, ya está allá, en Cuba habita un colibrí casi del tamaño de una mosca, y aunque el vuelo es parecido, qué diferencia, aplastar un colibrí con un matamoscas es sangriento delito, pero a la mosca, ¿qué ley la protege?, mil años de safari despiadado sin que se registre, por desgracia se dice, peligro ninguno de extinción de la especie, y allá va, más saludable que nunca la zumbadora tenaz, parece que está diciendo sí, no, sí, no, movile, cual pluma al viento, mejor sí, mejor no, indecisión hecha trayectoria, al tormento de la duda, de que habla Aurelio Agustín, en vuelo, suspendida en el aire, en çfrica hay una mosca que habla como perico y es horrendo lo que va diciendo al paso, siempre al paso, inquieta, bailarina de ballet que nadie entiende, por confuso, pero ella indiferente allá va, dale y dale... Me pasé, salió muy largo. El carácter significativo de la frase estorba a la mimesis. Intentemos algo más corto, un pseudohaikú:
Poza en aire zuzpendida, La mozca de Prouzt.
Pero este pequeño texto cosmpolita, japonés, francés, español y mexicano ya se va pareciendo a eso que técnicamente se llama papar moscas, y mejor aquí lo dejamos.
La derrota de una ley peligrosa
El jueves 26 de junio, la Suprema Corte de Justicia estadunidense falló en contra de la controvertida propuesta de ley de la Decencia en las Comunicaciones (que es una enmienda a la ley de Telecomunicaciones de 1996), promovida por la administración Clinton con la dudosa y demagógica intención de proteger a los menores de edad contra la amenaza de la pornografía y la obscenidad en línea. En una decisión histórica (comparable a aquella en favor de la revista Hustler) el tribunal más alto de ese país determinó la inconstitucionalidad de la ley que calificaba como un crimen mostrar o enviar materiales indecentes por Internet de manera en que un menor pudiera verlos. ``El interés de alentar la libertad de expresión en una sociedad democrática es más importante que cualquier beneficio teórico, pero no comprobado, de la censura'', escribió el juez John Paul Stevens. De acuerdo a la juez Sandra Day O'Connor, aplicar esa ley equivalía a considerar culpable al dueño de una librería que vende revistas pornográficas en el momento en que un menor entra a su tienda.
Proteger a los menores
Una vez más el New York Times coloreó la información de acuerdo con sus propias fantasías y certezas pro-censoras. Basta leer sin demasiada malicia el subtítulo del artículo de Linda Greenhouse que apareció en primera plana el 27 de junio: ``Esfuerzo para proteger a los menores es considerado como una violación de la Primera Enmienda.'' En esa misma edición, Amy Hardon añade otra nota sombría, al afirmar que la Suprema Corte se negó a permitir que el gobierno ayudara a los padres de familia a proteger a sus hijos de la obscenidad y de los depredadores del ciberespacio (``Pero quizá más perturbador que las imágenes y sonidos libidinosos, es la capacidad de Internet para incitar la intimidad entre extraños a través del correo electrónico y los foros de conversación''). Esta iniciativa de ley era demasiado amplia y ambigua (en términos lingüísticos era un caos; por ejemplo, lo que en una parte se definía como ``indecente'', en otra lo llama ``ofensivo de acuerdo a los estándares de la comunidad''). El juez Stevens proponía el ejemplo de un padre que envía por correo electrónico a su hija de 17 años información acerca de métodos anticonceptivos. Alguna autoridad podría considerar indecente ese intercambio y, dado que ella es menor de edad, el padre podría ser objeto de una multa de 250,000 dólares y dos años de prisión por cada ofensa. A la humillación y la condena se sumaría el hecho de que quedaría registrado como pedófilo, y en algunos estados sus vecinos serían notificados.
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Mientras en la corte los abogados defendían esta maltrecha ley, la Casa Blanca ya había preparado una propuesta alternativa previendo la derrota. Clinton conminó a la industria para que enfocara sus esfuerzos a desarrollar softwares que protejan a los niños: ``Con la tecnología adecuada y un sistema de clasificación, podemos ayudar a asegurar que nuestros niños no terminen en las zonas rojas del ciberespacio.'' La obsesión con la pornografía y su supuesta influencia nociva, ha recibido mucha más atención por parte de los medios que cualquier otro asunto relacionado con Internet. Lo que queda claro es que una sociedad obsesionada con el sexo proyecta sus fijaciones en la infancia y confunde sus perversiones con la curiosidad natural de los niños. Es curioso que la mayoría de estos censores sea producto de la década de los sesenta (particularmente Clinton), por tanto herederos de una de las generaciones modernas más entregadas a los excesos de todo tipo. En cualquier caso, el volumen de la pornografía en línea es ridículo si se le compara con la pornografía que circula por los medios convencionales (revistas, videos, líneas telefónicas, TV por cable, etcétera), los cuales generan únicamente en Estados Unidos alrededor de ocho mil millones de dólares al año. A pesar de que la porno en el World Wide Web parece omnipresente, apenas representa el tres por ciento del total de los sitios comerciales (de acuerdo con la firma de analistas PC Meter), aunque aparentemente el 30% de los cibernautas ha visitado este tipo de páginas.
Una victoria de los poderosos
No obstante, como escribía hace algunos meses R.U. Sirius en su columna en la revista 21oC (núm. 1 de 1997): ``Si alguna vez hubo un grupo que necesitara experimentar alguna opresión, ese es el de los ciudadanos del ciberespacio.'' Los usuarios de la red pertenecen en su mayoría a las clases privilegiadas del planeta. Cuando el Congreso estadunidense despojó a los inmigrantes legales de gran parte de las prestaciones y le quitó a miles de familias pobres los subsidios que recibían del Estado, apenas unos cuantos grupos de derechos humanos trataron de oponerse. Al mismo tiempo, Microsoft, Silicon Graphics, Wired Ventures y Netscape, entre otros, invirtieron millones para disputar la batalla legal del ciberespacio. Los principales defensores de la libertad de expresión no fueron los pornógrafos sino las megacorporaciones, que están invirtiendo en grande para convertir la red en su mercado.
Naief Yehya
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