Manos fuera del mercado de divisas, exigen al BdeM
Humberto Ortiz Moreno, Patricia Muñoz y Antonio Vázquez Ť La sobrevaluación del peso y la paridad cambiaria vigente enfrentaron las posiciones entre el empresariado pero, matizando sus divergencias, reconocieron que el esquema de libre flotación es el adecuado en este momento para México por la confianza que ha generado entre los inversionistas.
De este modo, los comerciantes organizados del país rechazaron las pretensiones de los exportadores para devaluar la moneda, porque esta medida beneficiaría sólo a un reducido grupo de hombres de negocios, pero los industriales admitieron los riesgos que implica la fuerte apreciación del tipo de cambio y advirtieron que no puede manipularse una moneda sin caer en el error del pasado de soportar tal presión que conduzca a una devaluación abrupta y al deterioro del poder adquisitivo.
Sin embargo, el vicegobernador del Banco de México, Francisco Gil Díaz, indicó que el régimen de libre flotación no será modificado y la moneda seguirá cotizándose como los demás precios en la economía.
El secretario de Comercio y Fomento Industrial (Secofi), Herminio Blanco, comentó que las exportaciones llevan una dinámica muy importante, con nuevos proyectos de inversión y competitividad en aumento, y por tanto la paridad cambiaria no les significa ``ninguna afectación''.
En opinión del subsecretario de Promoción Industrial de la Secofi, Decio de Maria Serrano, el régimen actual es ``completamente real''.
Sostuvo que la discusión respecto de si el peso está sobre o subvaluado es ``subjetiva'' y cuestionó a algunos escépticos y alarmistas que dicen que la economía está sustentada en una plataforma especulativa y en un mercado golondrino pues los resultados macroeconómicos dicen lo contrario. Consideró que sólo los exportadores coyunturales dependerán de un tipo de cambio subvaluado para incentivar sus operaciones.
En sendas entrevistas de prensa al margen de la reunión quincenal de la Alianza para el Crecimiento, y tras una sesión de trabajo en materia de desregulación, tanto dirigentes de la iniciativa privada como los funcionarios coincidieron en que el mercado debe fijar el tipo de cambio y ``no debe metérsele mano''.
Gil Díaz, un tanto evasivo e irónico con reporteros, dijo que la situación del peso simplemente ``está flotando'' y no cambiará esta modalidad.
Cuestionado sobre la posibilidad de que el Banco de México intervenga en el mercado de divisas si fuera necesario por la sobrevaluación monetaria, explicó que esas compras se hacen a partir de las ventas de los bancos comerciales, utilizando el régimen de opciones que ya tiene en vigor un año.
El funcionario desestimó las presiones y declaraciones del sector exportador en contra de la apreciación del peso y aclaró:
``Pues está flotando (la moneda), como los demás precios en la economía que se determinan por la oferta y la demanda...''.
Contrariado, miró a una reportera que le preguntó sobre la posibilidad de una devaluación abrupta: ``¿Qué dice usted, por qué dice eso, por qué, eh...?''.
El peso, sostuvo, sigue flotando y el mercado determina su valor como en cualquier cotización de la economía.
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Eduardo Bours Castelo, consideró imperativo dar seguimiento al tipo de cambio para que lo que es hoy una variable en ``foco amarillo'' no vaya a convertirse en un ``foco rojo''.
Pero aclaró que ``no se trata de empanicarnos ni de tomar decisiones abruptas ni mucho menos'', sino de vigilar el comportamiento de este elemento.
Aseguró que el sector empresarial no piensa que esté en ciernes una devaluación brusca, porque hay confianza de que la entrada de capitales y la baja en tasas de interés sean favorables. ``Nada más hay que ponerle atención'', remarcó, y puntualizó que el Banco de México no debe intervenir en el mercado de divisas, sino manejar el tipo de cambio flotante y dar las condiciones para que el país siga adelante. ``No creo en las manipulaciones'', remachó.
A su vez, el dirigente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Carlos Gutiérrez Ruiz, dijo esperar que las disposiciones asumidas por el Banco de México en el mercado de divisas sean sólo una medida que ayude a evitar que el dólar siga abaratándose, y reconoció que hay preocupación de los sectores productivos porque el peso ganaba terreno al billete verde. ``No queremos sobresaltos en el tipo de cambio'', externó, y pugnó por buscar mecanismos que eviten distorsiones en el mercado.
Uno de los efectos de la sobrevaluación presente, precisó, es que podrían bajar las exportaciones ``con todas las consecuencias que esto trae'', aunque admitió que estas son las aristas de una economía abierta. Expuso que un tipo de cambio de 8 pesos por dólar sería el más acorde con las necesidades del país.
El líder de la Concamin, Jorge Marín, pidió no caer en el mismo error de sexenios anteriores de mantener la sobrevaluación para acumular presión, y finalmente ``la economía nos lo cobre de un día para otro''.
El presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco), Armando Araujo Montaño, descartó movimientos bruscos en la paridad cambiaria y aseveró que ``no podemos cambiarla nada más para favorecer a las exportaciones''.
Subrayó que los que trabajan, viven y consumen productos mexicanos, pagan sueldos en pesos y basan su economía en el peso, ``queremos que se mantenga baja la paridad, pero no en forma ficticia sino real''. Alterar el tipo de cambio ahora, advirtió, solamente daría ganancias extras a un grupo muy reducido y alentaría la inflación, subiría las tasas de interés y ``otra vez andaríamos en problemas''.
Para el líder de la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México (Canaco), José Alfredo Santos Asseo, la relación peso-dólar sí está en un nivel preocupante, pero con el esquema de libre mercado cambiario el país ha ganado mucha confianza y registra flujos importantes de dólares. Previó un ajuste natural de la paridad que la llevaría a 8.20 o 8.30 pesos por billete verde a finales del año. Propuso encontrar un equilibrio entre lo que conviene a exportadores y al mercado interno, pues todo movimiento brusco en tal sentido incide directamente en el poder de compra de los mexicanos.