Néstor de Buen
La primera Asamblea Nacional de los Trabajadores

Es muy llamativo, sin la menor duda, el programa anunciado para la primera Asamblea Nacional de los Trabajadores que se verificará los días 22 y 23 de agosto. Me sorprende, sin embargo, que se trate de una asamblea temática y no constitutiva, como parecía la intención. Salvo que la intención quede entre líneas.

El enunciado de los temas que se discutirán en cuatro mesas hace suponer que se harán planteamientos que, de convertirse en su momento en reglas de juego obligatorias, implicarían la cancelación de muchas cosas, aunque no veo con demasiada claridad un propósito concreto y específico de acabar con el corporativismo, quiere decir, con la sumisión frente al Estado de las organizaciones sindicales por la vía de los registros, de las tomas de nota, de los famosos pactos, del control de las huelgas y otras notas fúnebres que adornan lo que con absoluto eufemismo nos atrevemos aún a calificar de sindicalismo.

En la primera mesa, bajo el enunciado de la ``Unidad programática'', se compromete el estudio de las relaciones de los sindicatos con el gobierno, con, entre otros, el subtema específico de preservar la autonomía e independencia del movimiento obrero ``en la formulación, aplicación y evaluación de las políticas públicas''. ¿Rechazo a los pactos asumidos (de sumisión) a la voz de ¡firmen!?

Me parece más que escaso el propósito cuando, para eliminar el corporativismo, hay que borrar con fuego las estructuras legales que lo provocan y los pactos antiguos que han llevado al movimiento obrero a la indecente condición de subordinación a intereses que no son los de los trabajadores sino, inclusive, rotundamente antagónicos a ellos. Y es que hay que pelear por la autonomía y la independencia sindical, pero no sólo con respecto a las políticas económicas sino, sobre todo, en relación al nacimiento y funcionamiento de los organismos sindicales.

Se cuelan también en la primera mesa dos gritos indispensables de independencia frente a los partidos políticos y las iglesias, afirmando la necesaria libertad, autonomía e independencia respecto de ellos. ¿Por qué no del Estado?

Hay una referencia curiosa a la relación con los sindicatos independientes. Parecería una formulación descuidada porque la única conclusión posible es que implica la confesión imprudente de que los convocantes no lo son.

De aplauso total la intención evidente de acabar con los sindicatos blancos y los contratos colectivos de protección. Pero ojalá se advierta que en esos tópicos no sólo hay que atacar las conductas sino, sobre todo, la existencia de las reglas vergonzantes de la LFT que hacen posible esos sindicatos blancos, los contratos de protección y los fabulosos negocios que a su alrededor se gestan.

Me llama la atención el tema de la defensa de la seguridad social. Dicho sea de paso: la próxima semana presentaremos una demanda de amparo contra los aspectos de la nueva ley que estimamos anticonstitucionales. Y sobre esa defensa lo que parecería una redundancia pero que no es más que un subrayado importante: ``Seguridad social solidaria''. ¿Podría haberla diferente? En mi concepto, no, y ése es un tema fundamental. La falta de solidaridad excluye la naturaleza social de cualquier seguro. Y mucho más cuando en lugar de un seguro contra contingencias se inventa (o se copia el invento de otros) un fondo de ahorro que no es seguro de ninguna clase. Ni siquiera seguro privado.

Los secretarios generales se reservan el tema de las propuestas sobre nuevas formas de organización. Vale la pena repetir los adjetivos que deberán inspirarlas: plurales, amplias, incluyentes, democráticas, propositivas, horizontales y representativas. No estaría mal.

Y me dan curiosidad morbosa los temas de ``Posición frente a la llamada nueva cultura laboral'' y ``Posición frente a los pactos corporativos''.

Promete ser una asamblea muy interesante. Aunque podría

serlo mucho más.